Capítulo Treinta y Uno🌛 El mismo frío y oscuro corazón

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꧁ Veo tu rostro en cada multitud

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꧁ Veo tu rostro en cada multitud..

Narrando Christian Grey

Me he perdido en su música y todo lo que respecta a ella. Y ahora tengo tanto miedo que soy incapaz de volver a mi realidad.

Las nubes grises que nublan todo el día, tienen el descaro de dejar caer una lluvia en la noche, y no hacen más que deprimir mi alma mientras mis botas, cada vez más mojadas por los
charcos que piso sin importarme, siguen dando pasos y pasos. Así hasta que me encuentro frente al hotel Heatman, con mi camisa estilando, mis ojos rojos de solo reprimir un inexorable llanto que traerá consigo todo lo que no he podido llorar en tanto tiempo.

Quizá por eso no deseo que las lágrimas de ira e indignación caigan aún, porque no solo sería por mí, si no también por ella. Y una vez den inicio no acabaría.

Por eso, sin tener el valor suficiente de entrar, me siento en la acera, mirando fijamente a la nada sin derramar una lágrima.

Necesito golpear, sacar toda esta ira que siento por dentro que me teletransporta a mi niñez, a mis sombras. Odio en estos momentos a Katherine Kavanagh, a su padre, a los míos y sobre todo, me odio a mí mismo por mi incapacidad de tomar el control de las riendas de mi propia vida.

Suspiro, rebuscando mi móvil en el interior de mis jeans. Me llevo el móvil a la oreja y marco. Carraspeo.

—Grace —digo en tono tenso y preocupado.

—Hijo, cariño, acabo de recibir el mensaje de la llegada de Kate. La familia y yo hemos estado de vacaciones y ahora me dirijo al aeropuerto. Cogeré el primer avión que me lleve a Portland. Cuéntamelo todo: ¿Kate dice que quiere que la boda se celebre en Portland? ¿Quieres eso?

—Escúchame —digo en tono firme—. Me importa una mierda esa boda y lo sabes bien. Pero necesito un favor. Quiero aplazarlo esto. El mayor tiempo posible.

—¡Qué! —su grito casi me explota el tímpano. —No hablas enserio, honey. Eso no puede ser. Tantos planes y todo... La familia está ya rebosando de alegría para cuando explote la noticia.

—Si no quieres que tome una decisión incluso más drástica, buscarás la manera de hacer las cosas como yo digo.

Sin esperar su respuesta cuelgo la llamada.

Procuro incorporarme. Necesito pensar con claridad. Y eso solo ocurre con ejercicio. Me seco las lágrimas con la manga de la camisa, mas no recuerdo haber empezado a derramarlas.

Me arrastro a lo largo de la entrada y mis pies resuenan una vez entro en el hall del hotel. Me giro hacia la izquierda, hacia las terrazas que se extienden por toda la plaza: un par de franquicias de comida rápida atestadas de gente; donde me encantaría ir a escuchar música, sentarme con Ana sonreír a su lado tal como nuestra primera cena juntos.

Los Ojos Del Angel 🌛 [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora