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Patrick

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Patrick...

La mujer frente a mí se veía imperturbable, como si no hubiera enterrado a su padre días atrás y no le hubieran roto el corazón. No podía decir nada ya que era el causante de uno de esos dos asuntos, pero todo lo estaba haciendo por su bien, cada palabra que dije para herirla fue un paso a su protección. Ella era mi vida y la iba a proteger, así tuviera que romperle el corazón en el intento.

Los equipos legales de ambas partes estaban teniendo una conversación en la que por más que quisiera seguir el hilo no podía hacerlo. Mi mente y cuerpo estaban totalmente concentrados en ella, cada uno de sus gestos. Se veía un poco más delgada y tenía rastros de ojeras los cuales había querido tapar con maquillaje.

Su mano ya no se veía adornada con aquel anillo que con todo el amor de mi corazón le entregue esa noche en la playa de nuestra isla privada. ¿Cuánto había pasado desde aquellos días felices? Parecían tan lejanos y al mismo estaban tan frescos en mis recuerdos.

Fiorella...

Antes de esa jodida reunión por fin pude ir a la clínica donde mi madre estaba conectada a un respirador y pantalla que continuamente monitoreaba los signos vitales. A mi lado como siempre Jack estaba acompañándome para no dejarme caer. Levanté la mano mirando a mi mamá —Mami...yo —tenía que ser fuerte —lo hare bien. Arreglaré todo.

Terminé hablando con el médico que cuidaba de ella quien me dijo que debían pasar un par de semanas más hasta que la inflamación en el cerebro de mamá acabara y ella podría despertar. Para cuando llegamos a la empresa de Patrick, mi cuerpo estaba tan cansado que ni siquiera podía mantenerme en pie del todo.

Estaba y al mismo tiempo no, mi cuerpo se encontraba en esa fría sala de conferencias, pero mi alma hacia mucho había abandonado mi cuerpo. Patrick era un poco culpable de aquello, él junto con Charlotte se encargaron de destruir mi ser y dejar lo que quedaba. Claro que mi intención fue herirlo al enviarle los papeles de la custodia, quería verlo sufrir y llorar como yo, lo quería ver retorciéndose en miseria.

Pero ¿a quién engañaba? El tan arrogante Patrick Duke ni siquiera se molestó al respecto, no pude ver ni un rastro de desesperación en aquellos ojos oscuros que una vez me enamoraron.

Los representantes de papá comenzaron la charla relacionada con nuestro trabajo en colaboración con la empresa de Patrick mientras yo prestaba mucha atención a todo lo que se decía de ambas partes. Si bien tenía un título de posgrado en negocios, estaba un poco oxidada ya que nunca trabaje en la industria.

—Lo que pedimos no es tan irrazonable, Señor Duke —el amigo de papá terminó su discurso donde le había indicado a Patrick que estábamos reconsiderando lo que habíamos invertido en él a lo largo de los años por los problemas que la empresa estaba teniendo.

El problema no era el dinero sino el hecho de que mi padre, quien ya no estaba, tenía el 10% de las acciones su empresa y queríamos vendérselas de nuevo, o aceptar ofertas de otros.

El Precio de tu CariñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora