Capítulo 9

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Capítulo 9

La Batalla de Essen Ford se cernía como una sombra sobre la tierra, un choque de fuerzas mortales y no-muertas que darían forma al destino de las naciones. Mientras el sol se hundía en el horizonte, tiñendo el cielo de tonos carmesí y dorado, los ejércitos opuestos se reunieron en lados opuestos del río, preparándose cada uno para el inevitable conflicto.

A un lado estaba la poderosa hueste de Vlad von Carstein, una oscura marea de muerte y decadencia que se extendía hasta donde alcanzaba la vista. Los guerreros esqueleto marchaban al mismo ritmo que sus hermanos zombis, con las cuencas de sus ojos huecas brillando con una luz impía. Liches y nigromantes, vestidos con túnicas de color negro medianoche, se movían entre las filas, con las manos levantadas en oscuros encantamientos mientras se preparaban para desatar sus hechicerías sobre el enemigo.

Y al flanco de este temible ejército estaba Atlas, con su legión de no-muertos dispuesta detrás de él como una marea de figuras sombrías. Vestido con una armadura manchada con la sangre de innumerables batallas, examinó el campo de batalla con una mezcla de anticipación y temor, sus ojos rojos ardían con un fuego interior mientras esperaba la señal para avanzar.

Al otro lado del río, las fuerzas de Talabecland se concentraban para la batalla, con sus filas erizadas de lanzas y estandartes que ondeaban con la brisa del atardecer. La general Otilia III, una veterana de rostro severo y ojos tan fríos como el hielo, contempló la escena con sombría determinación, con sus órdenes claras y su resolución inquebrantable.

Cuando los primeros rayos del amanecer aparecieron en el horizonte, la tensión en el aire era palpable, algo tangible que parecía flotar pesado sobre el campo de batalla. La luz pronto se desvaneció cuando la nube negra que permanecía sobre el ejército de Vlad, protegiéndolos del dañino sol, pareció consumirse y crecer bajo la luz del amanecer.

Vlad, más alto que cualquier mortal, dio un paso adelante frente a su vasto ejército. Todos los ojos se volvieron hacia Vlad, la figura imponente al frente de la horda de No Muertos, su presencia llamando la atención con un aura de poder antiguo.

Con una voz como de trueno, amplificada por magia oscura que resonaba en el aire, Vlad habló, y sus palabras recorrieron el campo de batalla como un susurro escalofriante en el viento.

"Escúchenme, mortales", declaró, su voz resonando con una resonancia sobrenatural. "Os ofrezco una opción: rendiros y vivir, o resistir y afrontar la aniquilación. Aquellos que depongan las armas y se sometan a mi voluntad recibirán clemencia. Pero aquellos que se atrevan a oponerse a mí no conocerán piedad".

Sus palabras flotaron pesadamente en el aire, un crudo recordatorio de las consecuencias del desafío. Los soldados humanos se miraron nerviosamente unos a otros, sus rostros pálidos de miedo mientras sopesaban sus opciones.

Por un momento, hubo silencio, roto sólo por el sonido del viento susurrando entre las altas hierbas del campo de batalla. Luego, con un rugido desafiante, la general Ottilia III dio un paso adelante y su voz resonó por todo el campo.

"¡Nunca nos rendiremos ante gente como tú, escoria de vampiros!" Gritó, sus palabras llenas de justa furia. "¡Lucharemos hasta el último hombre, hasta el último aliento, para defender nuestra tierra y nuestro pueblo de vuestra impía tiranía!"

Los labios de Vlad se curvaron en una sonrisa cruel, sus ojos carmesí brillaron con malicia mientras levantaba la mano, sus dedos crepitaban con energía oscura.

"Que así sea", declaró con voz fría e implacable. "Que se sepa que elegiste este destino. ¡Prepárense para el olvido, porque nadie se interpondrá en el camino del Conde Vampiro de Sylvania!"

La sangre es vida warhammer fantasyWhere stories live. Discover now