Capítulo sesenta y nueve

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Daisy

Según llegamos a Chicago, Abdiel nos esperaba en medio de la pista al lado de una camioneta.

—Conseguí una casa y no está tan lejos de aquí, señor.

—Me parece muy bien, así Daisy y mi hija descansan.

Sus ojos curiosos se posaron en nuestra hija y sonrió.

—¿Es una niña?

—Así es. La princesita de John.

—Es muy pequeñita. Nunca había visto un bebé tan de cerca. Es muy hermosa. Dios la bendiga.

—Gracias, Abdiel. 

—Su nombre es Mía—agregó John, llevando mi mirada hacia él.

—Algo me dice que lo haces con un mensaje subliminal, ¿eh?

—Claro, Mía es mía— sonrió, y caminó al auto.

Aunque no lo admita, ya desde bebé es muy celoso con ella. Es tan lindo.

—Maneja despacio y con cuidado.

—Sí, señor.

Estuve al pendiente de cada mirada que le dedicaba John a nuestra bebé. Sus ojos brillaban, como dos faroles en medio de la oscuridad.

—¿Quieres cargarla, mi amor?

—Estoy sucio y no quiero ensuciarla más. Ya luego que me dé un buen baño, la cargaré.

Me siento culpable. Todo esto ocurrió por mi culpa. Yo he querido que él cambie; y literalmente lo obligué a hacerlo, y gracias a eso bajó la guardia. Él ha querido cambiar y ha puesto de su parte en hacerlo por nosotras, pero no me gusta verlo cargado como está. Sabía desde un principio que estaba intentando domesticar una bestia, y sabía que no iba a ser fácil, aun así, ha mejorado y cambiado mucho. Estoy orgullosa del John de ahora, pero no puedo olvidar que todo lo que hizo en el pasado, lo perseguirá para siempre. Lo único que puedo hacer por él es apoyarlo y no presionarlo más de lo que ya está. Quisiera hacer tanto, pero termino haciendo nada. Quiero demostrarle que puede contar conmigo, que podemos sobrepasar todo juntos. Sé que es peligroso, pero no podemos permitir que nuestra hija vuelva a estar en riesgo. Es el momento de acabar con todo lo que pueda representar un peligro para nosotros.

Cuando llegamos a la casa, John se quedó hablando con Abdiel, mientras entraba con Mía a la casa. Debo bañarla y alimentarla otra vez. Que suerte de que John pudo comprar todo lo necesario.

John

—Voy a comenzar a entrenar nuevamente a Daisy, así que necesito que mandes a buscar unos cuantos rifles de River. En la casa de seguridad hay unos cajones en el sub. Quiero que los traigan. La guerra se va a armar y quiero que todos estén preparados para ella. Recuerda dejar un auto en disposición, no tan lejos de aquí, también las mochilas de emergencia y provisiones por si la cosa se pone fea.

—¿Le enseñará a manejar un rifle, señor?

—Por supuesto. Contra la gente que nos enfrentamos, tenemos que estar bien preparados. Sé que ella va a lograr manejarlo. Su determinación siempre la he admirado, y con esta mala experiencia que tuvimos, sé que se va a poner para su número y hará las cosas bien.

—No la va a golpear, ¿verdad?

—No. ¿Cómo se te ocurre? Eso que sucedió en el pasado no volverá a ocurrir. Sabes que no soy de golpear mujeres, y menos le haré eso a mi mujer.

—Es un alivio.

—Que vigilen bien cada perímetro de la casa. Quiero que pongan trampas en los alrededores, también quiero que nos avisen de cualquier movimiento extraño que vean. ¿Estamos claros? Ahora no somos ella y yo, mi hija también está con nosotros; y por ambas soy capaz de despedazar a cualquiera. Espero que esta vez la gente que hemos contratado haga bien su trabajo.

Alma Negra (EN PAUSA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora