CAPÍTULO 19

15 4 0
                                    


El lunes por la noche, Jisung me llevó a la piscina. Tonto de mí, me había emocionado pensando que tan solo nos íbamos a dar un chapuzón nocturno, pero resultó que eso no era lo que él tenía planeado.

Trepé tras él la valla que rodeaba la piscina; me costó, pero al menos era más fácil que el muro del cementerio. Una vez dentro, no pude evitar sentir una ráfaga de euforia. Y, sin embargo, también tenía miedo. Me gustaba la idea de bañarme con Jisung bajo las estrellas, los dos solos en la oscuridad de la noche, pero eso también significaba que iba a tener que desvestirme delante de él.

—¿No vamos a meternos en un lío? —pregunté mientras miraba a mi alrededor, en parte para ganar tiempo y en parte porque también estaba algo preocupado—. Se supone que no deberíamos estar aquí.

Jisung me miró con una sonrisita en los labios, enarcando una ceja.

—¿Te pasas todas las noches colándote conmigo en un cementerio y ahora te preocupa colarte en una piscina pública?

—El cementerio está más alejado del pueblo; no hay tanto riesgo —señalé—. Como nos pillen...

—Bueno, si prefieres que vayamos a la mansión...

Puse los ojos en blanco mientras él se encogía de hombros.

—Déjalo, anda.

Tratando de retrasarlo todo lo posible, abrí la mochila que me había llevado de casa, saqué la toalla y la extendí lentamente sobre una de las tumbonas. Solo entonces me atreví a bajarme los pantalones cortos que me había puesto por encima del bañador.

—¿Qué estás haciendo? —me preguntó Jisung, sorprendido.

Pestañeé un par de veces, confuso.

—¿No nos vamos a bañar?

—Yo no he dicho eso. —respondió.

Ahora el sorprendido era yo.

—Entonces, ¿para qué hemos venido a la piscina?

—Es que quería presentarte a alguien. —me explicó—. Lo siento. ¿Pensabas que...?

—Da igual. —respondí, y volví a subirme los pantalones, rojo como un tomate—. No pasa nada; en realidad, tampoco tenía tantas ganas de bañarme. ¿A quién quieres presentarme?

—Podemos bañarnos después. —dijo Jisung—. Lo siento, es que no pensé que...

—Que da igual, en serio.

Me daba rabia, pero unas traicioneras lágrimas de vergüenza habían brotado en mis ojos. Por supuesto, a esas alturas ya sabía que Jisung era bastante rarito. ¿Por qué había pensado que querría bañarse en la piscina conmigo, pudiendo ir a ver a algún muerto?

—No, no da igual. —insistió—. Después nos bañamos, ¿vale? Te lo prometo.

—Bueno... —respondí, tratando de quitarle importancia—. Como quieras.

—Ven conmigo.

Me tomó de la mano, y mi nerviosismo se incrementó. Jisung había convertido ya en costumbre aquel gesto, pero a mí seguía provocándome un cosquilleo en el estómago tan intenso que a veces pensaba que estaba a punto de vomitar. Y entonces sí que habría quedado fatal frente

a él.

Rodeó la piscina y me condujo al edificio donde supuse que debían de estar los vestuarios. Dio unos golpecitos en la puerta y habló en voz alta:

—Soy yo.

Retrocedió un par de pasos, y yo lo hice con él. Esperamos durante un minuto entero, pero no parecía que fuera a pasar nada. Hasta que, de pronto, un chico joven salió por la puerta. No pude evitar sobresaltarme; aunque ya había conocido a otros fantasmas, verlos atravesar objetos sólidos me seguía dando mal rollo.

¿Qué hay al otro lado? (HYUNSUNG)Where stories live. Discover now