La sensación de sus labios en mi pecho aún se sentía ardiente y fresca, manifestándose en una picazón fastidiosa que me obligaba a buscar alivio con el restriego de la tela de mi sudadera cada dos minutos. Mi consciencia seguía en un estado absorto y la pesadez de la misma era demasiado atosigante como para permitir concentrarme.

Despejé mi cerebro y rompí el contacto visual con los apuntes en mi libreta. La voz principal dentro del aula llegaba a mis oídos en un volumen bajo y distorsionado. Todo mundo miraba al frente y se sentía como si yo estuviera en un segundo plano de esta realidad.

—¿De acuerdo, señorita Wong?

La voz profunda de la profesora me jaló a la verdadera realidad. La miré parpadeando, tratando de enfocar mi mirada en la suya y tomarme un momento para despertar a mi cerebro ante la posible trampa en mi contra.

—No.

—¿No?

Los ojos del alumnado casi se salen de sus cuencas ante mi tono supuestamente retador y el silencio pareció reinar el interior luego de mi respuesta bruta. Sentí que mis mejillas se sonrojaron y me dediqué a guardar mis cosas y colgarme la mochila en el hombro bajo la mirada conmocionada de la profesora.

—Lo siento —reverencié—. Necesito ir al baño.

Salí del aula sin siquiera esperar a obtener una respuesta. Mis tacones golpeaban con rapidez al suelo y me escondí en el primer baño que se cruzó en mi camino, dentro del último cubículo. Mi estómago revoltoso me obligó a hincarme y seguidamente mi estómago se vació.

Me estaba resultando vergonzoso esto y el simple hecho de recordar el sabor de los panqueques quemados de esta mañana, se volvía suficiente incentivo para hacerme vomitar con más fuerza.

—Ugh.

El asco del recuerdo se menguó a la par del vacío de mi estómago. Me levanté del suelo y tiré de la cadena con mi bolsa en el hombro para irme.

—¡Dios! —respingué.

Seungmin estaba recargado en el lavabo con los brazos cruzados sobre su pecho junto a una mirada negra y espeluznante que amenazaban con no soltarme.

—¿¡Qué carajo estás haciendo aquí!? ¡Es el baño de mujeres!

—Eso es lo de menos, ¿Qué mierda pasa contigo? Has estado tan ida estos días y ahora devuelves el almuerzo —reflexionó, lanzándome luego una mirada desconcertada—. ¿Dónde estuviste todo el sábado? —indagó de nuevo.

Le miré en silencio con la frente arrugada, sintiendo que el corazón se me salía. Claramente no iba a decirle que pasé todo el día en casa de Bang, no era pertinente y además, yo misma le había pedido a Chris que guardara el secreto.

—Seungmin-ah detente, ya deja ese asunto.

—Estuviste con alguien, ¿verdad? —señaló—. ¿Al menos te protegiste? Wong, por dios, no puedes quedar embarazada, idiota.

—¡Yah! Por favor, deja de decir estupideces —me acerqué al lavabo—. No estoy embarazada... Se me quemaron los panqueques y ya era tarde —confesé—. ¿Puedes dejar de ser un maldito grano en el culo? Yo ni siquiera te reclamé por haberte revolcado con Soojin en nuestra casa, tú eres el único mal en todo esto, no vengas a joderme ahora.

Me sequé las manos y me enjuagué la boca bajo la atenta mirada de mi amigo. Lo vi suspirar de manera lamentable y luego su gesto se volvió triste. A pesar de ello, decidí no doblegarme y salí de los baños con dirección a cualquier lugar. Me resultaba molesto tener que sentirme culpable cuando él había sido el que rompió las reglas en un principio y me sometió a un interrogatorio con esa zorra aún en mi casa como si fueran mis padres o algo por el estilo.

CIGARETTES AFTER SEX || BANG CHAN Where stories live. Discover now