28. No me sorprende.

304 38 16
                                    


-¿Clara? -al segundo tono coge el teléfono. Mi voz suena débil y temblororsa.

-¿Olivia? ¿Qué pasa? -pregunta, preocupada.

Miro de reojo la situación. Freddy dolorido contra el patrulla, policías abatidos, delincuentes muertos. Sangre. Y gritos desgarradores, allá donde mires.

-Necesito que vengan varias unidades a mi 10-20 -le explico-. Hay muchos heridos. Y Freddy. Y...

-Olivia, tranquila. Ya hay varias unidades en camino. ¿Qué ha pasado? -pregunta.

-Una intervención en contra de Calavera -explico, nerviosa-. Ha sido un baño de sangre.

-De acuerdo, ya está mi gente en camino -dice-. Voy yo también. No te muevas de donde estás.

-No lo haré -le aseguro.

Cuelga el teléfono y yo vuelvo inmediatamente con Freddy.

-Ya viene la ayuda en camino -digo, acariciando su hombro.

-Perfecto -dice, simplemente.

Su tono de piel está más claro que de costumbre, y veo pequeñas gotas de sudor recorrer su frente.

-¿Tienes frío? Creo que tienes fiebre y estás pálido... -digo, nerviosa. Me acerco aún más a él y le pongo la mano en la frente.

-Olivia -me dice-. Estaré bien. He estado peor que ahora, no te preocupes. Siéntate un poco, necesitas descansar.

-Necesito que estés bien -le digo, aún bastante alterada-. No puedo... No puedo, Freddy. No quiero perder a nadie más. Estoy cansada de perder a la gente a mi alrededor.

-Lo sé, lo sé. Pero necesito que te tranquilices. Que te sientes aquí. No estás bien -me dice-. Y yo tampoco quiero perder a nadie más.

Asiento con la cabeza, aceptando que necesito tranquilizarme. Me siento a su lado. Y no es hasta que cojo aire profundamente que me percato de lo exhausta que estoy.

Me permito recostar mi cabeza sobre su hombro, y noto su mano colocar mi pelo detrás de mi oreja. Y entonces, empiezo a llorar. Porque estoy cansada, y los malos recuerdos me atormentan. Y no me había dado cuenta hasta ahora de todo lo que ha pasado. Y aún se escuchan gritos de dolor a nuestras espaldas.

En cuanto llega una ambulancia, me levanto sobresaltada. Me aseguro de que Freddy siga consciente y ayudo a Castro a subirlo en la camilla y posteriormente en la ambulancia.

Cierro las puertas y me doy cuenta de lo preocupada que estoy, realmente. Freddy se ve fatal, y la angustia gana en mi pecho.

-Olivia -escucho una voz conocida a mis espaldas mientras veo la ambulancia que lleva a Freddy marcharse.

Me giro sobre mí misma para encontrarme a Joe saliendo de un coche oscuro. ¿Qué hace él aquí?

-Joe -digo. Su presencia no me da buena espina.

-Tengo que hablar contigo -dice, mirando alrededor-. En privado.

No sé porqué, pero tengo una mala sensación. De todas formas, no voy a negarle la palabra. Asiento cuando él señala el coche. Caminamos hasta él y entramos. Él se sienta de piloto y yo de copiloto.

Me sobresalto cuando se cierra el seguro.

-Mejor nos vamos de aquí -me dice, abrochando su cinturón-. No quiero que nos interrumpan.

-De acuerdo -acepto, y me abrocho el mío.

Lo veo agarrar su móvil y teclear algo antes de apagarlo, arrancar y empezar conducir. El silencio del coche es asfixiante. Y empiezo a ponerme nerviosa.

El móvil en mi mano empieza a vibrar y se ilumina con el nombre Freddy Trucazo en él. Yo cuelgo la llamada y apago el móvil. No es el momento más apropiado para coger una llamada.

Llevamos ya quince minutos en el coche, lo que me dice que nos hemos desplazado unos treinta kilómetros. Un poco lejos para simplemente buscar privacidad. Miro a Joe, quién permanece con los ojos en la carretera. Parece muy seguro de si mismo.

Tardamos otros diez minutos en llegar a un descampado. Pone el freno de mano y suspira antes de quitarse el cinturón.

-Joe, ¿qué...? -empiezo a preguntar.

-Primero -me interrumpe-, ¿qué acaba de pasar ahí?

-Ha sido una intervención -me explico-. A una banda criminal que mata policías.

-Una intervención. Interesante forma de llamarla. A mi me ha parecido una masacre.

Algo en su cara me dice que está decepcionado. Algo en su cara que he visto muchas veces.

-Ha sido una intervención necesaria. Nos estaban matando poco a poco. Han caído más de veinte policía a sus manos ya.

-Y por eso habéis decidido organizar una masacre -asiente, con decepción-. ¿Y la orden la habéis recibido de arriba? ¿O habéis hecho lo que a Jack Conway se le ha plantado en los huevos?

-Joe -advierto-. Sabes muy bien que no me gusta que me hables así. Y no, no hemos recibido ninguna orden.

-Osea, que habéis cometido corrupción. Nada nuevo, pero me esperaba más de ti -dice-. Por lo que sé, ahora vas de la manita de Freddy Trucazo. Supongo que conocerás su expediente.

-Conozco algunas cosas, sí.

-Entonces sabrás lo que es. Exdelincuente, policía corrupto. Asesino -hace énfasis en la palabra, con cara de asco-. No es con el tipo de persona con el que te quieres relacionar, Olivia.

-Ya no tienes nada que ver conmigo -le digo, empezando a ponerme muy nerviosa-. No te atrevas a seguir controlándome. No me conoces. Ya no.

-En eso tienes razón. Ya no te reconozco -asiente con la cabeza-. No eres quien solía conocer.

-Ya es suficiente, Joe. ¿Qué hago aquí? -corto la conversación.

Lo veo suspirar y pasar una mano por su cara. Mira por el retrovisor, y hago lo mismo. No hay nadie.

-¿Sabes algo de tu padre? -pregunta.

-¿Por qué? -pregunto, antes de nada.

-Porque le he perdido el rastro -explica.

No necesito que me lo diga para saber lo que está pasando aquí. La CIA ha mandado a Joe a vigilar a mi padre. Y ahora sospechan de traición.

-No sé nada -digo-. Y aunque lo hiciera, no te lo diría.

Quito el seguro, dispuesta a salir del coche. Cuando voy a abrir, el seguro se vuelve a cerrar.

-Joe -digo.

-Olivia -veo algo nuevo en su cara. Preocupación, tristeza. Traición.

Su mirada vuelve al retrovisor, y yo vuelvo a mirar. Tres coches están llegando a donde estamos. Miro a Joe, al borde del ataque de nervios. Su mirada grita lo siento. Y casi deseo morir ahí mismo.

-Hijo de puta -digo mirando a Joe, pánico en mis ojos.

Abro el seguro y salgo rápidamente del coche. Empiezo a correr como si me fuera la vida en ello. Porque, en realidad, me va la vida en ello. No sé como soy capaz, pero consigo correr. Y huyo hacia los árboles. Puro instinto.

No me sorprende cuando caigo de golpe al suelo, empujada por un hombre robusto. No me sorprende cuando el hombre me pone un pañuelo empapado tapándome la boca y la nariz. No me sorprende cuando pierdo la conciencia. Y, desde luego, no me sorprende cuando despierto en una sala oscura demasiado conocida. Presente en todas mis pesadillas.

-----------------

Perdón por la ausencia, he tenido unos días ajetreados.

No estaba segura de cómo repartir los capítulos, así que he hecho este más corto para dejar el próximo (con más cine) más largo.

Espero que os guste mucho y que consiga transmitir bien todo lo que quiero transmitir.

Feliz martes, por cierto :)

Cu4troo




A million little times [ꜰʀᴇᴅᴅʏ ᴛʀᴜᴄᴀᴢᴏ]Where stories live. Discover now