Capítulo 35

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El sol apenas comienza a salir sobre las copas de los árboles, bañando el bosque en un resplandor dorado cuando nos levantamos. Es nuestro último día en las cabañas, y todos estamos decididos a aprovecharlo al máximo. Después de un desayuno rápido, Emma sugiere que vayamos al lago cercano para nadar y disfrutar del día. No necesito mucha convicción, la idea de relajarme junto al agua suena perfecta.

Empacamos algunas cosas, y en poco tiempo, estamos caminando por el sendero que nos lleva al lago. La caminata es corta, pero me da tiempo para disfrutar del paisaje. Los sonidos del bosque nos rodean, creando una sinfonía natural que es difícil encontrar en cualquier otro lugar. El canto de los pájaros, el susurro del viento entre los árboles y el crujido de las ramas bajo nuestros pies combinan en una armonía que hace que todo se sienta tan... vivo.

Cuando llegamos al lago, el agua cristalina nos recibe, reflejando el cielo despejado. Es un lugar perfecto, aislado y tranquilo. No hay nadie más alrededor, solo nosotros cinco y la naturaleza. Dejo mi mochila en la orilla, quitándome la camiseta y los zapatos, listo para sumergirme en el agua fresca.

Alex ya se ha quitado la camiseta y se dirige hacia el agua, y no puedo evitar quedarme embobado mirándolo. Su cuerpo, tan perfectamente definido, se mueve con una gracia que siempre me deja sin aliento. Cada músculo parece estar esculpido a la perfección, y aunque ya lo he visto muchas veces, la visión sigue dejándome maravillado. No es solo su físico lo que me atrae, sino la confianza y la naturalidad con la que se mueve, como si el mundo entero estuviera a sus pies.

Estoy tan absorto en observarlo que ni siquiera me doy cuenta de que Emma se ha acercado a mí hasta que escucho su voz.

—Si no te lo comes tú, Jake, alguien más lo hará —dice Emma en un tono juguetón, con una sonrisa traviesa en el rostro—. No dejes que te lo roben.

Mi rostro se vuelve rojo al instante, y le lanzo una mirada entre divertida y avergonzada.

—Emma, por favor... —murmuro, tratando de no parecer demasiado afectado.

Ella se ríe y me da un pequeño empujón hacia el agua.

—¡Anda, Jake! Ve tras tu hombre antes de que alguien más lo haga.

Avergonzado, pero también incapaz de no sonreír, sigo a Alex al agua. Me sumerjo rápidamente, dejando que el agua fría me envuelva y refresque. Es un contraste perfecto con el calor del sol, y la sensación es revitalizante. Salgo a la superficie para encontrar a Alex mirándome con una sonrisa, sus ojos brillando de diversión.

—¿Todo bien? —me pregunta, nadando hacia mí.

—Sí, solo... disfrutando de la vista —respondo, tratando de sonar casual, pero fallando miserablemente.

Él ríe, claramente entendiendo lo que quiero decir, y no puedo evitar unirme a su risa. Hay algo tan fácil y natural en estar con él, incluso cuando me siento abrumado por lo mucho que me gusta. A su lado, todo parece encajar en su lugar.

Emma, Aurora y Tyler también se sumergen en el agua, y pronto estamos todos chapoteando y jugando como niños. Tyler y Aurora empiezan una especie de competencia de quién puede nadar más rápido, mientras Emma se dedica a salpicar agua a todos con la misma energía que siempre tiene.

Yo, por mi parte, me quedo cerca de Alex, disfrutando de cada momento a su lado. Nos retamos a pequeñas carreras y nos reímos cada vez que uno de los dos hace trampa, empujando al otro bajo el agua o salpicándolo cuando no lo espera.

En un momento, cuando estoy a punto de ganar una carrera, Alex me atrapa por la cintura y me hunde en el agua. Salgo a la superficie riendo, sacudiendo el agua de mi cabello.

—¡Eso fue trampa! —protesto, aunque no puedo evitar reírme.

—Todo es justo en el amor y la guerra, Jake —responde Alex con una sonrisa traviesa, acercándose un poco más.

—¿Y esto es amor o guerra? —pregunto, con un tono ligeramente juguetón.

—Un poco de ambos —dice, antes de tirar suavemente de mí para plantarme un beso en los labios.

El beso es suave y breve, pero lo suficiente para hacer que mi corazón lata más rápido. Siento las miradas de los demás sobre nosotros, pero no me importa. En este momento, todo lo que importa es él.

Después del beso, nos unimos al resto para seguir jugando en el agua. El tiempo parece volar, y antes de que nos demos cuenta, el sol comienza a descender en el horizonte, tiñendo el cielo de tonos anaranjados y rosados. Decidimos salir del agua y sentarnos en la orilla, secándonos al calor del sol mientras compartimos historias y risas.

Emma sigue bromeando conmigo sobre Alex, pero lo hace de una manera tan cariñosa que es difícil sentirse realmente avergonzado. Al final, todo se reduce a que ella quiere verme feliz, y aunque a veces sus métodos para demostrarlo son un poco... únicos, sé que sus intenciones son buenas.

Mientras el sol se oculta lentamente detrás de los árboles, me siento junto a Alex, apoyando mi cabeza en su hombro. La paz del lago, la compañía de mis amigos, y la calidez de Alex a mi lado hacen que este momento sea perfecto, y me doy cuenta de que, a pesar de todo lo que ha pasado, estoy exactamente donde quiero estar.

Chico Malo, Corazón BuenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora