I. travel

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Amris

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Amris

Me quedo boca arriba en el suelo con los brazos y piernas estiradas, como si de una estrella acuática se tratara.

Intento rebobinar mis memorias para dar con el momento exacto de mi breve viaje a través de la cascada mágica, pero todo se vuelve confuso.

Caelestis extrajo mi núcleo mágico y lo guardó en un frasco de cristal para protegerlo. Me dio su amuleto de la suerte y me equipó de provisiones de alimento. Nos despedimos, extendí mi mano a la cascada y... Me envolvió la oscuridad.

Más bien creo que el agua me absorbió y me escupió aquí, cual desecho tóxico del mar, a la orilla de este tétrico lago. Por algo le dicen cascada mágica, no sé qué esperaba.

Giro mi cabeza para tener una vista más clara de mi alrededor, pero no hay más que cientos y cientos de árboles rodeando la laguna.

Llevo mi mano derecha a mi pecho, palpándolo suavemente. Encuentro el amuleto de Caelestis y lo aprieto con fuerza con la esperanza de hallar valentía en él. Espero diez segundos a que haga efecto, pero el efecto no llega. Sigo sintiendo tanta inseguridad como cuando decidí extender mi mano a la cascada y ahora creo que lo único que me espera es una muerte segura a manos de un mutante violento. O peor aún: Puede que se me acabe el tiempo.

—Estúpido, Hael —insulto a mi hermano mayor, clavando la vista al frente. Encuentro el montón de follaje frondoso de los tupidos arboles— ¿Por qué tenías que desaparecer?

El agua de la cascada golpea con fuerza contra la laguna y siento algunas gotas salpicando en mi rostro. La brisa corre fría y ligera, provocando en mí escalofríos. El cambio de clima es bastante notorio. Caelestis tenía razón al abrigarme tanto.

Cierro los ojos y pienso en Hael. Pienso en él y en todas las cosas que dejó atrás. Pienso en él y en las personas que lo queremos de vuelta. Pienso en él y solo puedo rezar a los astros para que lo protejan mientras está fuera de casa.

Quiero encontrarlo. Necesito encontrarlo y preguntarle por qué me ha abandonado por un año entero.

"Nunca te dejaría, Amris. Primero muerto".

—Vaya, sí, que estúpido —comenta una voz ajena de manera melodiosa junto a mi oído—. Ahora, ¿me dices quién cojones es Hael?

Giro mi rostro suavemente al costado de dónde provino aquella voz.

No sé si es porque aún tengo los sentidos entumecidos por el cambio radical de ambiente o porque el individuo esta aplicando un tipo de hechizo tranquilizador en mí, pero no me asusto ni me sobresalto en cuanto lo oigo o lo veo. En su lugar, un solo pensamiento viene a mi cabeza: Luce mágico.

—¿Quién eres? —pregunto en voz baja al joven de cabellos azules que yace junto a mí sobre la grama del bosque.

Él enarca una ceja, justo como yo nunca he podido hacerlo, y deja entrever una sonrisa en la que muestra sus colmillos filosos.

—Yo pregunté primero. Responde y te deleitaré con información de tu servidor —condiciona con suficiencia y diversión.

Me sorprende un poco la manera en la que me habla. Normalmente todos se dirigen hacia mí con respeto y devoción, pero aquí mi estatus ha quedado completamente anulado. Es inesperado, pero no me desagrada tanto como debería.

Aparto la mirada de aquella vista grisácea inquisitiva y me enderezo en mi sitio, sin atreverme aún a colocarme de pie, con los ojos clavados en el agua resplandeciente de la laguna.

Recuerdo las recomendaciones de Caelestis en las cuales me dijo que no diera información innecesaria de mi persona. No era prudente proclamar a los cuatro vientos que era del reino Celeste cuando me encontraba en territorio enemigo y sin poderes con los que pudiera defenderme.

Así que opto por decir aquella mentira que estuve practicando con el mejor amigo de mi hermano por todo un año:

—Pertenezco a la jerarquía inferior de los monstruos —recito con un poco de duda por la discriminación racial de la que tanto me habló Hael, pero no me detengo—. Vine en busca de Hael, mi hermano mayor. También es monstruo y...

—Mientes —corta el joven sin levantarse aún de la grama.

—No lo...

—Amigo, se te da fatal —vuelve a interrumpirme y yo solo puedo fruncir el ceño por la manera en la que me llama—. Para empezar, si querías que te creyera, debiste ocultar ese amuleto Real —señala con obviedad—. Nunca he ido, pero es obvio que eres de la Corte de la guardia de los Celestes. Por estos lados no hay nada igual.

—Ah, esto —agarro el collar de Caelestis, sintiendo que acabo de quedar como el ser más patético sobre la faz de la tierra y en la extensión de los cuatro vientos—. Estás equivocado. Este amuleto no me pertenece, me lo prestó un amigo.

—¿Monstruos y Celestes como amigos? Claro, tiene mucho sentido —comenta con sarcasmo.

Siento el movimiento junto a mí y deduzco que por fin se ha levantado, así que decido encararlo. Sin embargo, cuando giro mi cabeza para mirar a mi acompañante, me encuentro con el espacio vacío.

Sigo sin poder asustarme por las cosas extrañas que suceden a mi alrededor, pero esta vez la preocupación cala en lo más profundo de mi pecho por la ausencia del chico.

—¿Hola? —inquiero con inseguridad.

Al no recibir respuesta, el bosque con vibras extrañas me parece aún más tenebroso. Aferro mi mano con fuerza a la correa de mi morral con provisiones y me coloco de pie sin importarme el estado de mi cuerpo con la ausencia de magia interna.

Doy una última inspeccionada al lugar y me topo con un camino despejado entre la arboleada. Me adentro al sendero iluminado y esta vez sí que siento latir a mi corazón con desesperación y miedo.

Caigo en cuenta de un hecho alucinante que hace que mis manos suden con nerviosismo: Un mutante acaba de hablarme y no me ha dado muerte.

Eso es bueno. Significa que tengo más posibilidades de encontrar a Hael y de regresar con vida.

Resiste un poco más hermano, pronto voy a encontrarte. Pronto volveremos a vernos. No importa con cuantos mutantes mágicos y altaneros me encuentre en el camino, te encontraré, volveremos a casa y todo será como antes.

Corte Celestial [PGP2024]Where stories live. Discover now