𝐂𝐀𝐏𝐈́𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐅𝐈𝐍𝐀𝐋
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ㅤVarios meses habían pasado, la situación se había calmado para los piratas. Zoro se había marchado con Luffy a buscar a los demás miembros de su tripulación tras una larga y emotiva despedida, con la promesa de volver en cuánto volviese a reunir a su equipo.
ㅤVolvían a estar a solas en el castillo, lo que para ese entonces les resultaba extraño e incluso solitario, pero no pasaban mucho tiempo uno lejos del otro. Sobretodo por parte de Mihawk. Desde que regresaron su nivel de sobreprotección sobrepasaron los límites racionales. Si ella iba a algún lugar, él la seguía; si iba a alcanzar algo, él lo hacía antes y se lo entregaba; si ella se movía, él se ponía en guardia para hacer cualquier cosa que fuese hacer ella. Siempre con frases como «tienes que guardar reposo», «nuestro bebé necesita a su madre en buena salud» o «no te sobreesfuerces, podría ser malo para nuestro bebé». Elizeth nunca imaginó a Mihawk diciendo las palabras nuestro bebé y ahora no paraba de oirlas repetidamente, y con cada una de ellas sentía su corazón saltarse un latido y su estómago llenarse de mariposas.
ㅤTampoco ayudaba que ella fuese tan testaruda y orgullosa, siempre intentando hacer por su cuenta las cosas en el tercer trimestre del embarazo, cuando ni siquiera podía ver sus propios pies debido al abultado vientre en el que crecía su criatura. Incluso las cosas más complicadas para ella como ponerse los zapatos o bañarse. A pesar de cuánto Mihawk le repitiera e incluso llegase a quejarse diciéndole que él podía ayudarla y estaba allí para ella, seguía haciendo lo que ponía de los nervios al espadachín. Desde luego, entrenó en exceso su paciencia en aquellos últimos meses de embarazo dónde iba detrás de ella sin apartar sus ojos de sus movimientos y complaciendo todos sus caprichos y antojos, que no fueron pocos.
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ㅤLa isla Kuraigana había amanecido como cada día, su cielo encapotado y sin un solo sonido que dejase adivinar que existiera vida allí en aquella isla perdida... O eso sería habitualmente, pero aquella mañana sonaba un llanto ahogado dentro de las paredes del castillo.
ㅤLa figura del espadachín se deslizó hasta la creación que había colocado en la habitación dónde ambos dormían, alzando al pequeño bulto que lloraba a pleno pulmón entre sus manos con manos gentiles mientras Elizeth yacía exhausta en la cama.
ㅤEl moreno observó a aquella pequeña criatura que acunaba entre sus brazos para calmarla. Aquellos grandes ojos amarillos brillantes llenos de lágrimas que lo miraban, aquellos pequeños rizos negros que rodeaban su cabeza como un halo y aquellas pequeñas manitas pálidas que se aferraban a su cuerpo como si reconociese su presencia.ㅤ“Deja de llorar, mi pequeño rayo de sol. Mamá está cansada.” Susurró el espadachín caminando al exterior de la habitación para dejar dormir a su prometida.
ㅤEl bebé, que no tenia más que unos días de vida, se acurrucó contra el cálido cuerpo de su padre, calmándose ante la presencia familiar mientras sus grandes ojos dorados y curiosos le miraban.
ㅤMihawk aún recordaba la primera vez que la vió. Nunca antes sintió una sensación mayor de orgullo y felicidad. Aquella era su hija. Su sangre. Al fin había logrado su sueño, y no podía sentirse más dichoso. No había día que no agradeciese a Elizeth por convertirlo en el hombre más dichoso de todos los mares, amando a ambas mujeres de su vida con todo su corazón.ㅤ“Mi querida Isabella.” La voz de Mihawk era suave y susurrada, delicada para los oídos de su hija que lo escuchaba atenta. “Sé que tienes que tener hambre, pero debemos dejar descansar un poco más a tu madre. ¿Te gustaría dar un paseo conmigo hasta que tu amada madre despierte?”
ㅤSostenía a la pequeña bebé entre sus cálidos brazos mientras caminaba por los largos pasillos, hablándole con voz suave y cálida mientras ella lo observaba. Incluso con su poco tiempo de vida era evidente el favoritismo que aquella niña tenía por su padre, por la forma en la que se calmaba en sus brazos y cuando escuchaba su voz cerca.
ㅤEra la niña de sus ojos. Ella hacía un pequeño movimiento y ya estaba su padre a su lado comprobando que todo estuviese bien. Ni siquiera era capaz de estar en un espacio diferente al que la pequeña se encontraba, pues la ansiedad llenaba su cabeza de preguntas sobre si estaría bien o si necesitaría algo, incluso cuando Elizeth le aseguraba que ella estaba atenta a la niña y podía cuidar de ella mientras él hacía lo que necesitase. Era un hombre testarudo, como poco.
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𝐓𝐇𝐄 𝐒𝐄𝐀 𝐖𝐈𝐓𝐂𝐇 | 𝗗𝗿𝗮𝗰𝘂𝗹𝗲 𝗠𝗶𝗵𝗮𝘄𝗸
Acak𝐓𝐇𝐄 𝐒𝐄𝐀 𝐖𝐈𝐓𝐂𝐇 | Toda personalidad se cimienta en los sucesos de la vida y los valores recibidos, es por eso que la personalidad estoica y fría del mejor espadachín del mundo no pasa desapercibida para nadie. Un hombre que creyó perdido...