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Shuhua no iba a aceptar que sintió algo de celos al ver a Miyeon con aquel príncipe.
Para empezar, le pareció raro que la alfa no la haya ido a buscar para pasar su rato hablando, y verla con Jiun solo hizo que su loba y ella se sintieran molestas.
—Así son todos los alfas —se dijo mientras tendía unas sábanas—. Vienen, te tratan bonito y luego hacen lo mismo con otra persona —suspiró.
Cuando terminó de arreglar las sábanas, la alfa apareció.
—Hola, Shua.
La menor la miró sólo para pasar por su lado e ignorarla, dejando a Miyeon confundida.
—¿Shuhua?
Esta no se volteó, en cambio, empezó a caminar más rápido.
—Shuhua, ¿por qué no me hablas? —le preguntó mientras la seguía—. ¿Hice algo malo?
—¡Princesa Cho!
La voz del omega hizo que Shuhua se detuviera y se volteara disimuladamente.
—Dijo que iría al baño y luego no regresó, así que vine a buscarla —dijo Jiun acercándose a Miyeon, tomando su brazo.
Shuhua se limitó a seguir su camino, no queriendo ver más la escena.
—Príncipe Jiun.
—¿Qué sucede?
—Tengo que hacer algo muy importante, vaya al jardín con sus padres y mi madre —se zafó del agarré del chico.
—¡La puedo acompañar! —insistió mientras intentaba tomar otra vez su brazo.
—En serio, vaya al jardín.
—No, yo quiero estar con usted.
—Escúcheme, príncipe —pidió ya algo irritada—. Sé que yo le gusto, pero usted a mí no, y si me disculpa, tengo que irme —finalizó para correr por donde se fue Shuhua, dejando a Jiun solo.
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Vio a la rubia sentada en la fuente del jardín, dándole la espalda.
Se acercó a ella lo más silenciosa posible.
—Alteza, sé que está aquí.
Tal vez no fue tan silenciosa.
—Shuhua, ¿estás molesta conmigo? —preguntó mientas se sentaba.
—No, ¿por qué debería estarlo? —respondió cortante, contradiciendo sus palabras.
—¿Entonces por qué no me quieres hablar?
—Usted estaba muy ocupada con el príncipe Lee que no lo quise molestar, él gusta de usted.
—¿Estás celosa?
La omega se empezó a reír y la azabache estaba demasiado confundida.
—¿Yo? No, para nada, ¿por qué debería estar yo celosa?
Oh, al fin lo captó.
—Shuhua, mírame.
La omega se volteó a verla.
—El príncipe Lee no me interesa, en serio. Iba a venir a verte después de saludar a su familia, pero él me lo impidió y no podía negarme, sería muy maleducado de mi parte hacerlo —tomó sus manos—. Me gusta estar más contigo que con él, créeme.
Shuhua ahora estaba apenada, no se había puesto a pensar que la alfa sólo estaba siendo amable con el omega.
—Yo... Lo siento, no debí actuar así —murmuró la menor.
—Bonita, no tienes que disculparte —dejó un besito en el dorso de su mano—. Entiendo tus razones, yo también me pondría celosa en tu lugar.
Ahora Shuhua sí parecía un tomate de lo roja que estaba, a la alfa le encantaba aprovecharse de que la omega no sabía responder ante sus cumplidos o actos.
—Shuhua.
—¿Si?
—Te quiero.
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