Capítulo 7.

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❪ act three ― chapter seven. ❫


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OCTUBRE.


Octubre llegó con fuerza. Agatha prácticamente no salía de casa, a excepción para ir a clase. Al fin de cuentas, era su último año de preparatoria antes de entrar a la universidad. Si bien unos meses atrás estaba emocionada con la idea, ahora no podía decir lo mismo. Estaba agotada mentalmente, pero también físicamente. Casi no comía y todo aquello que ingería, a las horas lo sacaba. Se estaba quedando en los huesos, había perdido mucho peso en poco tiempo y empezaba a afectarle en su salud.

Además que no había vuelto a convertirse en una loba, sin contar las noches de luna llena. Era como si quisiera alejarse de todo lo que la hacía feliz, como si ya hubiese aceptado que ella no merecía serlo. Y no sabía la razón, si siempre había sido una buena persona. Creció feliz, su infancia fue maravillosa, aun si tuvo la ausencia de su padre. Joshua Uley ocupó ese lugar, convirtiéndose en su figura paterna. De ahí que se hubiese acercado tanto a Sam, considerándolo su hermano. Y es que, a pesar de tener la misma edad, siempre decía que era su hermano mayor. La vida se le complicó cuando su madre partió, dejándola sola en el mundo. Tras dos años luchando contra un cáncer terminal, finalmente encontró la paz. Fueron meses duros para la joven Zorkin pero, en compañía de Sam, Paul y Jared, consiguió salir del pozo en el que se había sumergido. Se prometió a sí misma, entonces, que no volvería a caer en algo tan grave y peligroso como lo fue la depresión.

Sin embargo, no cumplía su promesa. Había vuelto a caer en el mismo pozo, jugando con su salud. ¡Y por un chico! Si su madre la viera, diría que eso es inaceptable.

—Mamá no estaría orgullosa de mi, ¿verdad? —Preguntó, en un susurro, cuando Joshua Uley abrió la puerta de su habitación—. No quiero preocupar a nadie pero, no es tan sencillo superarlo como pensaba...

Abrazándose a si misma por las piernas, Agatha mantenía la cabeza escondida entre éstas. Ya no lloraba, tampoco sollozaba. No le quedaban lágrimas que soltar, estaba seca. Su tío se adentró en la habitación, dejando la bandeja con su comida en el escritorio, para después acercarse a su niña. Rodeó el cuerpo de la fémina, estrechándola entre sus brazos. No permitiría que siguiera cayendo en ese pozo depresivo, antes prefería mandarla a un especialista para que la ayudase.

Se quedaron así por un buen rato, hasta que consiguió que se durmiera. Se quedó ahí, vigilándola. No por el temor a que hiciera una locura, sino por las pesadillas que tenía. Siempre había sabido que era su hijo quien velaba por la noche las pesadillas de Agatha pero, desde que se mudó con Emily, no tenía quién lo hiciera. Despertaba a Allison todas las noches, gritando y jadeando. Y Joshua no iba a permitir seguir viéndola así. Le prometió a Anastasia que la cuidaría como si fuese su propia hija y eso iba a hacer, aun si les costaba a todos conseguir que volviera a ser la misma Agatha Zorkin de siempre.

—Descansa, hija.


( . . . )


La mañana siguiente, Aggie despertó un poco mejor. Por primera vez en varias semanas, había dormido sin tener pesadillas y toda la noche, cosa que la hizo sentir bien. Quizá eso no duraría mucho pero recordar las palabras de su tío de anoche, supo que tenía que cambiar.

Pasito a pasito, como las tortugas. Pero lo conseguiría.

Se duchó, dejando que el agua relajara todos sus músculos, y se vistió. Era sábado, no tenía clase y los exámenes no estaban cerca, por lo que se podía permitir descansar sin pensar en nada. Podría haber ido a la playa, desconectar de todo y nadar en el mar pero, como de costumbre, tanto la Reserva como Forks amanecieron lloviendo. Resopló por ello mientras bajaba a desayunar.

Había decidido que, el primer paso, era recuperar el hambre. No podía seguir vomitando lo poco que ingería, a menos que quisiera caer en un trastorno alimenticio, por lo que debía volver a su buena alimentación tan pronto como su estómago se acostumbrase de nuevo a la ingesta de alimentos. Sin embargo, pensó que solo sus tíos estarían ahí.

—Buenos... días —susurró, interrumpiéndose a sí misma al ver a su hermano ahí.


Habían pasado siete días desde la última pelea. Y se arrepentía. No debió proporcionarle aquel puñetazo. Sam Uley solo pensó en el bienestar de su impronta, aun si eso suponía una pelea con su hermana, y ahora lo comprendía. Suponía que sí, de haber estado bien las cosas con los Cullen, ella hubiese hecho lo mismo con la suya.

—Lo siento tanto, hermano —susurró de nuevo, notando como un nudo se formaba en su garganta—. No pensé con claridad. Supongo que tenías razón, tampoco tengo un buen control.

Samuel rodeó el cuerpo de su hermana, proporcionándole un cálido abrazo. Hoy pudo ver que había intentado tener un buen día y eso era lo único que le importaba.

Aunque llevemos un tiempo distanciados, por diversas razones, tú siempre serás mi prioridad —susurró en su oído, acariciando la espalda de la fémina—. No Leah, no Paul, no Emily, no la manada. Siempre tú.

—Te amo —murmuró, depositando un beso en la mejilla impropia—. ¿Desayunamos juntos? Te he extrañado muchísimo.


* *

n/a. aggie empezará a remontar en el próximo capítulo y, como podéis ver, isabella swan no tiene nada que ver en este acto (por ahora, mejor dicho).

dejadme que deje algo claro: no pretendo romantizar ni los TCA ni la depresión, son temas muy delicados y prefiero no hacerle mucho énfasis, por respeto a aquellas personas que padecen de ello.

¡por cierto! tengo escritos hasta el capítulo doce y me temo que este acto será el más corto. también me estoy planteando mandar a borradores el fic cuando termine el acto, para poder cambiar y corregir algunas cosillas de la estética de la novela y demás.


Próxima actualización: domingo, 19 de mayo.

YUANFEN | Jasper Hale & Edward Cullen #PGP2024Where stories live. Discover now