Capítulo 5.

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Miro a través de la ventana, mi corazón aún late fuerte por la sorpresa. Es difícil creer que estoy aquí, en este pueblo que parece sacado de un cuento de hadas, pero es tan real como el calor que emana de las llamas que lo rodean. Las casas de piedra roja se alzan orgullosas, cada una iluminada por la luz cálida de las antorchas que parecen bailar al ritmo del viento nocturno.

El bosque se extiende más allá de las últimas casas, un contraste oscuro y misterioso contra el resplandor del pueblo. Me siento engañada, sí, pero también fascinada. La señora que me tendió una trampa, sin sospechar nada, caí como una tonta y mira a donde he llegado, a un mundo que ni de lejos podría creer que fuera real.

Después de pedirles a los tres príncipes que necesitaba descansar, me trajeron a esta habitación con una enorme cama, parece como para diez personas. Su "castillo" es más pequeño que el orfanato, pero más iluminado. Tiene pasillos largos con cuadros de rostros viejos, muchas antorchas encendidas, no hay focos ni enchufes aquí. Parece todo del siglo pasado.

¿Un viaje al pasado? ¿Al futuro?

—¿Qué viste en mi vínculo? No entiendo qué deseas que haga aquí.

Solo obtengo silencio. Apoyo mis manos en mi pecho intentando tranquilizarme.

—Soy fuerte. Valiente. Segura. Estoy a salvo. Estoy a salvo.

Suelto el aire. No me gusta estar encerrada mucho tiempo, quiero salir y explorar, por esa razón escapé y acabé en un lugar del que no tengo escapatoria. Salgo por la puerta y sigo el sendero de llamas, empujo las enormes puertas y paso a la sala.

Me encuentro en una sala que parece haber resistido el paso del tiempo. Las paredes están adornadas con tapices y armaduras que cuentan batallas y leyendas, y las vigas de madera del techo se entrelazan.

Las mesas de madera oscura están dispuestas con precisión. Las sillas, talladas con esmero, invitan a sentarse y compartir historias. La luz de las velas titila.

Siento una mirada quemándome la nuca, me volteo y Cedric está apoyado en una de las paredes mirándome. Una parte de mí está sorprendida de que no esté gritando por el color de su piel y sus ojos tan brillantes, y la otra está tranquila como si ya lo hubiera visto antes.

—¿Quieres ver Pyriana con tus ojos? —pregunta después de lo que parece una eternidad viéndome.

Asiento con la cabeza. Miro su mano tendida, dudo unos segundos pero termino aceptándola, quizás es solo por protección o para vigilarme. Debo estar atenta.

Doblamos a la izquierda donde una puerta marrón con vidrios dibujando un sol aparece, no sé por qué razón estoy nerviosa, pero mi mano golpea contra mi pantalón. Su mano suelta abre las puertas.

—Bienvenida a tu nuevo hogar.

Fruncio el ceño. Frente a mí veo más de cerca los tonos rojos. ¿Es que aquí es todo de ese color?

—¿Por qué rojo?

La pregunta sale sola y la carcajada de Cedric me confirma que me escuchó.

—Eso, princesa, se debe a que estás en el mundo del fuego.

—¿Fuego?

—Sí, somos los elementos de fuego.

—¿Qué?

Levanta su mano mostrándome lo que acaba de decir, de ella sale fuego. Realmente fuego brota sin ningún químico. Retrocedo un paso viendo que el fuego se mueve por su brazo y él está sonriendo como si nada. Mi mano se mueve por instinto o modo suicida y me acerco al fuego, el cual se va achicando como evitando hacerme daño. Un recuerdo llega a mi mente, mis padres gritando que corra lo más lejos y no mire atrás, sentir un calor sofocante en mi espalda y mis lágrimas secarse con rapidez.

LioraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora