Capítulo 23: Los suegros del año

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Isabela del monte

Extrañamente me sentía bastante inquieta esa tarde, sabía que Casandra y Estefan estarían de cacería y yo tendría uno de mis encuentros maravillosos con mi pequeña Jeanet, quien, después del accidente, no me deja perderla de vista ni un solo día.

"Te siento extraña, ¿estás bien?"

"La verdad, no lo sé, amor. Los chicos hoy se fueron a cazar y no lo sé... Tal vez necesito alimentarme y no me he dado cuenta de eso."

"¿Sabes dónde fueron?"

"Sí, no queda lejos, pero no me pidas que vaya. Hoy quedamos en hacer esto juntas", le digo, mostrando los juguetes que teníamos frente a nosotras.

"Lo sé, pero no me molesta que quieras tiempo con ellos. Además, esto lo puedo hacer sola, me entretendré toda la tarde. Anda, ve y así llegas con energía para pasar la noche conmigo."

"¿Segura puedes tú sola? Es mucho trabajo. Además, no quiero que te canses tanto, quiero llevarte a un nuevo antro", le digo sonriendo.

"No te preocupes, le pediré a mi nana que me ayude. Seguro termino de clasificar y ordenar los juguetes." Le doy un beso de despedida y agradecimiento por su comprensión. "Oye, maneja con cuidado."

"Seguro que sí, pequeña, vuelvo en la noche."

Puse la ruta en el gps del auto y me dispuse a alcanzarlos. No teníamos tanta diferencia horaria, seguro podría juntarme con ellos.

Nunca imaginé que cuando llegara me encontraría con semejante escena: Estefan agarrando a esa perrita blanca del cuello y a la maldita pulgosa casi acabando con Casandra. Pero aparte de la impactante imagen, lo que más me llamó la atención fueron sus palabras, esas palabras frías, cargadas de odio. Su mirada también había cambiado. ¿Por qué? Esa es nuestra gran incógnita. Sólo sabemos que odia a muerte a Cassandra, pero ¿cómo puede surgir odio del amor? Porque con todos los años que llevo encima, podría dar mi alma afirmando que esa chica está, o estaba, completamente enamorada de Cassandra, bueno mejor dicho de Catalina. ¿Qué cambió? ¿Por qué siempre buscaba información de la familia Voss? ¿Qué puede enojarte tanto como para dañar a la persona que amas? Son éstas y miles de preguntas más las que dan vueltas en mi cabeza. Desde que volvimos con nuestra Cassandra herida a casa, solo busco respuesta a todas estas interrogantes, pero lamentablemente la persona que puede responder desapareció completamente de nuestros radares. ella y la manada que viva en el bosque ya no están, es como si se los hubiese tragado la tierra.

Los días que siguieron no fueron mejorando. Al contrario, Casandra se cubrió con una manta de dolor. Jamás la vi así, ni siquiera cuando ella misma mató a la condesa. Ver como organizaba búsquedas desesperadas, llamadas sin respuesta, recorridos por el bosque y las ciudades cercanas. Llamó al mismísimo presidente para que le diera información de aeropuertos y todos los lugares inimaginables y nada. Después llegó el bajón emocional. La veíamos sumida en su celular, en su tristeza, todos los días encerrada sin querer ver a nadie. Nos prohibió acercarnos. No volvió a ver temas de la empresa. Y pasamos a la ira: rompió todo lo que encontró, el celular, el computador, cada cosa que le recordaba a ella. La casa... ¡Dios, si no llegamos a tiempo se le hubiera caído encima! Estaba completamente descontrolada y se dejaba llevar por el dolor y la ira. Como duele amar a la persona equivocada, como duele el no saber que pasó. Porque no discuto que el amor se puede acabar, no discuto que el amor no se puede construir en una base de mentiras. Pero irse sin dar explicaciones, sin decir un por qué... No lo sé, tal vez soy algo anticuada pensando en que todo debe conversarse antes de tomar una decisión.

"Simplemente no lo entiendo, ¿por qué le haría daño así? ¿Por qué no se dio el tiempo de conversar?" Mi pequeña busca explicaciones que no puedo dar, que ninguno de nosotros puede dar.

Un latidoWhere stories live. Discover now