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Bebí una vez más del café en mi mesa. Mis ojos seguían pegados en la pantalla de mi computadora y mis uñas ya dolían de tanto golpetear la madera. La gente continuaba hablando entre ellos, armonizando la música del fondo. Los meseros andaban de allá para acá y finalmente un sujeto familiar tomó el asiento frente al mío.

-¿Qué tanto piensas?

Desvié la mirada y Seungmin me sonrió. Le regresé el gesto y giré la computadora, mostrándole la razón de mi distracción.

-¿Qué opinas?

Seungmin miró las fotografías editadas, listas para entregar. Le vi bailando los ojos por toda la pantalla, analizando todas las imágenes con detenimiento.

-Son perfectas, Wonnie -me acarició la coronilla-. Te dije que no debías preocuparte.

-Gracias, Minnie -suspiré, trayendo de vuelta mi computadora-. Ahora sólo falta llevarlas al profesor.

-Yeap, si ya estás lista podemos ir ahora.

-De acuerdo, vamos.

Seungmin se levantó de nuevo y yo me encargué de preparar la memoria USB y guardar mi computadora en la bolsa. Me levanté de mi asiento y miré a mi amigo que pagaba lo que consumimos, y fue entonces que me di cuenta que el ambiente estaba siendo tranquilo fuera de mi cabeza.

De alguna manera, la visita a casa de la abuela Min, me hizo pensar un poco más que siempre. Bang Chan me había dado más explicaciones de las que ella me dio antes de descansar. En pocas palabras, la mujer tenía un papel bastante importante dentro de la familia y tanto los Bang como los Manoban estaban dispuestos a esconder la enfermedad de la abuela para protegerla de los buitres que, para nada sorprendente, se trataba de sus propios hijos.

-Listo.

Mi mejor amigo volvió. Se colgó su mochila sobre su espalda y comenzamos nuestra pequeña travesía hasta el edificio administrativo. Como siempre, los viernes se volvió sinónimo de desierto y ahora el tránsito de gente se mostraba decadente tanto en pasillos como en los jardines. El clima también pareció estar en sintonía porque los cielos estaban nublados y la brisa del aire era calmosa. Básicamente era todo un escenario perfecto que me exigía estar echada en la cama sin hacer nada productivo.

-¡Seungmin, _____!

Vimos al profesor Park en el pasillo y nos acercamos a él cuando nos llamó. A su lado se encontraba un sujeto al que nunca había visto por la universidad, pero que parecía demasiado cercano al profesor. Este nos sonrió y mantuvo su gesto simpático cuando reverenciamos hacia su posición.

-Que bueno que los veo, chicos -palmeó el hombro de Seung-. Permítanme presentarles a Lee Michan, Michan, ellos son Kim Seungmin y Wong _____ los alumnos estrella que presentarán sus obras en el museo.

Seung y yo nos miramos con los ojos pelones antes de reverenciar nuevamente hacia él. El sujeto que pretendía ser un anciano debido a su nombramiento como director del museo, terminó siendo en realidad un tipo que rozaba los cuarenta. Era de buen vestir y su rostro guapo y maduro definitivamente lo dejaba como alguien inalcanzable entre la gente de su edad.

-Un gusto conocerlos, chicos -saludó-. Park no ha dejado de hablarme de ustedes, es un placer.

-Es un honor para nosotros -respondió Seungmin-. Uh... Justo veníamos a buscarlo, profesor, ya tenemos las fotografías.

-Oh, es una buena noticia -sonrió, mirando a su colega-. ¿Les damos un vistazo?

Michan asintió y el profesor Park nos guió hasta su oficina. Colocó ambas memorias a la computadora y se acomodó en el escritorio de tal manera que él y su invitado podían ver nuestras fotografías.

CIGARETTES AFTER SEX || BANG CHAN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora