Capítulo 25: Una Mordidita Rápida

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Objetivamente hablando, Leo era un hombre guapo. Su cuerpo atlético se notaba incluso debajo de su negra armadura ligera. Su cabello gris, casi blanco, era corto y desordenado, aunque tenía algunos mechones largos algo desaliñados.

En su cintura, dos espadas lucían ominosamente y le deseaban muerte a cualquiera que las viera. Su rostro, tenía dos grandes cicatrices, una horizontal en su nariz y otra vertical que pasaba por su ojo de pupila blanca, probablemente la causa de tal color. Su otro iris era de un bello gris.

—Entonces Señorita... ¿Qué le parece si me muestra su rostro a cambio de las pérdidas que me ha causado...? —dijo con tono divertido. Él había intentado ver debajo de su capucha, pero extrañamente había algo que le impedía observarle el rostro...

Nemes dio un paso atrás, amagando a escapar, pero antes de que pudiera intentarlo el ojo blanco de Leo destelló y su cuerpo desapareció. Nemes dio unos pasos hacia atrás, confundida, hasta que sintió que chocaba contra algo.

—¿Tienes prisa por irte? Lo siento, pero necesito que me pague los daños...— dijo divertido, al verla chocarse contra él. Nemes, como un gato asustado, dio un tremendo salto hacia delante marcando nuevamente una buena distancia entre ellos.

El chico lucía una cara intrigada al ver tal anormal brinco. Casi había saltado 10 metros, sin aceleración, hacia delante.

—Si me retienes de nuevo... pelearemos...— siseó Nemes tratando de sonar lo más grave posible. Buscó el contacto visual para tratar de hipnotizarlo, para inculcarle desgana a pelear, pero... desafortunadamente, Leo dio una sonrisa burlona y resistió tal cosa, ni pareció notarlo.

—Pues, pelea tendremos...— dijo dramáticamente, mientras su espada chirriaba al sacarla de su vaina.

—Tch...— Nemes rechistó al ver que no había otra alternativa. Cruzó sus manos detrás de su espalda y, lentamente, sacó su exagerada katana de su antebrazo sangrante.

Leo abrió ojos al ver tremenda arma, más larga que la propia chica, salir detrás de ella.

—¿Dónde tenías metida semejante espada?— preguntó burlonamente con un silbido, obviamente insinuando otra cosa...

Una vena se hinchó en la frente de Nemes ante la provocación, enojada.

—¡Te la meteré en el trasero!— casi gritó dicienlo lo primero que se le vino a la mente cuando balanceó con enorme furia y brutalidad su hoja.

Leo sudó frío al ver la fuerza del balanceo, el ruido que ocasionaba al cortar el viento podría dejarlo sordo! No pudo bloquear eso, pensó analíticamente.

—Para ser una señorita tienes una boca muy sucia...— declaró tomando una postura sólida de desvío, no de bloqueo. Interiormente rezó que su espada no se rompiera en aquel bruto intercambio.

Un chirrido metálico sonó cuando ambas espadas chocaron. Leo le sacó filo a su espada con la del rival en aquel desvío, una sonrisa tonta apareció en su cara.

—No tiene idea de lo que es una espada, una novata...— festejó interiormente, ya sabía a lo que se enfrentaba en su primer intercambio. Aunque hizo una mueca al sentir su muñeca adolorida. —Aunque su fuerza es monstruosa...—

Por unos minutos los golpes del metal eran lo único que sonaron en el bosque. Con cada golpe, con cada desvío, Leo parecía cada vez más cansado, mientras que la chica lucía tan lúcida como siempre... El había parpadeado varias veces cuando estaba en una posición difícil, lo que lo cansaba aun mas.

Leo y Nemes se movían con velocidad y precisión, sus espadas creando un espectáculo de luces y destellos en el oscuro bosque. Cada golpe resonaba como un trueno, y los árboles susurraban ante la bruta batalla. Leo, acostumbrado a peleas difíciles, no podía dejar de admirar la fuerza y agilidad de Nemes. Su furia era palpable, pero había algo más en ella, algo que le hacía luchar con una determinación que él rara vez había visto, como si ella no tuviera miedo a ser lastimada...

Renací Como Mi Personaje Vampiro!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora