Amartía [YOONTAE]

XV: Sentencia de Muerte.

El día de puertas abiertas había llegado al fin. Todos los feligreses de la comunidad estaban alegres de ver como algunas personas iban llegando de poco a disfrutar de Sawon Mun.

Todos, menos Min Yoongi.

El muchacho estaba lejos, o más bien en donde mismo se ocultó el primer día para encender un cigarrillo de los que había comprado antes de venirse a la comunidad. Mientras que, calaba el tabaco, oía las voces molestas de la gente, los elogios, las sonrisas y los abrazados sobraban este lugar que lo empalagaban y lo hacían sentirse desplazado de todo. Lo le afectaba, más bien lo tenía sin cuidado, lo único que reclamaba era que el padre Baek le dijo que se tomara el día y que disfrutar o comiera algo, y si gustaba podía irse a su cuarto o la biblioteca a despejarse si este no era su "ambiente".

Tomo la opción de irse a su cuarto, primero fumaria y luego se iría para esconderse de la hipocresía en la que estaba rodeado. No sabía si todos eran asi, pero al menos con el padre Baek era claro que el hombre era falso, mentiroso y el peor pecador de todos.

Lanzo el cigarrillo al piso y lo aplasto con la suela de la zapatilla, seguido de ello camino hacia el patio principal viendo asi la gente que recorría el lugar. Se sintió sofocado y algo hacinado; demasiada gente para su gusto. Entre toda esa cantidad de personas vio al omega, que hablaba con unas mujeres mayores y le sonreía amablemente.

Sin ni una razón se le quedo viendo desde lejos con disimulo.

Verlo sonreír era algo extraño o quizás su presencia lo privaba de ello, pues cada que Kim estaba a su lado el chico se asustaba o se mostraba nervioso al borde del llanto. Se preguntaba si eso realmente generaba en las personas. Jamás lo pensó, ya que creció prácticamente rodeado de seres frívolos y ausentes de alma, la escoria de la sociedad. Yoongi jamás se sintió mal por hacerle daño a alguien o hacer llorar a alguien, no sabía cómo sentir el remordimiento o la culpa, pues la vida le enseño mal, convirtiéndolo en lo que era y Taehyung veía cada vez que se topaba.

Esa noche que lo beso, por primera vez, conoció el arrepentimiento de verdad, sincero. Pues aún no olvida la expresión del omega tras besarse con furor y devorado los labios sintiendo nuevamente el deseo carnal que creyó marchito. Esa noche no logro dormir, miró el techo por más de media hora pensando en la suavidad de los labios del rubio y el pequeño jadeo que soltó entre sus labios, más de aquella expresión de confusión de no lograr entender que estaba ocurriendo.

Sí, se sintió mal pues, creyó que estaba siendo como Jungkook. Pero claro, tan basura no era como para intentar abusar de alguien, solo que el omega captaba la atención de su alfa. Y este insistía en volver por más que Yoongi lo negara y se apartara, en ocasiones deseaba arrancarse ese lado suyo y olvidarse de su verdadera naturaleza.

—¡Joven! —Min se giró hacia la voz que el llamaba, era la madre Park. Salió de sus pensamientos y le prestó atención a la monja. —Me alegra encontrarlo, estaba por ir a su cuarto ya que el señor Baek me dijo que pasaría la tarde allí.

—Para allá iba de hecho. ¿Necesita algo?

—Bueno...

La madre apretó sus labios y miro a todos lado. Lo tomo del hombro con delicadeza guiando su camino hasta la entrada de la casa de la comunidad. En donde el aguardaba una peculiar mujer de cabello corto, bien vestida y con una bolsa de papel que de seguro traía algo dentro. Ella había aparecido a eso de las once de la mañana en la comunidad y fue decepcionada por una de las muchachas de la comunidad explicándole a la madre que buscaba a alguien. En eso la mujer la ve y notaba un aire alguien que ya conocía hace poco, ella se presentó como la madre de Min Yoongi.

Ella recordó hablarle dio la dirección, pero jamás pensó que llegaría ese día a ver a su hijo. Por Taehyung supo que no había una buena relación y no quería insistir en ello, pero al ver a la mujer y que estaba justo se la topo pidiéndole ver a su hijo no tuvo más opción que buscar al joven, a que, de hecho, no logro ubicar en el trascurso de la mañana hasta que al fin lo vio en el patio ente medio de la gente que llego por la jornada.