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Desde aquel día Miyeon siempre iba a ver a Shuhua.
Al principio la omega ponía resistencia, pues seguía con la insistencia de que la alfa tenía cosas más importantes que hacer. Sin embargo, la compañía de Miyeon empezó a ser divertida y ya no protestaba.
—¿Le gritaste? —dijo sorprendida, sin poder imaginárselo.
—Sí, mi mamá siempre me dijo que ningúna persona tiene derecho a sobrepasarse conmigo, no importa si fuera un omega, beta o alfa. No debía dejarme pisotear por nadie —explicó—. Él creía que porque yo era una omega no podía dar buenos insultos, casi me vuela la cara por la cachetada que me dio, pero no me arrepiento.
—¿Te dio una cachetada?
—Sí, me dolió tanto que tuve que quedarme callada sabiendo que era más débil que él, pero afortunadamente apareció un amigo que es alfa y me sacó de allí. No sabes cuánto me habría gustado devolverle el golpe.
—Eres bastante contestona, más para ser omega.
—Y no ha escuchado nada —rió—. Aquí no puedo hacerlo si no quiero que me corten la lengua, pero fuera de aquí suelo contestarle a todo el mundo.
—Te metes en peleas, eres contestona y cuando tienes confianza, un poco descarada... Eres un caso, Yeh Shuhua.
—Así soy yo, espero encontrar a alguien que me quiera así.
Yo te querría, quiso decir, sin embargo no dijo nada, no quería asustarla.
—Pero ya, tengo que ir con la señora Goeun —quiso levantarse, mas Miyeon tomó su mano.
—No, quédate, me gusta escucharte.
Bien, Shuhua mentiría si eso no emocionó a su omega, ya eran dos veces en las que las palabras de la princesa la ponían como una cachorra.
—¡Alteza!
A Miyeon le empezaba a molestar que justamente cuando estaba con la rubia, llegara alguien a interrumpir sus momentos juntas.
—Nos vemos, Alteza —se despidió Shuhua.
Vio cómo la omega se iba y Yuqi se acercaba.
—Alteza, el profesor Kang ya llegó para sus clases de piano.
Miyeon asintió y siguió a la alfa, pero por dentro maldecía hasta a las hormigas.
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