Capítulo 7

178 10 0
                                    

Nuestras miradas se cruzan. La suya está gacha, con los ojos algo rojos. Noto su tensión al ver que Mitch rodea dulcemente mis caderas con ambos brazos. Me quedo congelada durante bastante tiempo, hasta que reacciono.

- Qué haces aquí? – pregunto seria yendo directamente al grano.

- Venía a hablar contigo - comenta, con una voz débil.

- Ya te perdoné – vuelvo a responder seria.

- Eso no me vale – dice levantando la mirada, haciendo que nuestras miradas vuelvan a cruzarse.

- Tenía pensado pedir unas pizzas para comer, Mitch, acompáñame a buscarlas – sugiere mi hermana, a lo que Mitch acepta, y antes de salir, me besa.

Una vez solos, nos vamos a sentar al sofá. Primero se sienta él, y unos segundo después yo. Me siento guardando la distancia.

- Ya te perdoné – repito – no sé a qué vienes.

- No me vale – comenta.

Poco a poco, se acerca más a mí, pero cuanto más se acerca, más me alejo.

- Estoy hasta los huevos... - resopla.

- De qué? – pregunto intrigada.

- De esconder lo que siento joder, aún no te has dado cuenta de que te amo? Desde que te vi lo supe. Esas mejillas que se ponen coloradas al más mínimo comentario, esa perfecta sonrisa, esos dulces hoyuelos... - explica.

Abro la boca, parece que se me va a hacer hasta el suelo, mientras que los ojos se me van a salir de las órbitas. Estaba ante un Marco distinto al que creía conocer. Volvía a acercarse, pero esta vez mi cuerpo no reaccionaba. Poco a poco la distancia que nos separaba se hacía más pequeña, hasta que sus labios acabaron pegándose a los míos.

- Joder, dime algo – comenta, separándose de mí.

- No sé qué decir – respondo atónita, literalmente sin saber qué hacer o qué decir.

- Dime, sinceramente, que me perdonas, por favor – dice poniéndose de rodillas en el suelo.

No sé qué hacer, una parte de mí quiere darle una bofetada, pero otra, me sugiere que le perdone. Me levanto del sofá, decidida.

- Marco, ahora estoy con Mitch, quiero que comprendas que lo quiero a él – explico.

- Y no puedo hacer que cambies de opinión? – comenta.

Mi cara parece haberle resuelto su duda, ya que la moví de izquierda a derecha. Aún así, me agaché a su lado y lo abracé.

- No quiero verte llorar por un gilipollas como yo – comenta apretándome cada vez más.

Nos separamos al escuchar el timbre. Me levanto del suelo y ando hacia la puerta. Marco, detrás de mí, se levanta y se vuelve a sentar en el sofá. Abro la puerta y veo a mi hermana y a Mitch aguantando las pizzas.

- Todo arreglado? – pregunta Mitch con esa sonrisa que... que no sé cómo explicarla.

- Si – sonrío.

- Me alegro peque – dice mi hermana, dándole las pizzas a Marco, que se situó detrás de mí, y a continuación, me abraza.

Ambos pasan y nos sentamos en la mesa dispuestos a comer. Trajeron varias pizzas, pero yo solo comí de la de jamón y queso, ya que era mi pizza favorita.

- Qué planes hay para hoy? – pregunta Sandra.

- Yo tenía pensado dar una vuelta con Laura – sugiere Marco, a lo que yo le miro pensativa.

- Y si vamos todos? – sugiere mi hermana

- Vale – responde Marco, aunque su rostro ha cambiado comparado al de antes, ahora tiene el ceño fruncido y ya no sonríe.

Una vez acabadas las pizzas, me dirijo a la habitación para elegir qué me pondría para salir. Abro el armario y pienso qué ponerme. Escojo unos pantalones cortos vaqueros y una camiseta blanca.

- Porqué no te pones esta? – me abraza alguien por detrás. Era Mitch, que había cogido una camiseta también blanca, pero esa hacía que se me viera el ombligo.

- No – me niego.

- Por qué? – pregunta.

- No me gusta mi cuerpo – afirmo.

- Pues eres la única – dice besándome el cuello.

- Seguro que quieres que me lo ponga? – pregunto cogiendo la camiseta.

- Si linda – afirma.

Me doy la vuelta y lo beso. Mis manos van directas a su pelo. Adoraba jugar con sus mechones rubios mientras nuestros labios se fundían en un dulce beso. Sus manos se situaban en mis caderas, y cada vez, me apretaba más a él.

- Respirad – comenta mi hermana pasando al lado nuestra, siempre tan oportuna.

Automáticamente Mitch se pone rojo y sonríe. Cuando sonríe en medio del beso, me dan ganas de comérmelo. Sus pómulos enrojecidos era lo mejor, parecía un bebé; mi bebé.

- Me encanta cuando te sonrojas – susurro.

- Me encanta cuando sonríes cuando me sonrojo – ríe.

- Te quiero – digo, y automáticamente, le beso.

Esta vez, fue un beso corto, ya que acto seguido, cojo la ropa y voy al baño para poder ponérmela. Una vez puesta, me miro al espejo. Empiezan a caerme lágrimas recordando viejos tiempos. Esta ropa, hace unos años no la podía ni ver. Al ver mi ombligo, recuerdo todas las mierdas que pasé durante mi infancia. No me gustaba llevar cosas cortas por mi cuerpo, era horrible. Lo único que veía en mi cuerpo eran pequeñas bolsas de grasa.

- Las princesas no lloran – me abraza mi hermana.

- Las princesas tampoco están gordas – respondo.

- No estás gorda joder, no empecemos con lo de siempre – comenta Sandra.

- Mitch me propuso esta camiseta, pero no se – dudo.

- Si te lo dijo será por algo – me anima.

Sandra sale del baño y me vuelvo a quedar sola. Otro caso perdido, es mi pelo. Harta de todo, decidí hacerme un moño. Finalmente, salgo por fin del baño. Al salir, comprobé la cara de asombro de Mitch y de Marco.

- Que buen gusto tiene el que te eligió la ropa no? – sonríe Mitch.

- Y buenos ojos también – respondo abrazándole.

- Estás hermosa enana – sonríe Marco.

Me pongo de puntillas para abrazarle.

- Te quiero – le susurro.

- Bueno, nos vamos? – sugiere Sandra, y todos asentimos.

Esta vez, Mitch es el que coge iniciativa y me agarra la mano. Automáticamente lo miro, y le doy un beso en la mejilla. Llevamos andando durante varios minutos, hasta que decidimos sentarnos en una terraza. Mitch me coge de la cintura y me sitúa encima de sus musculosas piernas. A Marco le vibra el móvil, y se levanta para contestar. Yo empiezo a jugar con el pelo de Mitch, mientras él me mira sonriendo. No aguanto más, y le acabo besando. Esa sonrisa me puede, él me puede. Empiezo a juguetear con su labio, y antes de separarnos, se lo muerdo. Empieza a sonreír de una forma maligna, cosa que me preocupa. Sin poder reaccionar, empieza a hacerme cosquillas. Para poder libarme, me tiro al suelo y me quedo allí sentada. Acto seguido, llega Marco.

- Menos mal, no podía más viendo a estos tortolitos – ríe Sandra, y acto seguido, le echo la lengua, y Mitch sonríe – quien era?

- Sorpresa – dice sonriente.

A los pocos minutos, pudimos ver que alguien se acercaba a nosotros.



-------------------------

Bueno, al final he decidido subir un día si, un día no. Bueno, espero que os haya gustado, y si es así comentar y votar :) 

Memories [Marco Reus]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora