Relatos de la luz primigenia

CAPITULO 6: Una noche para recordar

El cielo nocturno era bastante profundo y quedaban varias horas para que la luz del amanecer inundara las ventanas. El variopinto grupo de cuatro salió por la puerta trasera, revisando no haber dejado ninguna prueba u objeto que pueda delatarles. Tras una extraña despedida, Yaito agarro su patinete y se fue el primero de entre los tres. No hicieron falta miradas para comprender que es lo que estaba ocurriendo y tampoco había el tiempo necesario para hablarlo. Aura y Kiara se fueron por el camino que solían compartir hacia sus respectivas casas, mientras que Kai espero a que todas se fueran para asegurarse. Un cometa de cola celeste inundó el cielo, y tras varias horas de oscuridad acompañadas por las luces de la ciudad, el sol se dejó ver por el firmamento. Pasaron varios días hasta que la situación en la preparatoria volvió a ser la misma que antes del suceso "paranormal". Era el último día lectivo de la semana y el ambiente se notaba por las clases, pues pocos de los alumnos estaban atendiendo a la lección o simplemente miraban por las ventanas con la esperanza de que el timbre que marcaba el final de la clase sonará. A la salida y tras el bullicio de personas, el grupo de tres se había agrupado en la taquilla de Kai.

— ¿Entonces nos vemos en Pegasus Avenue? ¡Tengo muchas ganas de ir a las tiendas!

— ¿No te había dicho tu madre que salir poco hasta que tus notas mejorarán? —replicó Aura, mirando a Kiara sonriendo.

—Ya bueno, ¡pero un día es un día!... Ni que se fuera a acabar el mundo por quedar con vosotros... —respondió Kiara—. Estas conmigo, ¿verdad Kai?

Kai estaba ojeando su taquilla mientras las otras dos acompañantes seguían conversando. Tras guardar sus libros, cerró de un golpe la taquilla y miro a ambas.

—Bueno... nunca he estado así que ... —respondió Kai.

Los rostros de Kiara y Aura hablaban por si solos. Tras un segundo de silencio, sin contar con el ruido de fondo, la conversación prosiguió de camino a la salida.

— ¡Entonces decidió! Nos vemos en casa de Kai sobre las 7 —respondió Kiara, mientras aceleraba el paso a la salida—. ¡Voy tarde, luego nos vemos!

Los dos restantes se quedaron unos minutos en la puerta exterior del centro hasta que se despidieron. Durante el camino a casa, Kai pensaba en asuntos banales como la tarea escolar, la lista de la compra, o si necesitaba una nueva funda para su teléfono. Al llegar a su piso, dejo las cosas en la mesa y recogió un poco la cocina tras el estropicio de intento de desayuno. Pasado un rato, Kai se tumbó en la cama a descansar.

— (¿Debería de vestirme de alguna forma especial? Es que no sé cómo es el sitio ese... ¿Las pregunto? Nah, no voy a molestar...) —pensó Kai mientras miraba al techo de su habitación.

Poco a poco, hundido en sus pensamientos, Kai comenzó a dejar de pensar y dormir en un abrir y cerrar de ojos. Pasó de ser un sueño ligero a una siesta larga. Sumido por las arenas del dios del sueño, Kai comenzó a soñar con cielos grises y nubes blancas como el algodón.Tan solo era el, flotando a través del vasto sinfín de nubes. Algunas más pequeñas, otras más densas, pero todas le generaban un sentimiento de libertad. De fondo, se podía escuchar incluso un leve piano que lo acompañaba en su viaje. Todo era un viaje de ensueño hasta que el cielo comenzó a tornarse de un color purpura y las nubes comenzaron a oscurecer, acompañadas de un fuerte viento que movía a Kai y le hacía perder estabilidad. Sintiendo su corazón agitado, se vio perdido en un torbellino sin poder moverse, parecía tan real que incluso sentía el viento envolver su cuerpo. Un golpe se escuchó en el suelo, lo que hizo despertar a Kai. Era él lo que se había caído. El sueño, o pesadilla, le había hecho caerse de su cama. Pero el piano no fue lo único que se escuchó, pues milésimas de segundos antes de despertar, el maullido de un gato resonó en su cabeza. "¿Por qué un gato en el cielo?", se preguntaba Kai.