2| La Noche de Oro

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Nate se quedó parado por unos segundos, estático, y mirando confundido a todos, en especial a Rhine quien parecía estar a punto de lanzarse sobre él. Los guardias intentaban en vano pasar a través de la muchedumbre, pero era inútil. Un puñado de alfas se había arremolinado alrededor de Nate, quien a su vez miraba todas sus vías posibles de escape, ¡pero he allí el problema! No había ninguna. Estaba completamente rodeado y mientras su cuerpo luchaba contra un dolor abrumador.

Su mente se burlaba de él al mostrarle la cruel realidad que se negaba aceptar, su cuerpo entero punzaba en dolor, mientras que un cosquilleo se alojaba en su vientre, podía sentir entre sus piernas un líquido viscoso que resbalaba vulgarmente sobre su piel. El corazón latía en su cabeza y hacía que sus ojos se sintieran pesados y húmedos. Hacía calor y a estas alturas Nate sabía qué era aquello que tanto le incomodaba. Soltó un jadeo y eso bastó para que varios alfas gruñeran, y ante el mínimo movimiento que dio todos se pusieron alerta, listos para brincar sobre él, y eso estaba terriblemente mal. Nate no podía escapar y tampoco pelear, se encontraba débil y acalorado, lo único que pensaba era en aliviar el problema que ocurría entre sus pantalones y mitigar el dolor, pero sabía también de sobra que era algo que no se podría aliviar como días anteriores, esta vez inútilmente su cuerpo entero aclamaba ser posado en una superficie blanda y no ser tocado por nadie.

Y eso era algo que en definitiva no podía permitir.

—¡Pablito se fue a la guerra, que dolor, que dolor, que PEEEEENA!

Nate no reaccionó cuando alguien le tomó del brazo y comenzó a arrastrarlo por entre todos los alfas que se miraban unos a otros confundidos tras salir de su trance y sin más comenzó a correr tras trastabillar al ser arrastrado. Miraba desorientado la silueta de la chica que corría intentando alejarlo del peligro, pero Nate se encontraba demasiado torpe y en más de una ocasión tropezó, en cuanto escuchó el primer grito de guerra, sintió un escalofrío recorrer todo su cuerpo y se forzó a sí mismo a correr más rápido.

—¿Celia...?

—¡Corramos Nate, nos van a alcanzar!

Pero no fue lo suficiente rápido ya que de un momento a otro se encontraba en el suelo siendo apresado por un alfa, abrió sus ojos, aterrado, y lo miró. Miró lo grotesco que era ser mirado con ojos lascivos, lo odió, lo aborreció, y sin pensarlo más le dio un puñetazo y lo pateó en el estómago. Logró ponerse de pie y de un momento a otro se encontraba corriendo solo por el gran salón de cinco pisos, abrió la puerta y entró a una sala, sabía que esconderse era inútil y su cuerpo cada vez más cedía al cansancio. Otro alfa logró alcanzarlo y lo tacleó haciéndolo caer al suelo. Nate pegó un grito cuando sintió que rompía su camisa y comenzaba a lamer su cuello. Abrió sus ojos de forma alarmante, no podía dejar que lo marcaran, no, si alguien lograba marcarlo estaba perdido, si alguien lograba reclamarlo todo se acabaría, todo se perdería, inclusive él mismo.

—Maldito... —masculló furioso y tras localizar a su objetivo de un cabezazo lo hizo caer al suelo, seguido lo pateó en el rostro con todas sus fuerzas y se puso de pie para seguir corriendo―. No te atrevas a tocarme de nuevo.

Se sentía mareado y comenzaba a perder la consciencia, no lograba enfocar nada, tan sólo una puerta y entró por ella, después subió por un elevador y se hizo un ovillo tras pulsar todas las teclas. Al final no supo si iba a la parte baja o alta y se mantuvo quieto, todavía siendo incapaz de aceptar lo que pasaba, no podía, ¿qué le estaba pasando? ¿Qué era lo que le pasaba a su cuerpo?

Cuando las puertas del elevador se abrieron miró el salón vacío y caminó cansado, cediendo por fin sus fuerzas a Morfeo y dio sus últimos pasos antes de caer de rodillas al suelo. Tomó su teléfono y buscó desesperado el número de su familia, llamó a su madre y esta le respondió al segundo timbre.

Colisión [Nueva Versión - I]Where stories live. Discover now