13. Cita de amigas, parte 2

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Noah

Estuvimos un buen rato jugando con los niños pequeños, al principio yo me rehusaba a jugar con ellos, pero Hazel me obligó.

Y ahora nos estamos comiendo un helado.

—Sigo creyendo que el de frutilla es mejor que el de chocolate. —comenta mientras come su helado de frutilla.

—No es verdad, el de chocolate es mil veces mejor.

—Cierra el pico, este helado —me muestra el helado. —,es mucho mejor que el tuyo.

—No, no. Este es mucho mejor. Esa mierda sabe muy mal.

—¡Retráctate!

—¡Jamás!

Ella me mira con los ojos entrecerrados, mientras hace un puchero y niega con la cabeza.

Es tan linda.

—Infantil. —le digo y ella me mira haciendo la ofendida.

—No soy infantil.

—Eres demasiado inmadura como para tener dieciocho y además infantil. —le digo.

—Callate.

—Que agresiva.

—Por lo menos no mido cómo metro y medio. —ataca.

Me dio justo en mi ego.

—¡No mido metro y medio! —exclamo señalándola con el dedo. —¡Mido 1.60, es muy distinto!

—Lo mismo. sigues siendo una pulga.

—No es lo mismo.

—Si que lo es. —susurra mientras se ríe.

Sin poder evitarlo me contagia su risa y acabamos riéndonos a carcajadas.

Tiene una sonrisa extremadamente linda y contagiosa. Es imposible que no me contagie su sonrisa.

Luego de mucha insistencia de su parte nos vamos a las canchas de voleibol, ya que encontró una pelota de voleibol tirada y se la llevo sin más.

—Bien. Hoy te voy a enseñar a jugar voleibol. —anuncia mientras se coloca al otro lado de la cancha de voleibol. —¿Te sabes lo básico verdad?

—Si. En educación física nos enseñaron voleibol.

—Ah, verdad. Entonces vamos a jugar. —afirma.

Ella camina hacia atrás de la cancha, lanza la pelota al aire y salta haciendo un saque perfecto el cual recibo a puras penas.

—¡Casi me rompes los brazos pendeja! —gritó mientras pasó la pelota al otro lado de la cancha.

—¡Lo hice despacio! —grita mientras tira la pelota con los dedos muy hacia atrás haciendo que se me haga imposible recibirla.

—¡Maldita perra! —le gritó mientras voy a buscar la pelota.

—¡Tienes que moverte! —exclama—¡la pelota nunca te va a llegar a donde estas!

No me gusta el voleibol para nada, de hecho lo odio. Pero jugar con ella es divertido.

No es por pervertida ni nada de eso, pero cuando salta sus tetas rebotan bastante. Así que no me quejo.

—¿Como haces para sacar así de fuerte? —pregunto.

—Ni idea. Yo solo le pego y ya.

—Que buena que eres enseñando. —digo con ironía.

Tiro la pelota para el otro lado y ella me la recibe y se hace un auto pase y luego la pasa con la punta del dedo.

Yo la recibo con el pie y la paso con el pie.

Y así es como pasamos más de una hora jugando voleibol, entre risas, gritos y amenazas de muerte de parte mía.

No voy a negar que es muy buena jugando, y que también no mide su fuerza.

—Eres muy mala jugando Ackerman. —dice agitada mientras se tira en el pasto. —Hasta un bebé juega mejor que tu.

Maldita sea, escucharla decir mi apellido agitada me ha dado más años de vida, y también me ha calentado un poco.

Debo ser la única rarita que se calienta solo por escuchar a la chica que le gusta decirle su apellido.

¿Porque estoy tan caliente?

—Es que no se jugar. —miento—Por eso juego mal.

No le puedo decir que estuve todo el rato distraída con sus tetas.

—Pensé que serias mejor jugando, pero me equivoque.

—Cállate.

Las dos nos quedamos en silencio, pero un silencio no incómodo.

Ella se sienta al lado mio y me sonríe.

—Quien diría que Noah Ackerman sería tan mala jugando voleibol. —susurra.

—Quien diría que Hazel Lewis es tan molesta. —susurro mirándola a los ojos.

Estamos tan cerca. Si tan solo pudiera acercarme más y que nuestros labios se tocasen.

—Hazel. —susurro acercándome a un más haciendo que nuestros labios se rocen.

Subo la vista y veo sus ojos, los cuales están mirando con deseo mis labios.

Su mirada sube a mis ojos y nuestras miradas se encuentran. Pasan unos segundos en los cuales nos quedamos así, pero al parecer después Hazel recapacita y se da cuenta de lo que esta ocurriendo y se aparta de golpe.

—Eh, bueno. —susurra mientras se arregla el pelo y trata de no mirarme a los.ojos. —¿Que hacemos ahora? —susurra nerviosa.

Y yo que quería besarla y comerle la boca. Seguro que esto me pasa porque cuando era chica grite "viva el diablo" Seguro que si.

—¿Quieres ir a por un algodón de azúcar antes de irnos? —preguntó tratando de cambiar el tema y al mismo tiempo tratando de mostrarme segura.

—Bueno... —susurra mientras se levanta del suelo.

Mierda. Lo último que quería era que se sintiera incómoda.

Siempre la tengo que cagar.

Ya estábamos en el lugar en donde vendían algodón de azúcar. Compramos dos y nos sentamos en un banco que había.

—Como me encanta el algodón de azúcar. —dice mientras le da un mordisco.

—Es que es lo mejor qué hay. —susurró mientras sacó un pedacito de este con la mano.

—Por fin algo en lo que estamos de acuerdo.

—Es verdad.

Deboramos el algodón de azúcar mientras conversábamos de cosas random y sin sentido.

Luego nos volvimos a casa, yo la pasé a dejar a su casa y luego yo me fui a la mía.

Definitivamente fue un muy buen día. Aunque me hubiera gustado más si hubiera podido comerle la boca a lo desgraciado.








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