4| Dulces y azucaradas

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Salió de ahí con la furia rompiendo sus venas y se encerró en su habitación, se tiró en la cama y miró el techo, ¿cómo estaría Nate? ¿Sufría...?

¿Qué sentía un omega al entrar en celo?

Cerró sus ojos imaginando a un Nate demasiado apetitoso y sonrió burlón, jamás lo vería de esa forma, estaba seguro de que si pusieran a ese omega en una habitación junto a él quien terminaría rogando por una caricia no sería Nate. Caminó hacia la ventana y la abrió, miró el cielo y sintió su mente despejarse, quería verlo...

—Joven André —el mayordomo tocó la puerta y después la abrió—. Alguien le busca, le llaman a la línea privada.

Le pasó el teléfono y tras colocar tomar la llamada confundido sobre quien podría ser se sentó en la orilla de la cama.

La llamada se terminó y André se quedó en blanco procesando todo. Una invitación. ¿Brillet Ashwood quería cenar con él? ¿Y si la hacía enojar? ¿Y si terminaba entre los matorrales como aquel guardia de seguridad? No, pero esta era una oportunidad perfecta para él, si no la tomaba ahora entonces se arrepentiría más adelante, aunque sabía que de igual forma terminaría arrepentido, no pudo evitar desear tener lo que nunca nadie le daría.

Antes de ser él mismo quien lo destruyera todo.

Sin duda alguna el escándalo que se había montado gracias a Nate había llegado a oídos de todos, sobre todo porque habían roto una regla que implicaba la estricta supervisión de un omega en celo por parte de su alfa o familiares. En este caso sería la familia Ashwood quien cargaría con todos los problemas debido a que ninguno sabía que Nate era omega y eso no sería válido en el tribunal, y no sabía qué era lo que esa mujer quería conseguir al invitarlo a cenar. En dado caso quienes se beneficiarían con un acuerdo serían ellos, los Ashwood al contrario, verían cómo su dinero se va al caño por una mala inversión.

Y sin más se puso de pie y comenzó a buscar un atuendo adecuado para poder estar presentable esa noche.

(...)

Ni siquiera sabía qué hacía allí, André quiso morderse las uñas de los nervios repentinos que lo habían atacado y suspiró, iba con diez minutos de retraso, pero al final allí estaba entrando por las elegantes puertas y tras decirle a una joven que tenía una cena con Brillet, ella lo encaminó hacia una mesa apartada.

Ahí estaba la mujer sentada de forma elegante, traía un vestido muy propio de ella, su cabello suelto caía elegante por su espalda y levantó su mirada cuando lo vio llegar. André se congeló ante su mirada dura, como si estuviera planeando las peores torturas que practicaría con él, algo sorprendente, pues ante Nate su mirada se suavizaba, o más bien cuando se trataba de sus hijos se mostraba diferente. En especial con Nate, jamás olvidaría su rostro preocupado y la culpa que la carcomía entera por no haber cuidado mejor de su pequeño.

—Disculpe mi retraso.

—Toma asiento.

Obedeció de inmediato y se sentó, miró el vaso con agua que había a su lado y de forma discreta le dio un sorbo para enfriar su garganta y esperó, impaciente, a que la mujer dejara de mirar el menú y cuando se decidió a ordenar el mesero se acercó a paso torpe, André se dio cuenta de que era un omega y aunque Brillet no le hacía caso su sola presencia era demasiado para un montón de omegas vírgenes.

—¿Qué ordenarás?

¿Le preguntaba a él?

Cuando reaccionó miró rápido la cartelera y pidió lo primero que vio, Brillet no le tomó importancia ante su gesto tonto y le dio un sorbo a su copa con vino tinto.

Colisión [Nueva Versión - I]Where stories live. Discover now