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Samantha

Hoy nos íbamos a Bahamas.

Las maletas ya estaban en la entrada y la madre de Alondra nos llevaría al aeropuerto. Me encontraba extrañamente ansiosa por aquel viaje, como si de alguna manera fuera a poder terminar de solucionar lo que ocurría entre Alondra y yo.

Ella apenas me dirigía la palabra, era como si desde lo que había ocurrido entre los árboles en casa de Rocío se avergonzara de mirarme a la cara... Aquello me llevaba a pensar que para ella había sido la primera vez en intimar de aquella forma con alguien lo que me daba ganas de darme de bruces contra la pared por haber sido tan descuidada.

Pero tampoco estaba del todo segura si es que ese era el problema... Alondra parecía inocente... cuando quería; Había tenido novia y cuando nos besábamos o cuando me acariciaba con sus suaves manos parecía como si tuviese experiencia de sobra...

Pensar sobre ello me ponía de muy mal humor por lo que descartaba aquellas imágenes de mi cabeza en cuanto comenzaban a formarse en mi cerebro.

Óscar y yo estábamos cargando las maletas en la entrada mientras Ama iba a buscar a Alondra que aun no había bajado de su habitación. En cuanto aparecieron me fije en su aspecto.

Iba con vaqueros y una camiseta de color blanco ajustada, y converse. No pude evitar sonreír ante su aspecto juvenil, pero mi sonrisa se congeló al ver su rostro. Estaba preocupada por algo, es más yo diría que asustada. Me acerqué hacia ella sin perder un segundo.

-¿Qué te ocurre?-le pregunté, examinando su rostro.

Las pecas resaltaban más bajo la luminosidad de aquel día soleado. Ella levantó la vista al mismo tiempo que se guardaba el teléfono en el bolso y me sonrió de manera forzada.

-Nada, estoy bien.-dijo rodeándome y encaminándose hacia el maletero.

Reprimí mis ganas de zarandearla para que dejase de comportarse de aquella manera tan distante y terminé de guardar las dos inmensas maletas en el maletero.

No tenía ni idea de lo que llevaban ahí dentro pero seguro que no era lo indispensable para pasar un fin de semana.

No me gustaba la idea de que Raquel condujera mi coche de vuelta a casa pero si no quería dejarlo en el aparcamiento del aeropuerto no tenía más remedio.

Ella se sentó en el asiento del copiloto y como siempre que la tenía cerca comenzó a hablar con todos y de cualquier tontería. Esa mujer podía parecerse a Alondra físicamente, pero en cuanto al cerebro... no tenían nada que ver.

Una hora más tarde llegamos al aeropuerto. No tardamos en despedirnos de Raquel y pronto estuvimos sentados frente a la puerta de embarque esperando a que nos llamaran.

Mi padre nos había comprado billetes de primera clase por lo que no tardaríamos en entrar. Ama y Filis estaban enfrascados en algún tipo de discusión lo que me llevó a pensar que a lo mejor aquel viaje no salía como estaba planeando.

Si Alondra apenas me hablaba y estos dos discutían como si fuesen un matrimonio... Me fijé en ella... estaba leyendo un libro, la verdad es que casi siempre que estábamos en casa y sin hacer nada ella estaba leyendo; me pregunté qué es lo que podía gustarle de Thomas Hardy, pero lo dejé correr, mis gustos literarios no tenían nada que ver con los de ella, estaba claro; entonces me fijé en su rostro preguntándome que era lo que tenía aquella chica que hacía que quisiese comportarme de una manera totalmente diferente...

¿Eran sus ojos color miel, cargados de inocencia y a la vez de un carácter indomable que sacaba de quicio a cualquiera?

¿Eran aquellas pecas que le daban un aire aniñado y sexy a la vez?

𝐂𝐮𝐥𝐩𝐚 𝐌𝐢𝐚 {𝐑𝐢𝐯𝐞𝐫𝐬_𝐠𝐠}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora