II. liar

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Amris

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Amris

Me desplomo en la base de un árbol cuando caigo en cuenta que he estado andando en círculos desde hace media hora.

Aún veo los mismos árboles frondosos, el mismo camino iluminado y la misma laguna con agua mágica.

En otra circunstancia, hubiese podido acudir a mi magia para que me mostrara el camino. Es más, aún sin magia, no me importaría mucho estar andando sin rumbo si tuviera todo el tiempo del mundo. Pero ese no es el caso y tengo las horas contadas.

No me queda más opción que acudir a esa criatura invisible que me ha estado siguiendo desde que comencé con mi caminata. La he estado ignorando, como si no supiera de su presencia, pero ya eso no me resulta útil en esta situación.

—Eh tú —llamo al aire—. ¿Serías tan amable de mostrarme el camino?

No recibo ningún tipo de respuesta audible, pero percibo un movimiento en el césped ante mis pies. Me percato entonces de que este está siendo arrancado por una fuerza invisible y un pequeño espacio de la tierra queda despejado en cuestión de segundos.

Un garabato comienza a trazarse en la tierra y yo veo con atención y fascinación aquel acontecimiento. En un abrir y cerrar de ojos, logro ver una palabra escrita en la tierra: Mentiroso.

Parpadeo con sorpresa ante aquellas duras palabras. Solo alguien se ha atrevido a señalar mi mentira en el corto tiempo que llevo en este reino, así que deduzco que se trata del mutante de cabello azul con el que me encontré hace un rato.

—Perdonad mi falta, yo... No tengo como justificarme. Solo intento mantenerme con vida —explico con vergüenza al no tener a nadie delante de mí—. En verdad necesito tu ayuda. Tengo que encontrar a mi hermano —hago una pausa y luego añado—: Te lo agradecería mucho.

Rezo para que aquellas palabras logren convencerlo.

Sin embargo, muy a mi pesar, pasan cinco, diez, quince segundos y nadie me responde.

Me entran ganas de soltarme a llorar como cuando era bebé. No quiero tener que regresar sin Hael, pero tampoco quiero morirme en un lugar desconocido.

Mis ojos arden y siento como el pecho se me contrae del miedo. Llevo mis rodillas al pecho y agacho la cabeza con derrota.

Caelestis va a estar muy decepcionado de mí.

—Ay, no —una voz cantarina hace que de un respingo y levante la mirada—. Si te sueltas a llorar me hago invisible de nuevo —anuncia el joven de cabello azulado y colmillos filosos, haciendo una mueca de fastidio.

Me le quedo mirando con ilusión.

—¿Vas a guiarme? —pregunto con emoción.

El chico rueda los ojos y me parece ver que sus iris cambian de color a cada segundo.

—Agh, ¿cómo es posible que a alguien le brillen tanto los ojos? Deja de ser tan sentimental —comenta con dureza.

Pero sus palabras no logran cohibirme. Él lleva un bolso y ropa de explorador. Es obvio que piensa ayudarme.

Sonrío con amabilidad sin despegarle la mirada de encima para insistirle de manera silenciosa. Él parpadea con molestia y aparta la mirada antes de extenderme la mano.

—¿Piensas quedarte todo el día mirando con cara de imbécil o que? —espeta en voz baja.

Acepto con gratitud su mano enguantada y él tira de mí hacia arriba, colocándome de pie.

—¡Te lo agradezco!

—Nada de gracias. Voy a cobrarte por esto —aclara y yo asiento con compresión. Es normal que la gente siempre pida dinero—. ¿Me sueltas la mano? —dice al mirar nuestras manos juntas.

Pero no le hago caso y aprieto ligeramente su mano.

—Soy Amris, mucho gusto —me presento.

El chico me mira con ojos abiertos, como si mis palabras le hubiesen agarrado desprevenido, pero me devuelve el apretón con una sonrisa ladeada en su rostro.

—Mi nombre es Kailan. El placer es tuyo.

Le devuelvo la sonrisa y le suelto la mano sin dejar de ver con admiración sus ojos cambiantes. Nunca había visto antes nada igual.

—Tienes ojos bonitos, Kailan —admito.

Él arruga la nariz ante mi halago y me da la espalda, dejando ver una abertura en la capa negra que lleva.

—Y tú eres un tipo muy raro, Amris —declara y yo contengo las ganas de reír por el trato que me da—. Sígueme. Iremos a Darkland, el mejor lugar para buscar información de gente desaparecida o de gente en general—se gira un poco para verme por encima del hombro—. No te separes de mí —dice antes de echarse a andar.

Yo lo sigo con mucha disposición y casi pisándole los talones.

Kailan camina entre los arboles con mucha seguridad, y hace cruces en el camino sin titubear. De vez en cuando mira hacia atrás para asegurarse de que lo estoy siguiendo y yo le respondo con una sonrisa y levantando el pulgar.

Esto es un poco extraño. Mi madre siempre me dijo que los mutantes eran malvados, feos y despiadados, pero Kailan no parece ser nada de eso.

Cuando vuelva a casa con Hael, debo decirle a mamá que todo este tiempo estuvo equivocada, porque Kailan es muy agradable y divertido, y es imposible que alguien así de lindo sea malvado.

—¿Eres monstruo o mutante? —pregunto con curiosidad.

—¿Me ves con cara de monstruo? —devuelve la pregunta y yo niego aunque sé que no puede verme—. Tú sí que pareces uno.

—¡Soy monstruo! —retomo mi mentira inicial.

—Eres igual de lindo que uno, pero no lo eres. Deja de intentar engañarme.

—Ah... —acepto con derrota.

Sigo a Kailan mientras me parece ver que algunas cosas en el bosque se mueven, pero obedezco a mi guía y me aseguro de no distraerme con otras cosas y seguirlo sólo a él.

—¿Puedo hacerte una pregunta?

—Adelante —concede él con indiferencia.

Que comience el interrogatorio.

Corte Celestial [PGP2024]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora