La señorita y la daga parte I

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Nota aclaratoria:

La daga de Caín es un artículo ficticio, un relato fantasioso creado por el autor para esta historia, los hechos relatados con personajes bíblicos también son basados en fantasía.

La palabra de Dios es una y puedes encontrarla en la Biblia, tengo un profundo respeto hacia la religión cristiana y hacia cada ser humano y sus creencias, dicho este descargo,
puedes proseguir con la lectura.

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— ¿Viajar?, pero, ¿sí vamos a ir a mi casa verdad? porque no tengo cepillo de dientes, además.. por mi condición actual tampoco tengo pasaporte.

— No te preocupes Andrea, no viajaremos en transporte convencional, usaremos otro tipo de transporte... y en cuanto a cosas de higiene y vestir. Yo te compraré lo que necesites no te preocupes.

— Ok pero, quiero todas las facturas prometo que voy a pagarte Vittorio.

— Señorita Andrea, mi amigo sólo trata de ser cortés, no tiene de qué preocuparse. — Añadió Alessio.

— Pero...

— Es cierto, soy dueño de la Joyería más prestigiosa del país, el dinero no es problema.

— La dignidad es el problema.

— Exacto, ¿qué tipo de digno caballero sería si no ayudo a una dama en problemas?

— No soy una dama en problemas.

Alessio y Vittorio miraron a Andrea con tanto desdén que la hicieron sentir pequeña.
— Ok, lo admito, sí estoy en problemas, acepto la ayuda.

— Bien, ya que se han puesto de acuerdo deberían partir, no quiero una procesión de la iglesia católica en mi sala, ¿hay algo más que necesites de mí?

— Sí, los documentos que prometiste...

— Ahh cierto, es verdad.

— Y también una venda.

— ¿Qué?...

— Sí, vendas... comunes,  de esas que se usan para las heridas.

— Ah claro, ya te las traigo... ya te traigo todo dame unos minutos.

— Gracias.

Mientras Alessio subía las escaleras, Andrea se fijó en una copa que estaba sobre la mesita de la sala.

— Para ser vino, el contenido de esta copa se ve muy oscuro... además no huele a licor, ¿él es... lo que estoy pensando que es?

— Ante la pregunta de Andrea, Vittorio asintió y ella se acomodó el cabello hacia adelante cubriéndose el cuello.

— No tienes que preocuparte, no he mordido a un humano en cuatrocientos años, y no vas a ser la primera, Vittorio es mi amigo y además deseo conservar mi alma. — Dijo Alessio regresando con un estuche cilíndrico de madera y las vendas que Vittorio le pidió. — Aquí está lo prometido, te deseo un viaje exitoso.

— Gracias.

Levantándose del sofá, Andrea se despidió asintiendo con la cabeza y pegándose de Vittorio, dejaron el penthouse.

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— Y bien, ¿qué hacemos en este callejón? — Preguntó Andrea.

— Pues... aquí va a comenzar nuestro viaje.

— ¿Aquí?

— Sí... es un buen lugar hay mucha oscuridad.

— Okey...

El Guardián malditoWhere stories live. Discover now