Capítulo 4.

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Al abrir mis ojos, llevo una mano a mi frente y siento un calor envolverme. Oigo un ruido y alzo la mirada. Ante mí, tres figuras se recortan contra un fondo de llamas eternas, sus pieles de un rojo intenso reflejan la luz danzante a su alrededor.

El primero se erige con autoridad, sus ojos ardientes me fijan con una intensidad que parece querer descifrar mi alma. Su cabello negro se desordena sobre su frente, y un tatuaje de fénix en su brazo derecho se agita con vida propia.

El segundo me mira con una calma que contrasta con la cicatriz que cruza su mejilla izquierda, una historia silenciosa de valor y lucha. La luz del fuego juega en su cabello oscuro, revelando ondas que se mueven como si tuvieran vida propia.

El tercero, con una sonrisa que irradia juventud y calidez, me hace sentir una chispa de alegría. Su cabello corto y rebelde parece vibrar con la energía del fuego, y un tatuaje de un sol resplandece sobre su corazón, un símbolo de su espíritu ardiente y generoso.

No sé sus nombres, pero algo en mi interior reconoce la conexión que compartimos, un lazo invisible tejido por el calor que nos rodea y llena la habitación.

Me quedo en silencio.

—Bienvenida a Pyriana, princesa—dice el primero con una voz que resuena en el espacio como el eco de un tambor lejano.

Mi mente lucha por procesar la escena, por encontrar una explicación lógica. Pero entonces, una voz familiar, cálida y reconfortante, rompe la barrera de mi confusión.

—¿Recuerdas ahora, verdad? —pregunta el segundo, su tono lleno de una paciencia infinita.

Las piezas del rompecabezas comienzan a encajar. Recuerdo el  sueño que tuve ayer, mis mejillas se siente calientes. Es su voz la que estaba en mi interior. Miro al segundo y sonríe ante mi asombro.

—Estoy soñando —murmuro, más para mí misma que para ellos.

El tercero ríe suavemente, y su risa es como música en medio del crepitar de las llamas.

—No exactamente —sus ojos rojos me miran fijamente—. Pero si prefieres pensar que es un sueño, por ahora, está bien. Tendrás tiempo para entender.

Y hago lo inesperado, suelto un grito desde lo más profundo de mi garganta. Ninguno se sorprende al contrario creo que esperaban que hiciera ese movimiento.

—Asi gritaste cuando deje mi semilla en tu interior.

Me quedo en silencio de golpe. Fulminó con la mirada al segundo boca sucia.

—Espera, espera, espera— interrumpo, levantando ambas manos sonriendo  —¿Qué está pasando aquí? ¿Pyriana? ¿Princesa? Ay, entiendo. Estoy soñando, claro —aplaudo, sus ojos me observan serios —Si soñe con ustedes teniendo sexo, obvio que esto es otro...¿Ahora que me tomaran en esta...? ¿Oficina? Un poco aburrido, creí que está vez sería en un cuarto oscuro...Aunque no recuerdo haber llegado a casa.

—No estás soñando. Si deseas que te tomemos en un cuarto oscuro, podemos ir a mi habitación, princesa.

—Ignora a Blaze. Entendemos que esto puede ser abrumador para ti, pero lo que estás experimentando es muy real. No es un sueño ni una ilusión.

M.i.e.r.d.a.

Mis ojos vuelven a escanearlos. Sus torsos bien definidos con un pantalón similar a lo de los militares, sus pies están descalzo, Dios, son el doble de los míos, no quiero imaginarme sus....Dirijo mi vista ahí por instinto.

Me aclaró la garganta.

Alto.

—¿El sueño que tuve... pasó? —mis ojos se abren de sorpresa.

LioraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora