Extra 1 Alvaro Montolla

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Alvaro Montolla.

No puedo evitar sonreír al haber descubierto que mi esposa aún guarda su anillo de casada, lo he encontrado sin querer bajo su almohada.

Ella duerme tranquilamente cubriendo su hermoso cuerpo desnudo con las sábanas.

Tal vez fui un imbesil al haberla perdido engañando la con otra mujer y se que no tengo excusa, pero haría lo que fuera por recuperar la y no sólo ser, su amigo con él cuál comparte la cama cada que ella quiere.

Quiero ser algo más que eso.

Quiero volver a ser su Compañero de habitación, su confidente, su amigo, su amante, su esposo.

Su todo.

Poder decirle cuanto la amo cada que quiera.

La abrazo suavemente cerrado los ojos, el olor suave de su piel se mezcla con el de su cabello llegando a mis fosas nasales una mezcla de cereza y miel agradable que nunca me he cansado de aspirar.

Quizás sea el mayor imbesil de la historia pero tengo la seguridad que ninguno de esos novios que tuvo, nisiquiera ese que murió por ella la quieren o la quisieron más de lo que yo la amo.

Ella nunca quiso casarse con ninguno, aún así, se que le tiene un cariño muy especial a ese hombre que cuando fue su novio, murió por ella.

No conozco la historia, nisiquiera el nombre del hombre, pero tengo entendido que fue así.

Incluso mi hijo sufrió con su muerte.

Ignoro esos pensamientos y me hundo en un profundo sueño con el aroma de la mujer de mi vida en mis fosas nasales.

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Me sobresalto despertándome en el proceso de forma brusca igualmente que Bivian cuando la puerta de la habitación es asotada.

Mi esposa se cubre con las sábanas al igual que yo ante la presencia de nuestra creación.

—¡Mamá!—Las palabras de Piero se cortan al vernos en la cama.—¿Papá? ¿Mamá? ¿Ustedes?...

—¡No!

—¡Si!

Ambos nos miramos extrañados al haber hablado al mismo tiempo respuestas tan opuestas, ella con una negativa y yo una positiva.

—Hijo esto se puede explicar.—Le dice Bivian antes de mirarme una vez más.

—No creo que haga mucha falta mamá...—Dice pero el mismo, calla para preguntar indiscretamente.—¿Regresaron?

—¡Si!!

—¡No!—Ruedo los ojos mientras que mi ex esposa me fulmina con la mirada y me hace una señal de que me calle antes de volver a mirar a nuestro hijo.

—¿Se pueden poner de acuerdo?—Dice.

—Si hijo es que...—Intento explicar y rasco una de mis sejas de forma pensativa, es una característica, o mala costumbre que tengo de hacer cuando intento pensar para dar una respuesta rápida, o simplemente estoy nervioso por alguna cosa.

—¡Te puedes callar!!!—Dice mi esposa entre dientes sin paciencia alguna interrumpiendo mi intento de explicación.

Ciertamente si, le tengo un poco de miedo a Bivian, a pesar de que es mi propia esposa, la conozco bastante bien y por eso mismo es que le temo.

Me callo pareciendo un perrito regañado  en la habitación dejando que mi esposa hable.

—Tu papá y yo no vamos a regresar nunca hijo.—Sus palabras duelen como la mierda, realmente no creí que diría eso es algo que me sorprendió.

Entre el amor y la venganza Donde viven las historias. Descúbrelo ahora