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A una semana de diciembre, en Bilbao, el frío ya cala con fuerza, o al menos, para cualquier persona que no sea Juanjo Bona, quien mira curioso desde su balcón como se acerca por la calle Martin, que con una chaqueta que parece más grande que él y un gorrito verde. Mirándolo no puede evitar pensar que se le asemeja mucho a un pingüino.

El bohemio alza la mirada para encontrarse con el maño observándolo, aunque rápidamente frunce el ceño.

— Juanjo, por dios, abrígate un poco. — Se queja Martin al ver que el chico va con una camiseta de tirantes.

— No hace tanto frío... —

Martin solo rueda los ojos, introduciéndoselas en el portal del maño, no muy dispuesto a seguir discutiendo los cinco grados que se le meten por los huesos, sin hablar de la larga semana de lluvias que los han estado acompañando.

Para cuando llega al pisco de Juanjo, éste ya lo espera con la puerta abierta y una sonrisa enrome en la cara. La molestia de Martin se desvanece prácticamente al instante, y le devuelve la sonrisa para, seguidamente, dejarse envolver entre los fuertes brazos del maño. Hunde la cara en el hueco entre el cuello y la clavícula de Juanjo, inspirando profundamente su olor.

— Oye, como sigas yendo así te vas a resfriar. — Vuelve a decir Martin cuando se separan, quitándose la chaqueta y los zapatos.

— Cállate un poco. — Es lo único que dice Juanjo antes de desaparecer tras la puerta de la cocina.

El bohemio rueda los ojos mientras lo sigue a la cocina, porque han quedado para preparar unas crepes. Mientras lo hacen, le cuenta a Juanjo la sesión que ha tenido hoy con la psicóloga. El maño lo escucha con atención, con el corazón acelerado por la emoción que le produce que Martin confíe en él para hablar de cosas tan personales, para abrir heridas frente a él y mostrarle su "yo" más vulnerable.

— Me ha dicho que intente volver a ir al cementerio cuando me sienta preparado. — Suelta al final, relamiéndose los labios. Juanjo lo mira de reojo mientras saca la cuarta crepe de la sartén, esperando a que el chico añada algo más. Hay un momento de silencio antes de que Martin vuelva a hablar — ¿Me acompañarás?

El maño se gira, tratando de disimular su sorpresa, no por la propuesta en sí, sino por la duda que destila la voz de Martin, como si tuviera miedo a su rechazo. Cosa que lo lleva a pensar si el bohemio no sabe todavía que crearía un nuevo universo para él si se lo pidiera. Y así de exagerado, porque incluso la expresión de "bajar la luna" le parece pequeña para lo que sería capaz de hacer él por el vasco.

— Claro que sí, bonito. — Murmura, acariciando el pelo de Martin. — Cuando quieras.

El corazón de Martin late desenfrenado, casi puede sentir las mariposas revolotear alrededor de éste con el apodo que le dedica. Estira su mano para enredarla en el pelo de la nunca del más alto y tirar de él para juntar sus labios. Son pocas las veces que es Martin quien se muestra más directo con el contacto físico, por lo que cuando lo hace, Juanjo casi puede saltar de alegría.

— Venga va, ve poniéndole el chocolate a las crepes que se hayan enfriado un poco. — Le ordena cuando se separan, con las mejillas sonrosadas y el corazón completo.

Martin obedece con una sonrisa que al maño le da la impresión de que ilumina la cocina más que la propia lámpara. Hablan tanto y de tantos temas distintos que ninguno podría destacar. por encima de los demás, a demás, el bohemio se ha distraído más veces de las que está dispuesto a admitir admirando los expuestos brazos y espalda de Juanjo.

— ¿Martin? ¿Me estás escuchando?

El chico aparta rápidamente la mirada de la espalda del maño para fijarla en sus ojos y sentir el sonrojo empezar a subirle desde el cuello.

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⏰ Last updated: Aug 28 ⏰

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El Chico Del Básquet - Juantin ot2023Where stories live. Discover now