3.

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Pov Omnisciente:

Jadelyn esa misma madrugada antes de ir a clases no pudo pegar un ojo, estaba con cierto mal humor desde hacía días; obviamente se le pasaría en algunas horas pero ese veneno seguía corriendo en sus venas y la mantenía en alerta.

Las horas pasaban lentamente. Jade se quedaba mirando la pared, sola, a veces ni siquiera parpadeaba, se quedaba tan absorta con las voces de su cabeza que era difícil sacarla de ese trance.

Cuando era más pequeña, a ella le daba miedo la oscuridad y la soledad, ya cuando creció su miedo había sido superado, ahora parecía ser lo único que le agradaba.

A eso de las cuatro de la mañana ya se había hartado de estar sentada en su cuarto, por lo tanto salió de allí. En la casa abundaba un silencio sepulcral ya que Beck y Richard dormían plácidamente, eso hizo que Jade se sienta en completa libertad de vagar por ahí sin tener que soportar interrogatorios o gritos absurdos.

Por otro lado, ella no había prestado atención a los mínimos y casi imperceptibles rasgos de la vivienda, así que comenzó a verlos con detenimiento. Había ciertos rasguños en las esquinas de las paredes, algunas manchas muy pequeñas de humedad, y en el suelo había pocas marcas de muebles pesados.

Bajó por las escaleras velozmente y sin usar los talones para evitar hacer ruido. Pasó su mano por la barandilla haciendo que sus anillos produzcan cierto tintineo en ella y fue hacia el patio. El césped frío y mojado pinchaba sus pies descalzos pero eso no impidió que se siente en el suelo y abrace sus rodillas. Observó el cielo iluminado por las estrellas, en alguna debía estar ella.

Encendió un cigarrillo y se lo colocó en sus labios secos y temblorosos, a ella al igual que a Beck también le asustaba volverse adicta a ellos.

No sabía cuánto más podría aguantar en esa casa.

El cielo comenzaba a tornarse más claro cada vez, Jadelyn supo que debían ser las cinco y media pasadas, tiró el cigarro lejos y sigilosamente volvió a entrar a la casa, deslizando la puerta corrediza apretando su mandíbula. Se dirigió a la cocina, tomó la leche de la caja y masticó algunos cereales a la vez, según ella eso era aprovechar el tiempo. Luego volvió a subir, y se encerró en el baño para tomar una ducha.

Se cambió, se peinó y volvió a su cuarto, ya no quería socializar con nadie y el día ni había empezado.

Tiempo después escuchó a Beck conversar con alguien, y luego la voz del chico fue directo hacia ella.

—¡Jade, date prisa o llegaremos tarde!— Exclamó el pelinegro.

Jadelyn bajó a pasos lentos por la escalera. Frunció el ceño al ver a William, el chofer. Se detuvo un escalón antes de tocar el suelo quedando varios centímetros más alta que Beck.

—¿Qué hace él aquí?— La ojiverde señaló al hombre que esperaba en la puerta.

—Esperándonos—. Sonrió confiado, giró su cabeza por sobre si hombro y lo saludó con la mano. Volvió su mirada a su media hermana. —Nos llevará a la escuela, vamos—. La chica hizo una pausa, confundida.

Los hermanos Oliver. (Jade y Tori)🖤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora