#18: Salvajes

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Aema volaba sobre Anyxs, tenía una ventaja sobre el enemigo, ventaja que aprovecharía al máximo.

Antes de montar a su dragón le informaron que lo más probable es que los salvajes se encontraran cerca del muro. A Aema se le hacía muy raro tal hecho, según sus conocimientos los salvajes vivían a una distancia bastante lejana al norte. ¿Qué los hacía querer cruzar?

Aún más extraño era el hecho de que hombres quisieran aliarse con salvajes, ¿que ganaban con eso? Claramente los salvajes ganaban un lugar, sin embargo, ¿los malechores que ganaban?

Todo era sumamente extraño, y muy confuso a la vez. Habían muchas dudas sin respuestas y un misterio que resolver.

Trata de cruzar. –ordenó la chica en alto valyrio.

La dragona por más que tratara acercarse había algo que le impedía volar más allá del muro. La princesa sintió como el cuerpo de Anyxs se tensaba completamente tras la orden.

Cruza Anyxs. –volvió a pedir, pero ella no obedecía.

Aema se comenzaba a estresar, volaban sobre un mismo sitio al borde del lugar, no cruzaba ni retrocedía.

¡Anyxs te ordené que cruzaras!

Y otra vez estaba siendo ignorada. Solo que esta vez observó el cuerpo de su dragona, observó su cabezaa y su expresión.

¿Acaso los dragones tenían una expresión?

Anyxs tenía sus ojos cerrados, su alas volaban rigidamente. Parecía tener miedo, se oponía a las órdenes de su jinete como si un ser con más autoridad que ella se lo pidiese.

"No puedo obligarla, ella también siente... También tiene emociones"

Bajemos, seguiré por mi cuenta.

La princesa ordenó bajar, y sus órdenes fueron obedecidas. Aema bajó de la silla que poseía Anyxs para ser montada.

Ve con Caníbal, vigilen a todos desde el cielo. Los hombres no son de fiar, y quizás núnca lo sean. –mencionó.

La dragona desprendió sus alas hasta desaparecer de la vista de la albina.

Con su espada en mano, comenzó a recorres el lugar tratando de encontrar pistas y a la vez comprender la situación.

—Sí yo fuera ellos me quedaría del otro lado del muro.

Aema era una mujer nacida en cuna de oro, con títulos, de una importante casa y una gran herencia. Y aún así creía que la vida de los salvajes era mejor.

Quizás de ese lado la maldad humana no estaría en su mayor resplandor, tal vez quizás las mujeres tenían derechos y voz. Quizás de ese lado había una ligera igualdad entre todos.

No se quejaba, claro que no. Ella era muy agradecida por la vida que poseía, sabía que por lo menos tenía una buena madre que no dejaría que la utilizaran a su antojo como lo hacían con las otras mujeres de Poniente.

—¿Pero que tenemos aquí? Una linda chica. –habló una voz a sus espaldas.

—¡Tenemos diversión!– mencionó otro

Aema se voltio viendo a los hombres, no eran muchos. Quince para ser exactos, por la ropa que llevaban cinco parecían ser de Westeros, los otros que vestían de pieles los reconocía como salvajes.

—Pensé que sería más difícil encontrarlos.

—¿A que te refieres pequeña zorra? –exclamó furioso un hombre.

—Deberías tener más respeto, escoria.

—¿A quien le dices escoria?

—¿A quien más? A la única escoria de este lugar, aunque para ser sincera todo Westeros está lleno de escorias.

—¡Vas a ver mocosa!

Uno de los hombres se acercó a ella poniendo su mano en el hombro de la chica.

—No me toques basura.

Aema en un rápido movimiento sacó su espada y cortó por completo la muñeca del hombre.

—¿Acaso no te enseñaron sin consentimiento a las mujeres?

—¡¡Mi mano!! ¡¡No se queden parados, ataqu-

—No se muevan de su lugar si no quieren ser comida de dragón.

"Que casualidad"

Caníbal se mostró en el cielo rugiendo y monstrandose amenazante. Los hombres por su bien se quedaron en su lugar, menos uno, quien trataba de parar el sangrado de su brazo.

—¿Quién eres tú?

—Los hombres son muy estúpidos. –bufó. —Tengo cabello plateado y ojos violetas, dos dragones, además del gran símbolo en mi armadura. ¿Y aún así no tratan de pensar las cosas?

—Tú, eres...–habló con miedo en su voz el hombre que se encontraba en el piso.

—Aema Targaryen, o Aema Velaryon. Como deseen llamarme.

La princesa amarró un pañuelo al brazo del hombre.

—Todos camien hasta el castillo negro, si tratan de hacer algo Caníbal los quemará.

—¡Sí!

—Que tontos. –susurró.

Habían traído hombres para nada, una perdida de tiempo.

Al llegar al castillo los hombres fueron encadenados, he interrogados. Al parecer querían tener una mejor vida que la que ya tenían. Y a cambio, quienes los ayudarían a cruzar obtendrían mujeres.

Solo pudo sentir asco por esos hombres.
—Quizás juzgue mal a los salvajes.

Leí los comentarios que dejaron dos personas en el capítulo anterior y lloré de la felicidad jaja

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Leí los comentarios que dejaron dos personas en el capítulo anterior y lloré de la felicidad jaja. Muchas gracias por las vistas y los bonitos comentarios 💗

Estoy en semana de exámenes en la universidad, pero trataré de subir varios capítulos esta semana antes de que se estrene la segunda temporada. Que emoción jaja

¿Qué opinan de los nuevos baners?

Fuego Y HieloWhere stories live. Discover now