Capítulo Once 🌛La noche es como un sueño en el infierno

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꧁ Cómo tu puedes hacer lo que nadie más puede hacer꧂

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Cómo tu puedes hacer lo que nadie más puede hacer꧂

Me observa casi espantado, aturdido, como si yo fuera a echar a correr en cualquier momento.

—Mucho me temo que si — entrelazo mis tobillos, sus ojos recorren desde mis pies hasta mis muslos desnudos.

Retengo un gemido al notar que acaricia su labio inferior con la lengua, se me hace agua la boca. Se acerca despacio a mí, tomando mi rostro con ambas manos, sujetándome con firmeza. Enrosco las piernas en su cintura, riendo traviesa.

—No es que te lo ponga difícil —me cuelgo a su cuello. —Solo que igual tengo mis reglas.

—¿Si? —Desliza las manos por mi espalda y en mis muslos me clava los dedos en la carne —Así que la dulce Anastasia tiene reglas. —Con un movimiento desprevenido y resuelto, me separa las piernas y pega la erección a mi muslo.

¡Ah! Gimo.

—Las tengo —jadeo ruborizándome —. Primero... tendrás que pasar la noche aquí, no dejaré que conduzcas hasta algún hotel tan tarde.

—No paso la noche con nadie, Ana —Mueve las caderas, rozándome dulcemente, y ladeo la cabeza sin querer y gimo.

—Conmigo sí... y no termino —Es deliciosa la sensación de sentirlo... es tan intensa que casi resulta dolorosa. Se me empiezan acelerar los latidos —Segundo: Debe hacerme el amor más como en mi mundo y menos como en el suyo "extravagante" donde hay que firmar contratos antes de follarse a una chica.

—Yo no hago el amor... nunca —Su voz es cálida y parece divertido, pero su expresión impasible no me permite asegurarlo —Pero mientras seas experimental —Me empuja al sofá, reboto contra este, y él se tumba sobre mí, suspendido sobre mi cuerpo —... te prometo ser lo más cálido que pueda.

Nuestras narices se tocan, mientras me sujeta firmemente las caderas y contengo un gemido.

—No he estado con un virgen antes.

Le miro fijamente, atónita.

—Yo no he estado con nadie.

En su mirada veo asombro, lujuria; una mezcla embriagadora. Trago saliva instintivamente. Me atrae con fuerza hacia sí, contra su erección.

—Me complace ser el primero.

Lo miro con una ceja arqueada.

—Tu cuarto —Me insta en voz baja.

Me tiende la mano; su mirada es intensa. Acepto su mano y él aprieta suavemente la mía, tira de mí, levantándome, voy a pasar a su lado en dirección al pasillo, pero vuelve a tirar de mi mano, manteniendo mi espalda pegada a su pecho, y me besa el pelo antes de pegar su erección a mi trasero. Ahogo un grito sorprendida y le miro sobre mi hombro.

Me roza la oreja con la nariz, desciende por mi cuello y va regandome el hombro de besos tiernos, suavísimos. Se altera mi respiración, se vuelve menos honda, precipitada, llena de expectación. Me hace girar bruscamente, teniendo su cara pegada a la mía, su aliento está rozándome.

Los Ojos Del Angel 🌛 [+18]Where stories live. Discover now