𝐅𝐔𝐄𝐆𝐎 𝐘 𝐃𝐑𝐀𝐆𝐎𝐍𝐄𝐒

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Capítulo IV: La desgracia de la reina

Alicent Hightower, conocida como la actual reina consorte, la madre del príncipe Aegon Targaryen. Ella era la segunda esposa de Viserys y al mismo tiempo, la madre del segundo descendiente del rey, parecía que su destino era siempre estar en segundo lugar, una especie de broma cruel de los dioses o un castigo por su arrogancia. Pues no era secreto para nadie en la corte, que la actual esposa  del rey había declarado abiertamente que ella no fallaría en su deber de entregarle un heredero varón al rey, como era lo que se esperaba. Alicent fue arrogante, así que ante los ojos de varios miembros de la corte, quienes no lo dirían abiertamente, los múltiples abortos que había tenido no eran más que un castigo divino.

El primer bebé que iba a tener Alicent era un niño al que llamarían "Baelon" como el difunto príncipe, murió a los seis meses dentro del vientre de la reina; el segundo embarazo, ni siquiera llegó a tener un nombre debido a que murió apenas dos meses en el vientre de la reina; el tercero, cuarto y quinto llegaron a los ocho meses, pero no lograron ver la luz de la vida. Parecía una especie de maldición arrojada sobre la reina consorte, un castigo por su arrogancia, por haber afirmado que cumpliría con el deber que Aemma Arryn no pudo, eso hasta que finalmente la reina, luego de diez años de espera, logro llegar a los nueve meses, sufrió de un parto extremadamente doloroso, pero que resultó en tener a su único hijo: "Aegon Targaryen", llamado así en honor al conquistador.

Y sin embargo, nada de eso parecía importar ahora. Era invisible en la corte desde la llegada de los hermanos de su esposo, quienes la miraban por encima del hombro como si ella fuera una intrusa.

Ella no era una intrusa, era la madre del príncipe, del próximo Rey, merecía ser tratada con respeto y honor. Era lo justo, ella había sacrificado los mejores años de su juventud para que su sangre prevaleciera en el trono, ella le dió a Viserys un hijo varón. Ella cumplió con su responsabilidad, con deber y sacrificio.

Y aún así, su esposo no la defendía, su atención y la del resto de los cortesanos no estaban sobre Alicent, todos veían deslumbrar el encanto de la princesa Saerys en la corte, la Targaryen más joven de los tres hermanos, quien a ojos de Alicent, siempre fue una chiquilla problemática y caprichosa, teniendo todo lo que siempre quería. Alicent mordió su uña al ver cómo es que los ojos de su marido brillaban con un toque especial, lo reconocía, el mismo que había tenido con ella años atrás. Ante los miembros de la corte, el rey era un hombre honorable y recto, pero Alicent sabía la verdad. Viserys buscaba alguien que pudiera reemplazar a Aemma, alguien que calentará su cama, después de múltiples abortos y de haber fallado en su deber como esposa, Viserys había dejado de tocarla como antes, no es que a Alicent eso le molestará, pero dejo de intentar tener hijos con ella porque la vio como un fracaso. Al punto que ni siquiera estuvo ahí el día que nació Aegon, el rey estaba en la sala de conferencias atendiendo asuntos del reino mientras Alicent sufría de dolor en la cama de parto.

“Le di un hijo varón, sacrifique los mejores años de mi juventud a su lado, no puede querer reemplazarme”

Los pensamientos de Alicent eran una locura, ella estaba cargando a su bebé mientras Viserys platicaba animadamente con sus hermanos, escuchando las numerosas historias sobre como había sido la vida en el exterior, como en varias ocasiones se habían trasladado de un lugar a otro, ellos habían estado hablando con tanta alegría, hasta que entró la princesa Rhaenyra.

— Princesa, pensamos que no nos acompañaría el día de hoy en la celebración — Alicent expreso forzando una sonrisa mientras cargaba a Aegon.

— ¿Cómo podría perderme la celebración por el nacimiento del hijo de la reina, Su gracia? — Rhaenyra expresó, sonriendo de la misma manera, ella luego giro a ver a su padre—. Mi rey, me temo que hubo una pequeña confusión, debido a que al parecer mis criadas recibieron la información errónea sobre la fecha del homenaje por el nacimiento del príncipe.