Me arden los ojos y la garganta. Intento parpadear pero me cuesta moverme, como si no consiguiese conectar con mi propio cuerpo. Siento las mejillas húmedas... ¿Estoy llorando?
—Rea, vamos, despierta. No pasa nada, estás bien, no pasa nada... —La voz es mucho más susurrada y tranquilizadora ahora—. Estás a salvo, es solo una pesadilla.
Una mano grande me seca las lágrimas con sumo cuidado y permanece acunando mi rostro, acariciando mi sien izquierda con el pulgar.
¿Una pesadilla? Pongo a funcionar mi cabeza, tratando de orientarme. Recuerdo estar cenando con Murray y Teo y después venir a mi cuarto...
Reconozco el olor a jabón que desprende la mano en la que estoy dejando caer todo el peso de mi cabeza. Estoy reforzando ese contacto tanto como puedo presionando contra su palma, como si me gustara y necesitase que no se acabe.
Mis párpados aletean con rapidez y es entonces cuando la luz de la luna que empapa la habitación me permite ver, entre sombras, el bello rostro de Teo.
Está sentado en mi cama, reclinado hacia mí. La cadena que cuelga de su cuello roza mi clavícula. Tardo unos segundos en juntar las piezas y reconocer que, la que me acaricia y tanto estaba apreciando, es su mano.
—¿Qué estás haciendo aquí? —Me incorporo como un resorte a la vez que tiro instintivamente del edredón para cubrirme hasta la barbilla. Intento poner distancia entre los dos, pero mi espalda enseguida topa con el cabezal de la cama.
—Estabas gritando —seca una lágrima que estaba a punto de llegar a mis labios—, y llorando.
La ínfima presión que ejerce Teo al secar mi lágrima, me arroya internamente como si me atropellara un camión de dos toneladas.
—¿Se ha...? —Carraspeo para suavizar mi voz—. ¿Se ha escuchado por toda la casa?
—No, estas paredes insonorizan bastante bien.
Uff, menos mal, no me hubiese gustado despertar a toda la casa por culpa de mis pesadillas.
—¿Cómo has podido escucharme tú entonces? —Susurrar me es ciertamente doloroso, aunque estoy acostumbrada a despertarme así. Mis pesadillas son recurrentes.
—Estaba aquí fuera. —Los labios de Teo se curvan mínimamente en una sonrisa ladeada.
—¿Qué narices estabas haciendo en la puerta de mi habitación?
Este tío es un psicópata, ¿qué pretendía? ¿Y si estaba destapada cuando ha entrado? Oh, Dios mío, voy en ropa interior... En una ropa interior escogida por Anna y que por tanto sigue la misma línea de los pijamas lenceros... Qué vergüenza. Tiro un poco más del edredón, tapándome hasta debajo de los ojos. Sé que está oscuro y no se aprecia que estoy roja como un tomate, pero es mejor prevenir que curar.
—¿Cuánto tiempo llevas aquí? —Retomo la conversación antes de dejarlo contestar.
—¿Me estás haciendo un interrogatorio?
KAMU SEDANG MEMBACA
Deber Amor Traición
RomansaRea Moore lo tiene todo planeado: continuar siendo animadora en la universidad y prepararse para su inevitable futuro en Redwood, la prestigiosa empresa de whisky de su padre, Frank Moore. Como la hija perfecta, la presión la lleva a desear mudarse...