XXVI

187 22 14
                                    

Carlos

El vuelo fue bastante tranquilo, por lo menos para mi que me dormí en todo el viaje. El pobre Lando tenía el cuello entumecido porque no podía moverse para no despertarse. Me apostada todo que si fuera otra persona, le hubiera mandado a la mierda, pero yo soy especial.

—Te debo un masaje. —Me dije agarrando mi maleta.

—Me debes algo más que un masaje. —Me miró con una sonrisa pírica y asentí antes de ayudar a Cisca con sus maletas.

La británica si no se ha traído todo el armario, no se ha traído nada. Llevaba tres maletas grandes enteras con ropa para cuatro años.

—Gracias chicos. —Nos dijo Cisca a Charles y a mi, ya que cada uno llevaba una de las maletas.

—No las des, baronesa. —Charles hizo una pequeña reverencia.

—Te he dicho que no me llames así. —La hermana de mi chico rodó los ojos y comenzamos a caminar a la salida del aeropuerto.

En la puerta, había un hombre vestido con un traje negro y con gafas de sol. Llevaba un pinganillo en uno de los oídos y estaba sujetando un cartel que ponía "Familia Norris". Vi a Lando acercarse con seguridad al guardaespaldas, quien le sonrió dulcemente y se fundieron en un abrazo ¿cariñoso?. Estos dos se conocían de antes, aún que tampoco iba a preguntar, no era de mi incumbencia ¿no?.

Se acercó al resto y nos hizo una reverencia antes de ir agarrando las maletas y meterlas en la mini furgoneta. Me senté atrás del todo con Charles y Max, y vi como Lando se sentaba en el copiloto para hablar con el chico de antes.

¿Estás celoso? —Me susurró en español y deje de mirar a los chicos de delante.

No.

—Tu cara dice lo contrario. —Suspire ligeramente y me pase una mano por la cara. —¿Qué te pasa?

—Sé que Lando ha estado con bastantes chicos antes que yo. Que no soy el primero, y a lo mejor tampoco soy el último.

—No digas gilipolleces. —Me dio una colleja.

Hijo de puta. —Le devolví el golpe.

¿Qué os pasa, fondo sur? —Lando se giró a mirarnos.

Charles me ha pegado y se la he devuelto.

—Es que estás diciendo muchas gilipolleces. —Se defendió y el británico rodó los ojos.

Tengamos la fiesta en paz, por favor. —Los dos asentimos.

Lando tenía razón, es mejor que tengamos la fiesta en paz, porque como no la tengamos, voy a acabar asesinándolo como le vuelva a ver sonreírle de manera coqueta a Lando. Parecía un niño que le acabaran de regañar sus padres por mi puchero de víctima y ponerme de brazos cruzados.

Me vibro el móvil entre las piernas y lo mire, viendo que era un mensaje de Cisca.

Cisca: "Os he oído" "Habla con él, a veces no se da cuenta cuando se pasa de agradable"

Atrolondrado || CarlandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora