v e i n t i s é i s

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Hoy era el gran día, la subasta organizada por Tony se realizaría en el patio central del edificio donde se encontraba su empresa. El lugar comenzaba a llenarse por la asistencia de muchos empresarios multimillonarios acompañados de su gente de confianza, además de reporteros y periodistas que documentarían sobre el evento en directo para los noticieros de la televisión tailandesa.

— ¿Todo en orden? —Tony se acercó a Kenta—.

— Si, señor —el japonés revisó su tableta—. Los invitados están terminando de ingresar, dentro de veinte minutos comenzaremos con la subasta.

— De acuerdo —sonrió sintiéndose extasiado por el momento—.

Por otro lado, en una habitación cerrada bajo llave se encontraba Babe junto a unos seis niños que rondaban entre los cinco y los doce años de edad, todos vistiendo una camisa blanca con un número como identificación colgando de su pecho.

— Cuando comience la subasta se les irá llamando uno por uno —comentó un hombre mientras revisaba unos papeles que tenía en su mano—. Ustedes tendrán que acompañar la supuesta obra de arte que se venderá, ¿entendieron?

Los niños asintieron luciendo claramente asustados, mientras Babe se mantenía en silencio y analizaba todo el lugar buscando alguna salida. Si no estuviese embarazado, ya se hubiese lanzado sobre el hombre y lo golpearía hasta dejarlo inconsciente para poder escapar, pero por ahora cualquier movimiento brusco o que pusiera en peligro a su bebé estaba más que descartado.

— Bien, ya comenzó la subasta —el hombre habló después de recibir un mensaje a través de su audífono—. Número seis —señaló a un pequeño niño que lucía de apenas siete años—. Vamos.

Ambos salieron de la habitación dejando a los otros cinco niños y a Babe completamente solos. El mayor se levantó de su asiento y corrió hacia la puerta tratando de abrirla, pero le fue imposible porque al parecer esta se encontraba cerrada con una clave especial.

Babe miró a los niños que quedaban en la habitación, todos lucían aterrados y algunos habían comenzado a llorar, sintió una presión en el pecho tan solo de pensar que si no lograba escapar de allí, en un futuro su hijo podría vivir algo similar, y él no quería eso, no podía permitirlo.

Tenía que salir de ahí, y tenía que salvar a esos niños.



Pete miró a Alan, North y Dean quienes vestían como guardaespaldas e iban detrás de él, les asintió con la cabeza e ingresó al gran edificio donde se realizaba la subasta

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Pete miró a Alan, North y Dean quienes vestían como guardaespaldas e iban detrás de él, les asintió con la cabeza e ingresó al gran edificio donde se realizaba la subasta. Los guardias de seguridad que custodiaban la entrada al gran salón le pidieron su identificación, y cuando verificaron su nombre lo dejaron pasar seguido de sus supuestos guardias.

Alan, North y Dean tuvieron que quedarse parados detrás del asiento de Pete casi al final de la sala, mientras analizaban todo a su alrededor, desde la cantidad de guardias que custodiaban las entradas y salidas, hasta los empresarios que estaban participando de la subasta y los periodistas que documentaban el momento sin siquiera saber que estaban siendo parte de un tráfico de niños.

Speed of love ~ CharlieBabe Donde viven las historias. Descúbrelo ahora