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Quiero empezar este capítulo pidiendo disculpas por estas dos semanas sin capítulo. Por problemas personales no he podido subir, ni siquiera casi acceder a la cuenta. Espero que no me guardéis rencor y que sigáis leyendo esta novela. Aprovecho para comentar, debido a los poco que gusta esta novela, decido volver al sistema de un capítulo a la semana, así que los lunes de cada semana tendréis un capítulo, y esta vez intentaré ser puntual
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Estuvimos unos diez minutos estirando, hasta que me llamó el preparador para hablar con él. Me despedí de las chicas, y como siempre, me despidieron con una sonrisa. Seguí al preparador hasta la zona de vestuarios.
- Bueno, qué tal? – pregunta sonriente.
- Aquí todo es fantástico, las chicas son geniales, siempre tienen una sonrisa, y el entrenador es muy amable, mucho mejor que el mío... - comento.
- La propuesta sigue abierta – añade.
- Necesito pensarlo – explico.
- No pasa nada, tómate tu tiempo – dice poniendo su mano encima de mi hombro.
Me dirijo junto las chicas, que ya estaban recogiendo. Las ayudé hasta dejar todo limpio, y a continuación, nos fuimos a las duchas. Todo con ellas eran risas, me lo pasaba muy bien. Una vez todas duchadas y vestidas, me despedí y salí fuera de las instalaciones. Marco me esperaba, atento al móvil. Estaba apoyado en su coche.
- Rubio! – grito.
Guarda el móvil y levanta la mirada. Al verme, se le ilumina la cara. Abre los brazos, y empiezo a correr hacia él. Dejo la mochila y salto a sus brazos. Me agarra para que no me caiga, y junta sus labios con los míos en un dulce beso. Escucho cómo gente empieza a aplaudir. Me separo y giro la cabeza para mirar quién es. Sonrío al darme cuenta de que son María y Noemí.
- Que lindos – sonríe María.
- Hacéis muy buena pareja – comenta Noemí.
Yo me pongo roja, y Marco relaja los brazos para que pueda bajar. Me agarra de la mano y me da la vuelta para poder agarrarme por la cadera.
- Os dejamos solos – añade María.
- Chao chicas, encantada de conoceros! – me despido.
- Igualmente! – añade Noemí.
Recojo la mochila y la meto al maletero. Acto seguido, me siento en el lado del copiloto.
- Se te ve feliz con ellas – dice arrancando el motor.
- Son estupendas – comento – todo lo hacen con una sonrisa, el entrenador es súper amable, que suerte...
No me contesta, se queda mirando fijamente a la carretera. Sus manos se tensan, igual que su mirada.
- Marco, joder – digo seria.
- Sabes que no quiero que te vayas – responde serio.
Chasco los dientes y me pongo a mirar por la ventana el resto del viaje. Nadie habla, solo se escucha el ruido del motor. Una vez llegamos al bloque de viviendas, recojo mi maleta y subo a casa. Marco aparca y viene detrás de mí. Decidí ir por las escaleras. Ya en casa, me dirijo a la habitación y coloco la mochila. Entro al salón y mi hermana me mira, frunce el ceño, y vuelve a dirigir su mirada a la televisión.
- Sandra joder, no empecemos – digo ya empezando a estar enfadada.
- Qué tal con tus nuevas compañeras? – dice sarcásticamente.