Parte 2. Capitulo 6. Rabia

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TITULO: GORDA

Parte 2.

Capítulo 6: Rabia

Por Janet Gaspar

Conocí a Alan de la manera más ñoña en la que alguien puede conocer a otro hombre: Haciendo tutorías.

El profesor de algebra me pidió que le enseñara a un chico que iba muy mal en clase, un chico con problemas en casa y yo me sentí conmovido, dije que sí sin pensar. Pero Alan no era un chico tímido y retraído con problemas en casa, era una bestia salvaje llena de rabia.

―Ni creas que vamos a estudiar. ―Me dijo la primera vez que nos vimos en la biblioteca, ojos de perro a punto de atacar.

―¡Genial! ―Yo me hice el chulito, imitando a mi padre y subí los pies en una silla―. Porque quedarme después de futbol a enseñarte no es mi top de diversión. ―Supongo que lo convencí, yo era una cosa un poco rara, deportista pero inteligente, a veces la gente no sabía si era más de uno o más del otro.

―Bien. ―Alan echó la cabeza hacía atrás y por poco se me salió invitarlo al equipo de futbol, tenía un físico increíble, era alto, piernas largas, pero disciplinarlo sería un incordio.

―No vamos a quedarnos aquí viéndonos las caras. ―Me puse de pie y fingí sacudirme pelusas imaginarias del pantalón para no verlo―. Te voy a dar unos apuntes que intentaras leer y por tu bien y el mío pasaras con seis o algo. ―No me acuerdo si Alan contestó, pero a partir de ahí me puse creativo en hacerle notas para explicarle los problemas, ponía colores y ejemplos de caricaturas y cuando se suponía que debíamos quedar para estudiar solo le daba las notas y cada quien tomaba por su lado.

Resultó que Alan no era tan tonto porque subió la nota a 7, supongo que podría haber sacado más, pero no entregaba las tareas.

Christian me dijo que siempre lo veía en detención, que a veces estaba con Elizabeth y que, curiosamente, con ella hablaba mucho.

―¿Acaso vemos un rival? ―Aulló Jesús antes de que le metiera un zape. Como sea la extraña relación de notas con Alan continúo incluso cuando el profesor no me volvió a comentar el asunto, se había hecho una manera en la que yo mismo repasaba (que con el futbol mis notas ya no eran las de antes).

Con el tiempo Alan empezó a relajarse a mi alrededor. Primero hicimos chistes de los profesores, luego de algunos chicos de la escuela, de las chicas y de pronto se desdobló delante de mí:

El padre que los abandonó.

La madre loca que no lo escuchaba.

El padrastro que lo golpeaba...

Me enseñó la herida en la espalda que le había provocado dándole con un cable, pero no me la estaba enseñando para que me compadeciera, era para que entendiera por qué iba a matarlo.

Sí, su sueño era matarlo.

El padrastro que había estado ahí desde que tenía ocho años, aunque antes había más, muchos hombres, hombres que pasaban y que ya no recordaba o no quería recordar.

Ese día llegué a casa y escribí acerca de la rabia y no sé por qué mis ojos se humedecieron, aunque cuando Alan me enseñó la herida en la espalda lo que había querido decirle es que no lo matara pero que yo le ayudaba a golpearlo.

No sé por qué pensé eso.

Mi hermana dijo que Alan era una bomba y que era peligroso, pero que yo era lo suficientemente fuerte para estar a su lado.

Estar al lado de Alan era rechazar cigarrillos y vivir en segundo plano sus experiencias sexuales. Porque Alan tenía muchas, muchas experiencias sexuales. Poco a poco mis amigos se fueron acercando y cuando vio que solo iban a admirarlo (como ese león raro de melena blanca del zoológico) Alan lo acepto encantado.

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⏰ Last updated: Apr 06 ⏰

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