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Pov Omnisciente:

Beck y Jade estaban desayunando juntos en la cocina. Su padre no estaba presente, estaba trabajando. El personal por otro lado estaba acondicionando la piscina hacía rato. Beck leía su tan amado libro, le quedaban algunas páginas, estaba leyendo "La Metamorfosis" de Franz Kafka, ese libro antes era de Jade y apenas ella lo terminó se lo cedió.

Jade tomaba su café amargo observando un punto fijo en la pared blanca, odiaba las mañanas. Observaba a su hermano comer granola, tan relajado, tan en paz, ¿cómo podía ser? Se limitó a tomar otro sorbo de su bebida caliente, reprimiendo el fuerte sentimiento de decirle algo.

Los hermanos el día siguiente arrancarían las clases, como ya habíamos mencionado antes, Beckett estaba listo, pero Jadelyn no. Es verdad que tenía todas las comodidades para estudiar, buenos útiles y dinero de sobra para pagar las cuotas, pero no tenía ganas de ir. En verdad, no quería hacerlo.

No sabía porque, era raro, y por esa misma razón amanecía de mal humor, no había nada que la motive a estar sentada 8 horas aprendiendo cosas que ni planeaba aplicar a su futuro. Se frustraba.

—Me mandó un mensaje el señor que arregla la piscina, dice que está lista, ¿quieres ir?— Cortó el silencio Beck, soltando su libro.

Jade asintió con la cabeza y fue a colocarse un bikini. El pelinegro buscó unos toallones y ojotas.

Luego de quince minutos, los medio hermanos se zambullieron a la piscina, chapoteando como dos niños, como si su infancia robada los hubiese poseído por unos instantes.

Hicieron carreras, competencia de quién aguantaba más la respiración e incluso jugaban al volley acuático. Estaban bien, se sentían bien.

Las horas pasaron y ya estaban más tranquilos. Yacían sentados en las reposeras, tomando sol, Beck utilizando bronceador y con una gorra y Jade utilizando un fuerte protector solar y con sus clásicos lentes de sol.

—Desearía que fuera así siempre—. Murmuró Beck, estirando las piernas en la reposera. Jade se limitó a asentir con la cabeza. —¿Crees que mañana sea un gran día?— Se giró sobre su brazo derecho para mirarla.

—Sí—. Exclamó, levantándose de la reposera.

—¿Qué tal si, no lo sé, no encajamos en la escuela?—

—No encajar solo implica sobresalir, y eso es mejor—. Respondió con simpleza yendo a buscar un jugo de mango a la cocina.

Beck cerró su boca y volvió a colocarse boca arriba en la reposera.

La joven volvió a su lugar, bebiendo el trago con un sorbete.

Se quedaron en silencio un buen rato más, dejando que el sol envuelva sus húmedos cuerpos. Sus ojos estaban cerrados, estar en su mutua compañía, incluso sin hablar o mirarse, era lo único bueno que tenían, lo único genuinamente bueno que tenían.

La tarde cayó, y el personal les cocinó una langosta. Ambos comían en un lado opuesto de la mesa, cada tanto se lanzaban miradas pidiendo sal o bebidas.

Los hermanos Oliver. (Jade y Tori)🖤Where stories live. Discover now