IV. fight

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Kailan

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Kailan

La calle oscura comienza a hacerse transitada y las antorchas de fuego se vuelven cada vez más frecuentes.

No hay mucha calle, negocios o casa para recorrer u observar. Darkland es de todo menos entretenido o llamativo.

Al comienzo del recorrido miré a Amris con cautela porque creí que estaría incomodo por la opacidad del pueblo, pero resultó siendo todo lo contrario.

Está encantado con los locales y las reliquias que se venden en ellos. Admira con fascinación a los que pasan junto a nosotros, mencionando lo lindos que son sus cabellos, sus ojos, manos, vestimentas, pieles... Le gusta halagar todo y disfruta contemplar la diversidad que hay entre nosotros.

—¡Woah! —exclama con ojos brillantes al mirar la fuente de la plaza central—. ¡El agua es muy linda!

Qué.

¿Desde cuando el agua es linda?

—Es solo agua, Amris —le digo al tirar suavemente de su mano cuando siento que tiene intenciones de acercarse a la fuente.

Una pareja de mujeres pez se le quedan mirando a Amris y yo les dedico mi mejor sonrisa de "métanse en sus asuntos, viejas chismosas".

—¡Pero es morada! —señala lo obvio.

—Es por los minerales de los cristales mágicos de la laguna —explico con aburrimiento—. Te los enseño luego, pero trata de no hacer tanto escandalo —pido en un susurro.

Amris recuerda que está en territorio enemigo y se tapa la boca con ambas manos de manera avergonzada. Baja la mirada y oculta sus ojos azules tras su abundante flequillo. El entusiasmo de Amris y la fuente han quedado atrás por completo.

Bueno, así es hasta que un movimiento en el suelo acapara su atención.

No le tomo importancia, pero el jalón en mi brazo me hace retroceder y me percato de que se ha quedado quieto, mirando a una horrible, arrugada y escamosa lagartija.

No soy quién para hablar de escamas...

—¡Un lagartito! —lo señala con tanto énfasis que el feo reptil se esconde entre las grietas del suelo y se pierde de nuestra vista.

—Es una lagartija —corrijo con paciencia y vuelvo a tirar de su mano para retomar la caminata.

—¿No es lo mismo? —pregunta con curiosidad en su mirada.

Me fijo en como las mejillas y nariz de Amris resaltan por su sonrojo, y el vaho que sale de su boca me deja en claro que el frío de la zona le está afectando. Dicen que el reino celeste es cálido en comparación con el nuestro.

—Creo que no... —respondo dubitativo—. Eh, nubecita, ¿necesitas abrigarte más?

—Estoy bien —dice un poco distante.

Corte Celestial [PGP2024]Where stories live. Discover now