Coronación de los Blight

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Habían pasado dos años desde que Amity había entrado en ese lugar infernal, dónde debería aprender a ser una reina cómo mandan los cánones o, en el idioma de su madre, dónde tenía que aprender a detestar a Luz y a todo lo que le recordara a ella. No fue fácil, Amity estaba demasiado enamorada cómo para olvidarla o incluso llegar a odiarla pero algo había cambiado.

Amity no sabía el qué, pero algo había cambiado, le dolía escuchar su nombre o incluso recordar sus preciosos ojos marrones. Recordar a Luz le resultaba muy muy doloroso, su madre no había conseguido su objetivo pero había conseguido que a Amity le doliera el corazón y la cabeza al recordarla. Eso era lo único que le podía atribuir a su madre.

Ahora Amity se encontraba en su casa, había vuelto por fin y ahora se debía enfrentar al nuevo reto que se le presentaba: Ser la reina del reino del Cuervo Blanco.

Su padre la había recogido de ese lugar y la tremenda sonrisa que, disimuladamente, salió de su rostro al saber que por fin había cumplido condena en esa cárcel disfrazada de institución académica seria. Amity aguantó lo suficiente allí pero no podía aguantar mucho más sin salir desquiciada, por suerte se largaba de ese lugar.

Su padre estaba con su mejor sonrisa esperando a que Amity llegara hasta él.

Alador: Amity, hija... —Alador se acercó hasta su pequeña y le dió un fuerte abrazo.— Cómo me alegro de verte.

Amity intensificó el abrazo como nunca, echaba a mucha gente de menos pero sobre todo echaba de menos a su padre.

Amity: Papá... —Amity se separó de su padre y él la miró a los ojos con amor. Amity había notado que estaba más delgado, sus facciones eran más marcadas y tenía la mirada cansada.— Te he echado mucho de menos. Tenía ganas de volver a casa, por fin.

Alador le agarró las maletas a su hija y se dirigieron al coche para meterlas dentro. Mientras caminaban hasta ahí, Alador decidió hablar un poco con ella.

Alador: ¿Cómo estás? Ha pasado muchísimo tiempo. —Le dijo a la joven.— La última vez que te escribí no me respondiste.

Amity: No nos dejaban recibir muchas cartas, de hecho, por un asunto que tuve, me castigaron por un largo tiempo... —Confesó.

Alador: ¿Te castigaron? ¿Qué hiciste? —Preguntó por curiosidad.— ¿Algo que quieras contarme?

Amity: Digamos que algunas profesoras se enfadaron conmigo por ser desobediente. —Confesó la joven Blight.— Prefiero no hablar del tema.

Alador: Mejor que no hablemos más sobre ese lugar, hablemos de que en breve me haré a un lado y tú asumirás el mando del reino. —Le dijo con orgullo.— Estoy impaciente por verte vestida con tu hermoso vestido y con la corona del reino en la cabeza.

Amity. Sí... —Amity no parecía muy convencida. Tenía que ser la reina porque así se había estipulado desde que nació. De no ser por la actitud amorosa de su padre, Amity se hubiera pensado que él y su madre la habían tenido con el único propósito de sustituir a sus hermanos en la labor de ser la reina.

Su padre y sus hermanos la amaban muchísimo, eso lo sabía seguro aunque por parte de su madre no lo tenía tan claro. Amity siempre dudó del amor de su madre hacia ella o hacia sus hermanos, Odalia no era la madre más amorosa del mundo. Nunca lo fue.

Amity: Me prepararé todo lo que pueda y seré una reina de la que estés orgulloso, papá. —Llegaron al coche y Alador metió las maletas dentro del coche para luego mirar a su hija con amor.

Alador: Cielo, yo ya estoy orgulloso de tí. Muy muy orgulloso. —Le puso una mano en el hombro y luego en la mejilla mientras le sonreía. Le abrió la puerta del coche y Amity se subió. Una vez dentro, Amity se acomodó con una sonrisa, esperaba tener una conversación agradable con su padre antes de llegar a casa pero eso no sería posible muy a su pesar...

UN AMOR PROHIBIDO ||LUMITY||Where stories live. Discover now