CAPÍTULO 28. CON TEMOR.

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Frank, no entendía el por qué no podía comunicarse con Jean, no respondía los mensajes ni llamadas.
—Enza, entonces debemos volver a Capri, así tenga que llevarme por la fuerza a Laura. ¿Dónde está Alma?
—Quedó en casa.
—Vamos por ella y se quedarán en el hotel mientras pido traslado para Laura.
Frank y Enza fueron a la casa donde estaría Alma, Enza sentía esa presión en el pecho que sintió desde el momento en que Amalia desapareció de las vidas de ellas.
Se acercaron y vieron la multitud y los carros de emergencia y bomberos.
—¡Por dios! ¡Alma! —dio un grito desgarrador que rompió su corazón al ver su casa en escombros y no encontrar a Alma por ningún lado.
—¿Dónde está mi nieta? ¡Alma! Hija.
Gritó, preguntó y llamó sin tener respuesta de Alma.
Frank salió corriendo tras de Enza, la sostuvo al momento de querer caer al suelo.
—Enza, tranquila, Alma debe estar bien, vamos, la encontraremos.
Frank buscó y preguntó y nadie vio, ni escuchó, ni dijo nada de Alma.
—Frank, mi nieta no está, no quiero pensar que.....—no terminó la frase, pues se negaba a creer que Alma estuviera ahí entre los escombros.
Los bomberos hicieron su trabajo y entregaron restos de la muñeca que Amalia le había regalado a Alma,
Enza dio un grito desgarrador creyendo lo peor con Alma, Frank trató de sostenerla al momento en que cayó desmayada al suelo y los paramédicos corrieron a auxiliar la.
Una hora después estaba Enza hospitalizada en el mismo hospital donde estaba Aurora.
Frank estaba en los pasillos caminó de un lugar a otro ideando cada diálogo y de cómo le diría a Aurora lo sucedido con Alma.
—Puede pasar doctor  Sttofers. —informó la enfermera saliendo de la habitación de Aurora.
—Por favor, pídale a mi colega que él esté presente, no tendrá una buena reacción con la noticia.
La enfermera fue por el médico mientras Frank entraba a la habitación.
Aurora lo miró y vio un destello de tristeza en su mirada.
—Frank. ¿Qué sucede Frank? ¿Le pasó algo a mi hija? Responde por favor.
Frank tomó sus manos y la tranquilizó.
—No, no Laura, ella está bien, en perfectas condiciones.
—¿Entonces? —preguntó Autora mirando al Galeno entrar junto a la enfermera.
—¿Qué pasa doctor?
El Galeno miró a Frank haciendo una señal de asentimiento y cerrando los ojos. Frank suspiró profundo y habló de la mejor manera posible, no quería causar un dolor a Aurora, pero era mejor decirle ahora y no después
—Amalia  se fue, ¿cierto?—empezó diciendo Frank
—¿Qué le sucedió a Amalia?
—Ella debe estar bien, y no sabemos que mismo pasa, pero por alguna razón han venido contra su casa y la destruyeron.
—¿Cómo que la destruyeron?¿Donde está mi abuela y Alma? ¿Están bien, cierto?
Frank miró al Galeno y tragó el nudo en su garganta.
—Amor, mi vida...—no continuó pues Aurora gritó pidiendo una explicación.
—¡Habla Frank! ¿Qué le pasó a mí abuela y a Alma?
—Enza está en una habitación de este hospital, está estable. Pero..
—¿Pero qué Frank?
—Alma no corrió con la misma suerte.
—Habla claro Frank.
—Alma murió en el incendio. Perdón mi amor, perdóname por no poder proteger las.
—¡Nooo! ¡Alma no, noo, dime qué es mentira Frank, dime qué es tu forma de vengarte de mi.
Un grito desgarrador se escuchó en la habitación, Aurora lloró desesperadamente.
—No mi amor, jamás te lastimaría de esa forma.—dijo Frank abrazando la fuertemente, su desesperación era  tanta que el Galeno le inyectó un calmante.
—Es mentira Frank, es mentira.—fue hablando en susurro hasta quedar dormida.
Una semana pasó, Enza estaba asimilando la supuesta pérdida de Alma, Aurora era dada de alta y estaban listas para volver a Capri con Frank.

Una semana antes.
Amalia vio detenidamente su casa, esa que había comprado llena de ilusiones, sus lágrimas rodaron por sus mejillas, y sintió un profundo rencor hacia Rudolf. Nunca antes odió a nadie, ahora estaba experimentando ese sentimiento, limpió sus lágrimas y sin pronunciar palabras caminó hasta el auto y salió de ahí rumbo a la fortaleza, el trayecto era en un silencio sepulcral.
Charlie la miró a través del espejo.
—Señora, que ordenes dará y se cumplirán, tenemos que actuar rápido, Rudolf la quiere doblegar.
—¿Mis padres y mis hijos están seguros, Charlie?
—Con mi vida le respondo si les pasa algo a uno de ellos, el señor Emilio cada día se recupera más, pronto estará mejor y se pondrá al frente.
Llegaron a la fortaleza, Amalia bajó del auto y fue directo a la residencia de Rudolf.
Entró en la habitación sin pedir permiso encontrando lo en la cama con Libia.
—Sal de aquí perra.—habló déspota mente sacando desnuda a Libia.
Rudolf se carcajeó y se puso de pie mostrando su escultural cuerpo frente a Amalia quien no le quitó la mirada de los ojos.
—¿Te gusta lo que ves? —dijo Rudolf
—Vístete cerdo, no me causas ni un mal pensamiento como pretendes ahora. —caminó sosteniendo la fría mirada en Rudolf.
—¿Por qué te metiste con ellas? ¡Alma era una niña! ¿Qué clase de monstruo eres? Te metiste con una niña. Vas a pagar muy caro esto Rudolf Storibio.  —Amalia salió de la habitación y fue interceptada por Charlie.
—¿Los rescataron?—preguntó de inmediato.
—Los hombres que envié a sacarlos de ahí están todos muertos. Revisé las cámaras y están desactivadas.
Amalia regresó a la habitación de Rudolf y nuevamente entró sin permiso.
—¿A donde los llevaste? ¡Responde! Exigió Amalia agarrando la solapa de la chaqueta de Rudolf. Este sostuvo sus manos tan fuertes que marcó sus dedos en sus muñecas.
—Si quieres ver al padre de tus hijos vivo, tú sabes lo que quiero, dame el poder absoluto y dejo de buscar a tu madre y a tus hijos y te devuelvo a tu gran amor. Por qué te juro que lo voy a encontrar.
—¿Todo este dolor por el poder? Por dios Rudolf.
—Quiero todo y tendrás a todos.—
—Así como liberé a mis hijos, los voy a liberarlos a ellos también.
Amalia salió de la habitación de Rudolf y fue a la oficina seguida por Charlie.
—No hay rastros de ellos señora, buscaron en todos los lugares posibles y no están.
Amalia caminaba de un lado a otro, intentando poner en orden sus ideas.
—Charlie ¿Qué hago? Me siento atada de manos y pies, no imaginé estar en esta situación nunca.
—Manténgase serena señora, no le demuestre debilidad, por que entonces el habrá ganado terreno en usted.
—¡Dios mío, ayúdame! No se qué hacer, no está en mi ser como ellos de corazón duro.
—Si quiere sobre vivir, tendrá que hacerlo, y sin mirar atrás.
En ese momento fueron interrumpidos por Astrid, quien entró como un vendaval arrasando con todo.
—¿Qué pasa Astrid? —preguntó Amalia al verla agitada.
—Señora, descubrí donde los llevaron, uno de los nuestro está con ellos.
Amalia sintió un soplo de alivio al escuchar esas palabras,  miró a Charlie que vio toda la información que el infiltrado les envió a través de Astrid.
Mientras
Astrid caminó a la oficina donde estaba Amalia y Charlie, Libia la siguió si ser vista, la vio entrar a la oficina y se paró ahí a escuchar.
"Señora, descubrí donde los llevaron"
" uno de los nuestro está con ellos."
Salió de ahí tan rápido como silenciosamente y fue a la oficina de Rudolf.
—¿Qué pasa Libia? No fue suficiente.
—¡Imbécil! Solo por que sé, que compartirás conmigo todo esto es que te traigo una información que te interesa.
—¡Habla rápido, no tengo tiempo para tus acertijos!
—Entre los hombres que están custodiando a Jean y a Selene hay un infiltrado, y le pasó información a Astrid, y se la está dando a Charlie y Amalia.
Rudolf marcó en su celular y el hombre estuvo de inmediato ahí.
—Intercepta a Astrid, llévala a los calabozos y tráeme su celular, pero es ya.
El hombre salió de la oficina caminó por los pasillos y esperó el momento adecuado.
Astrid salió de la oficina de Amalia caminó por los pasillos y fue a su habitación. Los golpes en la puerta le llamó la atención.
Tomó su arma y se puso tras la puerta
—¿Quien?—preguntó
—Soy Alexis, abre por favor.
Astrid abrió la puerta y Alexis entró, Astrid se colgó del cuello de Alexis dándose un apasionado beso.
—Estás muy prevenida, estamos en una guerra interna, no sabemos quién es quién aquí.
—¿No desconfiarás  de mí? ¿O si?
—Claro que no,
Alexis dio besos a Astrid y fueron caminando hasta que cayeron a la cama dejando un camino de prendas a su paso.
La noche fue muy intensa, llena de pasión y gemidos. Sus cuerpos perlados por el sudor estaban unidos. A la mañana siguiente Astrid despertó adolorida y con las manos atadas a los barrotes de un calabozo.
—¿Qué significa esto? Alexis. ¿Por qué estoy aquí? Así.
—Lo siento Astrid, eran órdenes del jefe, tenía que hacerlo don llamar la atención.
—Desgraciado, infeliz, traidor. ¿Cómo pudiste hacerme esto? Yo creí en ti.
¿Qué información quieres, no tengo nada que te pueda servir.
—Lo tienes, claro que lo tienes, y ya está en manos del jefe.
Alexis salió de la presencia de Astrid y llegó Libia.
—Patética, te ves tan patética ¿ Como fuiste a creer en Alexis, traidora. Traicionaste a Rudolf.
—Y crees que tu le serás siempre útil, cuando tenga todo lo que pretende tener te desechará como a un trasto viejo.
—No será así, tu perdiste. ¡Agua! —ordenó y la lluvia artificial se activó, subió la palanca de la energía descargando voltaje sobre Astrid que gritaba descaradamente.
—Serás desechada como lo que eres una basura, aunque no esté para verlo, ese será tu destino.
Astrid no resistió tanto y terminó muriendo electrocutada por orden de Libia.

¿Quién es el padre de mi hijo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora