12. cita de amigas, parte 1

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Hazel

—¿Que me pongo? —pregunto mientras doy vuelta mi armario.

—Que se yo. Ponte ropa. —responde Saul mientras mira su teléfono en mi cama.

—Gracias por la sugerencia, yo que iba a ir desnuda. —le respondo levantando el dedo de en medio.

—Por mi no hay problema. Pagaría millones por ver tus tetas. —Theo añade mientras pone cara de pervertido.

—Uy, si. Unas tetas así de grandes no se ven todos los días. —responde ahora Saul.

—Uff, pagaría lo que sea para que me las ponga en la cara. —agrega Theo haciendo como si yo no estuviera.

—Imagínate verlas mientras salta.

—Que rico.

—¡Dejen de hablar de mis tetas! —exclamo interrumpiendolos.

—¿Porque no? Tus tetas son un buen tema de conversación. —responde Theo asintiendo.

Lo ignoro y me voy al baño con la ropa que me voy a poner. 

Es un top blanco y un pantalón gris ancho. No es algo muy complicado, pero supongo que me queda bien.

Salgo del baño ya con la ropa puesta y me paro en frente de los dos monos.

—¿Que tal? —les pregunto.

—Con esa ropa vas a enamorar a Noah. —dice Theo asintiendo. —Te ves diva.

—Si. Tus tetas resaltan más. —Comenta Saul despreocupado.

—¡Dejen de joder con mis tetas!

—Pero es que tienes unas buenas tetas. Y un culo que ni te digo. —dice Theo mientras se muerde el labio.

—Tu culo es gigante. No se ve un culo así en todos lados.

—¡Ya dejen de hablar mierda!

—No. —responde los dos al unísono.

—Vírgenes de mierda. —los insulto.

—Mira quien habla. —responde Theo. —Ni siquiera has dado un maldito beso en tu vida.

Me dolió, si.

—Calla.

—Que agresiva. —susurra Saul negando con la cabeza.

—Déjense de joder. Por eso ninguna chica aparte de mi se les acerca.

—A ti tampoco se te acercan chicos. —ataca Theo con un tono burlón.

—¡No es cierto! —exclamo—Bueno... si, pero no es el punto.

Los dos se comienzan a reir como unas malditas focas sin vergüenza alguna. Yo los miro mal y ahí entienden que si me estoy comenzando a enojar.

Andan demasiado pesados hoy en mi opinión.

—Perdón. —responde Theo mirando al piso—Pero es la verdad.

—Y yo que te iba a perdonar.

—Que injusto. —susurra Saúl. —¿Porque tu si puedes insultarnos y nosotros no a ti?

—Porque yo mando en esta relación. —les digo señalándonos a los tres.

Él suspira y Theo solo me mira con cara de npc.

—En conclusión —habla Theo—, los tres somos unos Virgenes de mierda y no tenemos contacto femenino, ni masculino.

—Lamentablemente. —responde Saúl. —La única mujer que me habla, aparte de Hazel es mi mamá.

—Chócale. —responde Theo y yo asiento.

—Nos vamos a morir virgenes. —susurro.

—Hazel. —entra mi hermana con un teléfono más chico que una hormiga. —Te buscan.

—Voy enseguida. —susurro mientras busco mi chaqueta. —¿Y ese teléfono Cloe?

Si no me equivoco ese no es su teléfono. Ella no tiene un iPhone 5.

—Es que me quitaron mi teléfono, así que ahora estoy ocupando este.

—Que crack. A mi no se me habría ocurrido nunca tener otro teléfono para cuando me quiten el mío. —comenta Saúl.

—Ese es otro nivel de inteligencia. —dice Theo mientras se levanta de mi cama. —¿Quieres jugar con nosotros Brawl Stars?

—Dale. Pero tengo que descargarme el juego. En esta mierda no lo tengo. —señala el celular que está ocupando.

Mi hermana y mis amigos tienen muy buena relación, a veces vienen aquí solo a verla a ella y no a mi.

—Bueno chicos. Yo me voy. —me despido de ellos con la mano mientras salgo de mi cuarto y paso al lado de Cloe.

—Suerte. ¡Y no mates a nadie! —exclamó Theo sonriente.

—Adiós.

Corro rápidamente por las escaleras y guardo mi teléfono en el bolsillo de mi pantalón. Me miro en el espejo antes de abrir la puerta.

Cuando la abro ella está ahí con unos shorts, negros holgados, que le llegan hasta la rodilla y una camiseta blanca, como cinco tallas más grande de la que ella ocupa.

Se ve bien.

Muy, muy bien.

Si, pero tampoco hay que exagerar.

Mentirosa, si estás babeando.

Cállate conciencia.

—Hola. —saluda con su mismo tono serio de siempre.

—Hola Noah. —salgo de mi casa y cierro la puerta detrás mío. —Perdón si mi hermana fue grosera contigo denante.

Es que Cloe trata bien a quien quiere nomás.

—No, tranquila, fue amable conmigo.

—Que bueno, porque es muy pesada con todos.

—Tendrá sus razones, supongo.

Ella camina hasta el auto, el cual no es el mismo que ocupó cuando me trajo a casa. y me abre la puerta de copiloto.

Ella se da la vuelta y se sienta en el asiento de conductor.

—¿Manejas? —pregunto.

—Si. —responde prendiendo el auto.

—Yo todavía no aprendo. —respondo. —¿y a donde me llevas?

—A un lugar.

—¿Que lugar?

—Uno lugar en el que puedes estar. —responde.

—Dime, por favor.

—¿Conoces el parque de la ciudad? —pregunta sin levantar la vista del volante.

—Si, pero nunca he ido. —respondo.

—Bueno, ahí iremos. —susurra y no puedo evitar sonreír.

Nunca había ido al parque de la ciudad, y eso que es uno de los lugares más visitados de esta. Así que me emociona mucho poder ir. Porque ahí hay, canchas de voleibol, basquetbol, fútbol, tenis, pádel, Skate, patinaje y mesas de Ping Pong. También hay juegos y muchos lugares divertidos.

Me muero de ganas de j ahí.

—Llegamos. —susurra Noah cuando termina de estacionarse en un lugar.

Estábamos en el estacionamiento, y si que era grande, pero no estaba tan lleno.

Nos bajamos de auto y caminamos juntas hasta fuera del estacionamiento.

—¿Tu habías venido? —pregunto mientras camino.

—Si, solía venir con mi papá y mis hermanos. —responde mientras se acerca a los juegos de niños. —¿Vamos?

—Me leíste la mente.

Las dos corremos y jugamos un poco en los juegos de niños. Algunos niños se nos acercaban y nos pedían jugar con ellos y Noah rechazaba todas las ofertas, pero al final la obligue a jugar con ellos.

Estamos destinadas a perderOnde histórias criam vida. Descubra agora