Siempre tan cerca y silenciosa, una sensación tan extraña que le ponía curioso, tenía el poder de abrir y cerrar sus heridas, incluso para hacerle feliz, sin embargo, en medio de esa luz tan cálida como la esperanza, una oscuridad se avecina para ma...
Del cristal de la ventana resbalaban gotas de lluvia, desde las alturas de mi salón, vislumbraba un terrorífico escenario, la muchedumbre de alumnos se lanzaba contra las enormes puertas de metal que separaban el edificio principal del curso de reserva, sus gritos silenciosos por la distancia resonaban en mi mente, pese a no entender lo que decían podía imaginarme el sonido de sus gritos reclamando.
Sabía a lo que venían, el escenario que habíamos estado ignorando desde que nos inscribimos a Kibougamine se estaba presentando. Desde que se había fundado el Curso de Reserva, las jerarquías fueron inevitables, estas consecuencias era el cumulo de injusticias presentadas a lo largo del tiempo.
Personas con talento lo sabíamos de antemano, no éramos como los demás y eso causaba envidias a las personas que no cuentan con él, pese a los halagos de nuestras extraordinarias hazañas, la realidad es que detrás de esas sonrisas siempre estuvo la envidia y el odio, sin embargo, pese a que ya había vivido la amargura de ese sentimiento de agonía, nunca había presenciado el cumulo de personas unidas con el fin de erradicar dicha injusticia dada por el destino.
Y aun así... Esta escuela se dignó a jugar con las esperanzas de todas estas personas prometiéndoles lo imposible, el talento y el reconocimiento que solo unos cuantos estudiantes podían tenerlo.
Tenía en claro que no éramos culpables de las cosas que nos rodeaban, sin embargo, era absurdo hacer la vista gorda a está peligrosa situación, estaban tan enfurecidos que no titubearían en lo más mínimo en atacar a alguno de nosotros.
No pude evitar pensar en Hinata, era probable que él se haya inscrito en esta academia depositando todas sus esperanzas en poder ser alguien de renombre y obtener el talento que tanto añoraba, sin embargo, no me imagino la decepción que debía sentir que todos sus esfuerzos habían sido en vano, una simple fantasía que les vendieron para sacarles su dinero.
Me aleje de la ventana y me acerqué a mis compañeros, después de llegar a la escuela tranquilamente, poco tiempo después, fuimos refugiados en nuestras respectivas aulas con la excusa de que todo estaba bien y que lo que veíamos solo era un desfile.
El pretexto era en sí mismo ridículo, sin embargo, terminamos acatando las indicaciones de nuestros profesores en mantenernos resguardados hasta la llegada de Chisa.
Todos estabamos incoformes con la información que nos habían dado pero, inclusive en esta situación teníamos una preocupación más que nos aquejaba de nuestra atención.
Mikan Tsumiki.
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—¿Tsumiki tampoco vino hoy? —preguntó Nidai observando el pupitre de nuestra compañera.
Ya habían pasado varios días que nuestra enfermera no aparecía, eso nos hacía levantar sospechas de que algo malo estaba ocurriendo, sin embargo, por más que intentamos buscarla bajo nuestros propios medios, ella no aparecía, y con esta situación que ahora se nos presentaba, esa sensación de peligro se volvía más preocupante.
