Capítulo 47

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Alex

El ruido del tráfico en las calles de la ciudad es apenas un murmullo en mi mente mientras me pierdo en mis pensamientos. Cada día desde que decidí alejarme de Jake ha sido una batalla interna, un constante recordatorio de por qué hice lo que hice. Alejarlo de mí fue lo mejor, o al menos eso es lo que sigo diciéndome. No quería que mis problemas, mi pasado, lo arrastraran hacia un pozo del que tal vez no pudiera salir. Jake merece algo mejor, algo más que el caos y la oscuridad que siempre han sido parte de mi vida.

Pero esa convicción, esa certeza de que hice lo correcto, se tambalea con cada minuto que pasa. Recuerdo su mirada, esa mezcla de dolor y confusión, la misma que me ha perseguido desde que lo dejé. Quise protegerlo, alejarlo de los demonios que me atormentan, pero me pregunto si en el proceso no lo destruí a él también. Si acaso no he hecho más daño del que quería evitar.

Todo comenzó a desmoronarse con la aparición de Martha, mi madre. Sumado a eso, está la deuda con Víctor, una sombra que no deja de acecharme. Su amenaza, la presión constante de lo que le debo, es un recordatorio de que no puedo escapar de mis errores, por mucho que quiera.

Intenté alejar a Jake antes de que las cosas se pusieran peor. Pensé que si me mostraba frío, distante, podría hacerlo odiarme, que sería más fácil para él dejarme atrás. Y al principio, funcionó. Pero cada día que pasa, me doy cuenta de que no soy tan fuerte como creí. Jake ha sido una de las pocas cosas buenas en mi vida, y ahora, sin él, me siento más perdido que nunca.

Hoy, mientras intento mantenerme ocupado en la cafetería del campus, Tyler aparece de repente. Su rostro serio me dice que algo está mal antes de que siquiera abra la boca.

—Alex, tenemos que hablar —me dice con una urgencia que no puedo ignorar.

Lo invito a sentarse, aunque una parte de mí ya sabe lo que viene. Tyler se inclina hacia adelante, sus ojos fijos en los míos, y suelta la bomba.

—Jake está mal, muy mal. Desde que terminaste con él, no ha sido el mismo. No quiere comer, está deprimido, y sinceramente, estamos preocupados por él.

El golpe de sus palabras me atraviesa como una daga. Me duele saber que Jake está sufriendo tanto, pero trato de mantenerme impasible, de fingir que no me afecta.

—Eso ya no es mi problema, Tyler —respondo con frialdad—. Lo que Jake haga o deje de hacer no es asunto mío. Ya hemos terminado, y no voy a seguir atado a él. Jake solamente fue un juego del que ya me he cansado.

Mis palabras son duras, más de lo que realmente siento. Estoy tratando de convencerme a mí mismo de que lo que digo es cierto, pero el dolor en el pecho me dice otra cosa. Jake no merece estar en este estado por mi culpa, pero también sé que no puedo volver atrás. No quiero que sufra más por mi causa.

Tyler me mira como si no pudiera creer lo que acaba de escuchar. Su rostro se contorsiona en una mezcla de incredulidad y rabia. Antes de que pueda reaccionar, se levanta de su silla y me lanza un puñetazo directo a la mandíbula. El dolor es instantáneo, y caigo hacia atrás, aturdido.

—¡Eres un maldito idiota! —grita Tyler, su voz llena de ira—. ¡Jake no fue solo un juego, y lo sabes! No tienes derecho a tratarlo así. No después de todo lo que han pasado juntos.

Me duele más el significado de sus palabras que el golpe en sí. Me esfuerzo por levantarme del suelo, limpiando la sangre que empieza a brotar de mi labio partido.

—Tyler, ya basta —digo con la voz áspera y un intento de mantener la compostura—. No puedes seguir haciéndome responsable de lo que Jake siente. Yo tomé una decisión, y fue la correcta. No quiero seguir arrastrándolo a mi vida. No quiero que sufra más por mi culpa.

Chico Malo, Corazón BuenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora