CAPÍTULO 13

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Una vez más, Jisung había extendido el mantel de pícnic en el suelo del cementerio.

Estábamos los dos tumbados en silencio, mientras mi mente daba vueltas a lo que había ocurrido.

Era todo demasiado surrealista; cada neurona de mi cerebro gritaba que lo que había pasado era imposible, que tenía que haber una explicación razonable. Pero, por mucho que intentara

buscarle algo de lógica al asunto, no podía dudar de lo que acababa de vivir.

Había conocido a un fantasma. Un fantasma de verdad. Lo había visto, había hablado con él y después, Jisung y yo lo habíamos atravesado juntos como quien atravesaba una puerta abierta.

Por supuesto, en aquel momento estuve a punto de caerme al suelo de la impresión, pero la mano de mi nuevo amigo me mantuvo firme en mi sitio. A continuación, se giró, movió nuestras

manos unidas hasta Minho y le atravesó con ellas el pecho, milímetro a milímetro, hasta que nuestras muñecas desaparecieron en su interior. Por un momento, pensé que iba a desmayarme.

Al momento siguiente, estuve a punto de largarme corriendo de allí. Pero la mano de Jisung contra la mía era todo lo que necesitaba para mantenerme anclado a la tierra.

Minho me explicó cómo había muerto, corroborando la historia que me había contado Jisung sobre la mansión. Para él, esa era una de las pruebas irrefutables de que en aquel pueblo pasaba algo muy turbio. Y en cuanto a mí... Debía admitir que no sabía muy bien qué pensar. Después de todo, si los fantasmas eran reales y yo mismo había conocido a uno, ¿por qué no iba a serlo la maldición y todo lo demás? Antes me lo había tomado a chiste, pero las cosas habían cambiado.

Pocas cosas resultan difíciles de creer cuando has conocido a un fantasma.

Tras hablar un rato con Minho, volvimos a nuestro lugar junto al mausoleo. Jisung solo me soltó la mano para abrir su mochila y sacar el mantel antes de sentarnos en el suelo. Pero, en cuanto nos sentamos, me volvió a tomar la mano como si aquello fuera lo más natural del mundo. Y, en cierto modo, así era, por alguna razón que yo no alcanzaba a comprender. Me mantuve en silencio durante un buen rato, con los ojos clavados en la silueta de nuestros dedos unidos. No sé cuánto tiempo pasó, pero entonces Jisung se recostó sobre el mantel y yo hice lo mismo. Solo entonces se separaron nuestras manos.

—Supongo que ya te lo imaginarás... —musité—. Pero tengo muchas preguntas.

—Sí, algo suponía —respondió Jisung con una risita—. No sé si podré responderlas todas, pero lo intentaré. Dispara.

—¿Por qué hay fantasmas?

Jisung respiró hondo y tardó un largo rato en responder.

—Ya, vale. —me recriminó—: has empezado por la más difícil.

—Lo siento.

—No pasa nada. —Volvió a suspirar antes de hablar—. Hay muchas razones por las que alguien que ha muerto puede quedarse en este mundo. Pero, por lo general, suele ser por una cuestión de... asuntos pendientes.

—¿Asuntos pendientes? —Fruncí el ceño, extrañado—. ¿A qué te refieres?

—Bueno, en realidad no es tan común eso de que una persona muera en paz, con toda su vida arreglada y sin que le quede nada por hacer. Por lo general, cuando morimos nos quedan cosas importantes que querríamos haber hecho en vida.

Pensé durante unos instantes, pero aquella idea me resultaba inconcebible.

—Pero... Pero, entonces, el mundo estaría lleno de fantasmas, ¿no? Todo el mundo tiene muchas cosas que le gustaría hacer en la vida, y es imposible llegar a cumplirlas todas. Por ejemplo, imagina que me muero mañana. Me habré muerto sin haber ido a un concierto de CB97, y sin haber salido del país, y sin... un montón de cosas más.

¿Qué hay al otro lado? (HYUNSUNG)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora