XI

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Lando

Llevaba casi una hora para colocarme la puta camisa, o como se llamará. Estaba comenzando a exasperarme.

Cruce el rellano y toque la puerta de Cisca. Espere unos segundos y la veo a medio maquillar, con un albornoz puesto.

—Dime, voy fatal de tiempo. —Me dijo y se echó a un lado para dejarme pasar.

—Llevo una hora para ponerme esta camisa, pero no se coloca, o no queda el lazo bien.

—Espera.

Me la quito, la estiro y me hizo pasar los brazos, me acomodo la parte delantera para que se viera mi pecho y me dio varias vueltas a la cintura antes de hacerme un lazo en la parte trasera de la camisa.

—Antes de intentar hacer las cosas tú sólo, pide ayuda. —Me dijo con una sonrisa. —Y ahora vete a seguir preparando, que tengo que seguir preparándome.

—Muchas gracias, Cis, eres la mejor. —La di un beso en la mejilla y volví a mi casa.

Me eche un poco de maquillaje y mire mi torso. Me puse un collar y me eche un poco de purpurina sobre el torso.

Cuando ya estuve listo, agarre mis cosas y fui a la casa de mi hermana. Me coloqué la máscara, que me tapaba un poco de la cara y entré a su casa.

—Di que si reina, hoy vas a ligar. —Me dijo mi hermana y le sonreí.

Ella ya estaba vestida y maquillada, se estaba acabando el pelo. Cisca llevaba un vestido largo, con la espalda abierta y un poco transparente, de color rojo. Llevaba un collar que le caía por la espalda y unos pendientes que le quedaban genial. Se hizo una coleta, dejando que su pelo cayera por la espalda.

—¿Nos hacemos una foto antes de irnos? —Me dijo agitando su teléfono sonriente.

Asiento y poso a su lado enfrente del espejo.

—Vamos a reinar hoy. —Dije sonriente y ella asintió.

Salimos de mi casa y fuimos a mi coche. Hoy quería sacar a relucir el McLaren que me compré en Londres.

El trayecto a la finca fue tranquilo, la música inundó el coche. Cisca se estaba terminando de retocar los labios mientras yo no despegaba mis ojos de la carretera.

Llegamos al recinto y nos paro un hombre de seguridad.

—Documentación. —Agarre el documento de identidad de Cisca y el mío y se lo di al señor. —Lando y Cisca Norris, estáis en la lista, podéis pasar. —Nos los devolvió y entramos al recinto.

La cara parecía una casa de uno de los condes más ricos y con mayor influencia de Londres. Paredes grises de ladrillo, enredaderas que subían hasta las ventanas de la planta de arriba. Había unas pocas personas fuera, supongo que están esperando a otras.

—Madre mía, tu amigo no se anda con chiquitas. —Me dijo Cisca mientras yo buscaba aparcamiento en el inmenso recinto.

—Me dijo que la fiesta iba a ser memorable, pero joder, parecemos de la realeza. —Aparque en un sitio que no estaba muy lejos de la entrada principal.

Bajé yo primero y rodeé el coche para abrirle la puerta a Cisca. Ella bajo y me agarró del brazo con una sonrisa.

—Con los tacones que llevas eres igual de alta que yo. —Dije cerrando el coche y yendo hacia la entrada principal.

—Esa era la intención. —Entramos por la puerta y vimos un ropero a mano derecha.

Dejamos nuestras capas de abrigo y nos colocamos las máscaras antes de pasar por las otras puertas, dejándonos ver el interior del edificio.

Atrolondrado || CarlandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora