Lola. Empapando el asiento del coche.

1.8K 7 2
                                    

A Lola.



Sí, a la fabulosa Lola Dacosta. Este relato, sí que va a resultar extraño y lo voy a escribir porque por casualidad, esta semana he pensado en ella varias veces. Pero primero, creo que debo aclarar aunque sea por encima, quién es Lola.



Conocí por primera vez en persona a Lola, como dependienta de una tienda erótica, algo anticuada y por ponerle una pega, un poco cutrecilla. Era una tienda de artículos eróticos en Bilbao, cerca de El corte inglés. Yo pasaba un día por allí patrullando y vi el local abierto. Me sorprendió un poco, un local de los que antes se llamaban, sex Shop, tan expuesto y abierto en una zona bastante transitada, pero me pareció una idea genial, así que me pasé por allí unos días más tarde, a curiosear. No es menos cierto, que esa curiosidad desembocó en la compra de un vibrador. Yo tendría más o menos 23 años. Evidentemente, no era mi primer juguete sexual, pero me sentí bastante cómoda allí, mirando y seleccionando el artículo que estaba destinado a profanar mis pliegues en futuras sesiones de sexo autoinflingido.



La vida siguió su cauce y yo, con ella. Mi relación con esa tienda, se hizo un poco más cercana y ya no solo recurría a ella para eso. Empecé a normalizar mi relación con los artículos eróticos y descubrí la sensación de regalar alguno de esos artículos en determinadas ocasiones a amigas y a amigos, claro que sí. Ellos también tienen derecho a tener juguetes, lubricantes, condones de sabores y todo eso, aunque a la mayoría, les resultaba violento al principio. Y por entonces ellas, todas mis amigas, terminaron teniendo una bala en el bolso. Ese vibrador diminuto que parece un pintalabios.


Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.



De pronto, un día que estaba paseando cerca de la tienda, haciendo tiempo para acudir a una sala de juzgado por un viejo caso, decidí pasarme. Allí estaba Lola. No, Lola no deja indiferente a nadie.



Lola es una tía enorme. No lo digo por su tamaño, que también. Medirá casi metro ochenta, pero es su aura lo que al principio, me hizo sentirme algo pequeña, cuando no lo soy ni lo siento nunca. Su expresividad es infinita. Entonces, llevaba el pelo negro, largo, con media melena. Tiene los ojos grandes y oscuros, la cara afilada hacia la barbilla y llevaba los labios rojo carmesí, muy sugerentes, dibujando una sonrisa cómplice y amistosa. Nada más empezar a hablar con ella, me sentí en un sitio, muy cerca de casa. Muy cómoda. Empezamos a hablar sin tapujos y en cuestión de minutos, aprendí cosas que me habría costado tiempo averiguar, de asuntos tan básicos que deberían enseñarse en primero de ser humano.



Durante un par de años, no sólo tuve noticias de ella cuando iba a esa tienda, porque Lola está en todas partes. Hace radio, va a programas de tele, tiene blog, es muy prolífica en redes... Es una comunicadora del sexo, buenísima. Hasta me enteré que hacía talleres específicos en la propia tienda. Servicio de coatching sexual, en la puerta de casa, para el que lo solicite. Al final, cada visita a ese lugar, se convertía en una aventura.

Relatos eróticos breves.Where stories live. Discover now