Mar. Con su escritor, delante de su marido.

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A Mar. Eres más zorra de lo que nadie sabe.

Camino del hotel, en el taxi nada estaba saliendo como ella quería. Ya por la mañana los dos habían discutido por la ropa que ella quería llevar y antes de salir de casa la discusión ha sido por el peinado y por el maquillaje. Mar había pensado que Jaime vería con buenos ojos que ella se pusiera guapa para la ocasión, pero ahora se arrepentía por completo. Debería haber ocultado el evento y podía haber fabricado una escusa para poder ir sola, libremente. Pero entre ellos no hay secretos. O al menos no demasiados hasta ahora. La presentación era a las seis y con la discusión, además iban tarde. Finalmente Jaime aceptó que Marlene se pusiera su falda más bonita y sugerente para acudir y se maquilló con mucho esmero para favorecer sus gruesos labios y sus enormes y expresivos ojos marrones con brillos ambarinos. La excitación del día era muy grande, bueno de la semana. La noche del pasado sábado, Aitor le explicó por la red de mensajería en la que llevaban dos años hablando, que su editorial le había pedido ir a Cuenca a presentar su primer libro, “ Pasión por vivir “. El libro de novela erótica que acababa de salir a la venta. Mar tenía su ejemplar dedicado desde antes de su salida a venta, porque casi todas las noches ellos dos charlaban por esa red, a veces varias horas y no solo eso, Mar había leído cada escena mientras él las ideaba y también participaba en eso, dando su opinión femenina. Bueno y más cosas, le hablaba a él  de sus sueños y de sus fantasías. Él a veces la escribía textos sólo para ella, textos cargados de erotismo y de pasión, con los que Mar disfrutaba enormemente. Pero hacia ya meses que aunque lo ocultara, de lo que disfrutaba realmente era de él, de Aitor. Relajada en su cama mientras aquellas charlas se demoraban, sentía una fuerte atracción por él, una atracción animal, salvaje. A veces, las pocas veces que las charlas pasaban a llamadas de audio le había parecido que él, a ratos respiraba muy fuerte y que hasta se le entrecortada la voz y ella lo imaginaba acariciándose y dándose placer, como hacía ella. Esa era una de las cosas que había empezado a ocultarle a Jaime, sus deslices en esas charlas.

Cuando llegaron al hotel la firma de libros y la entrevista habían concluido casi, y se acercaron lo más posible al autor. Este, en cuanto la vio, dio por finalizado el evento y se dirigió rápidamente hacia ella. La agarró por los hombros y beso su rostro con gran cariño. Mar se sonrojó inmediatamente sintiendo el calor que la presencia de Aitor le provocaba, mil veces mayor que cuando lo había llegado a ver por la cámara las noches en que la conversación, tornaba y exigía que se vieran las caras. Mil veces mayor que cuando sus tórridas conversaciones terminaban en orgasmos sofocados para no llamar la atención. Mar le presento a Jaime y los dos se enredaron en una amable charla, mientras el escritor los llevaba al bar del hotel. Cuando llegaron los tres y pidieron unos cafés, el ambiente era abrumador. Demasiada gente y demasiado ruido y cada dos por tres interrupciones de gente que quería que su libro llevara una dedicatoria impresa, casi todas mujeres bellas y predispuestas a protagonizar alguna de las escenas más calientes del volumen. Los celos de Mar no dejaban de crecer, su excitación tampoco. Al poco tiempo, Aitor les invitó a alejarse del ruido para poder charlar, más tranquilos en su habitación. El mero hecho de pensar en eso, por si solo, ya provocó que el tanguita nuevo de Mar, acusara la excitación en forma de abundante humedad, pero además, Aitor de camino al ascensor soltó una frase poco  apropiada, recordando la fantasía erótica de ella más fuerte, la que la hacía perder el norte, sentirse una auténtica geisha. Con un descaro enorme, sencillamente dijo,
“ Cuidaremos entre los dos de Mar, porque estar en una habitación de hotel contigo y con otro hombre, es el deseo de su vida”. Jaime la miró con ojos condescendientes, él también sabía de esa fantasía, y ella miró a Aitor con rabia por sacar el tema.
En el ascensor entró primero Aitor y Mar después, y como no era muy grande Jaime se colocó  delante de ellos pero en cuanto el viaje hacia la quinta planta empezó, la mano que estaba en la cintura de ella bajo muy al sur, bajó hasta el final de la falda y se metió por debajo hasta alcanzar el tacto del tanga. Jaime estaba medio metro delante de ella, y del escritor. Mar no pudo emitir ningún sonido por la sorpresa, pero en sus sueños más húmedos era lo que deseaba. Abrió un poco más las piernas…

Relatos eróticos breves.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora