A million little times [ꜰʀᴇᴅᴅʏ ᴛʀᴜᴄᴀᴢᴏ]

23. Hasta pronto, Johnson's baby.

Hace doce horas que Kylie mandó el QRR, y seguimos sin noticias. No hemos dejado de patrullar, las calles están totalmente desiertas y no hay ningún sospechoso. Hemos recorrido toda la maldita ciudad, cerrado aereopuertos y hasta hemos intentado rastrearla, pero no ha habido manera.

En mi patrulla reina el silencio. Gustabo y yo estamos completamente en tensión. Si no la encontramos antes de que llamen, la habremos perdido. Y solo es una agente más tachada de su lista. Llevamos horas patrullando, y mi corazón no sabe encontrar el ritmo. La ansiedad está en mi pecho, los pensamientos nublan mi mente y tengo el corazón en la garganta.

Kylie no, porfavor. Ella no puede ser la siguiente.

Trago con dificultad, pero mi nudo en la garganta no cede. Tengo tanta tristeza en mí que ni siquiera soy capaz de derramar una lágrima.

—No la vamos a encontrar —digo con la voz rota, pisando el freno.

—¿Qué? —el rubio me mira extrañado.

—Esto es una mierda. No la vamos a encontrar —me cuesta respirar cada vez más con cada palabra que sale de mí, desgarrando mi interior—. Se acabó, ellos ganan. De nuevo. Ya no sé qué más podemos hacer para evitarlo.

—Olivia, no —me dice, quitándose las gafas de sol—. Escúchame, la esperanza es lo último que se pierde. Todos y cada uno de nosotros sabía a lo que se enfrentaba cuando entró en la LSPD. Todos corremos el mismo riesgo. Y aún así, seguimos aquí.

—Nos están matando —susurro—. Poco a poco, caemos todos. La ciudad es un caos. Estamos en descontrol, y está claro que no tenemos la capacidad de proteger a los civiles. Ni siquiera somos capaces de proteger a nuestros compañeros.

—Vamos a luchar hasta el final. Da igual lo que nos arrebaten, vamos a luchar hasta que esos cabrones acaben entre rejas, aunque eso signifique morir en el intento —dice Gustabo con determinación—. Así que ahora vas a arrancar ese coche y vas a sacar todas tus fuerzas, porque estamos jodidos. Y vamos a demostrar de lo que somos capaces.

Las palabras del rubio me aportan una determinación que hacía mucho que no sentía en mí. Algo dentro de mí hace clic, y lo único que siento es un deseo de venganza irremediable. Arranco el coche con la mirada fija enfrente, y recorro las calles pensando qué más podemos hacer.

Diez minutos después, recibimos novedades sobre el caso. Después de varias horas rebuscando entre las cámaras locales, Filadelfo consiguió encontrar un hilo del que tirar: el lugar más recuente donde había estado el coche que la secuestró.

El patrullaje se centró más alrededor se ese punto, y cada vez que veíamos algún recinto o edificio sospechoso, pedíamos una orden de registro. Gustabo y yo nos separamos para registrar los alrededores a pie. Cuando oigo voces, me acerco esperando encontrarme con algún compañero, pero se me hiela la sangre al darme cuenta: los he encontrado. Mando 10-20 antes de explicar siquiera la situación.

—Todos los agentes disponibles a mi última 10-20. Los he encontrado —informo por radio general.

Los primeros en llegar son Conway y Freddy, seguidos inmediatamente de Gustabo. Comenzamos a avanzar buscando la forma de abordarlos. Cuando ya estoy lo suficientemente cerca, puedo diferenciar a Kylie de rodillas en el suelo, con las manos en la nuca y varias armas apuntando. Alguien grabando y el calavera hablando.

—Tenemos que hacer algo —digo por radio, inquieta. Estoy a punto de echar a correr. Noto como alguien aprisiona mi muñeca y me giro asustada.

—Que no se te ocurra —advierte Freddy.

—Pero... —me giro a mirar la situación.

Me quedo a mitad de frase. Un disparo resuena por todo el lugar y mi mundo se derrumba al mismo tiempo que mi amiga lo hace. Se me corta la respiración. Su cuerpo cae en seco sobre la tierra, manchándola de un tono carmesí.